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martes, 28 de febrero de 2012

¿De donde vengo? Dr. Alberto Isaías Guilarte

Familia feliz
   Para continuar explicando las respuestas a estos interrogantes que se plantea todo hombre o mujer, seguro que te has preguntado ¿de dónde vengo?
   Fuimos fruto de la unión sexual de un hombre y una mujer, lo más probable fue que surgió el amor entre ellos y nos procrearon.
   De acuerdo a la herencia, nuestros rasgos y cuerpos se parecen  a ellos, el color de la piel, el cabello, la altura, la contextura, el modo de hablar, de expresar emociones, etc.
   Nacimos en una familia, que vivió en un pueblo o en una ciudad, si tuvimos pocos o muchos hermanos, nuestros padres nos orientaban sobre como enfrentarnos a vivir, nos enseñaban a asearnos, comer, a interactuar con los demás miembros de la familia y con las demás personas de nuestro entorno.
   Si tuvimos la suerte de que nos brindaran mucho amor y atenciones pudimos fortalecer nuestra personalidad. Algunos no tuvieron la figura paterna con ellos, pero otro miembro de la familia tomó este rol y definió bien su condición de ser hombre o mujer.
   Luego de que aprendimos a interactuar con el mundo exterior, ya nos dejaban ir a realizar compras menores, ir a la bodega o abastos, comprar helados a los heladeros, al tener la edad correspondiente fuimos al preescolar o la “escuelita” del pueblo, pasamos luego a la escuela donde nuestros maestros lograron enseñarnos no sólo la educación formal sino que apuntalaron esos valores que nos enseñaron en la familia: a respetar a los demás, a no mentir, a no robar, a compartir, a ser solidarios, etc.
   En la escuela mediante el proceso de socialización fuimos adaptándonos a interactuar con los otros niños y niñas, surgieron nuestros primeros amores, de acuerdo al sexo: nos “enamoramos” también de la maestra o el maestro.
   Esta formación de la Primaria, fue fundamental para nuestras vidas, ya que nos permitió afrontar otra etapa de nuestras vidas que fue estudiar el bachillerato, ahora con más profesores, más materias, más exigencias a las cuales tuvimos que superar.
   El otro reto era la interacción con nuestros compañeros de curso, surgieron los “novios y novias”, con quienes estudiábamos.
   Algunos tomaron carreras técnicas, otros siguieron a cursar estudios universitarios y los que tuvimos constancia y dedicación nos graduamos en las diferentes universidades del país.
   Las habilidades y destrezas que aprendimos desde niños en la familia, en la sociedad, en el entorno, en los institutos educativos, etc., nos permitieron alcanzar nuestros objetivos.
   Para muchos que no lo lograron, la vida les dio posibilidad de aprender un oficio, un arte y buscar su sustento y el de su familia.
   Cuando nos tocó buscar una pareja estable, pasmos por la etapa de enamoramiento y cortejo, de conocerse… y nos unimos a esa persona para hacer una familia y perpetuar la especie humana.
   En cada cultura la pareja trae consigo la “subcultura” de su familia, de su religión, su folklore, costumbres, etc., y deben actuar sin que la una afecte a la otra, ya que si se trata de imponer o de cambiar abruptamente la pareja va a presentar problemas, al no adaptarse y armonizar  con su cónyuge. Hay que respetar el espacio y la “subcultura” del otro.
   Siempre debemos expresarle afecto, respeto, admiración  y comunicarnos asertivamente con nuestro cónyuge para que exista estabilidad y un hogar que sostenga las bases de la célula fundamental de la Sociedad: la familia.

1 comentario:

  1. Gracias prof. Guilarte por escribir sobre la importancia de la familia y el recorrido que tenemos como humano, muchas veces le damos mayor peso a nuestro entorno y poco a nuestras capacidades y habilidades.
    Beatriz Peña

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