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lunes, 30 de septiembre de 2013

Capítulo XVI de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

Después de trasladarse en una camioneta a la estación del Metro de Plaza Venezuela, también apretujada y como sardinas en lata, llegó a la estación de Petare, caminó varias cuadras y luego de hacer una fila abordó el autobusete para dirigirse a la universidad. Las acostumbradas colas de vehículos en la vía hacia su destino, no la perturbaban, seguía canturreando las canciones de moda que oía a todo volumen en las cornetas del equipo de sonido de la “chatarra”. Lérida se baja junto con la mayoría de los estudiantes y empieza a subir por la caminaría, hasta el edificio 6, de la escuela de Derecho. Siente que las miradas de los estudiantes la tocan, sobre todo cuando voltean para ver su taconeo y su pompi. Los más osados le dicen todo tipo de piropos, no le contesta a ninguno y su ego siempre está inflado como un gigantesco globo, tripulado por su vanidad y jactancia. Asiste a la primera hora a la clase con el profesor Luis Eduardo Sierra, quien trata de coincidir en la mirada, pero ella lo ve como un bulto y águila al fin, su mirada escudriña el gran salón, a sus compañeros y se mantiene mucho tiempo fija en los apuntes que toma, haciendo sus acostumbrados esquemas. Luego del receso, acudió al cafetín, pidió un cafecito con leche pequeño y una empanada de queso. Estaba acompañada de su amiga Olga e intercambiaban ideas, chistes y algunos que otros chismes. Acercándose la hora del mediodía, estaba muy complacida y disfrutaba la forma de dar su materia, pero en el fondo le atraía el Profesor Raúl Manrique, era un pavo más, a todos le gustaba su manera suelta y “salía” de sus exposiciones, a la hora de decir las cosas por su nombre las decía, sus groserías las utilizaba para darle énfasis al modo de hablar popular. Sonó el timbre y él se acercó para conversar con ella, su corazón le latía más aprisa y sus manos le sudaban copiosamente. _ Señorita Gamarra ¿Alguien la viene a buscar? Si no es así podría bajarla hasta donde pueda tomar el Metro_ la interrogó el apuesto profesor muy sonreído. _ Bueno…Profesor. Déjeme decirle a mi amiga Olga que voy a aceptar su cola y para mí es un honor el que usted me hace, al querer conversar conmigo. Por favor, espéreme un momento y enseguida me voy con usted. Llamó aparte a su amiga y se excusó en no irse hoy con ella, ya que el Profesor Manrique, quería conversar con ella y se había ofrecido amablemente en llevarla a donde pudiese tomar el Metro. << Chama, me disculpas con tu mami, no se que me pasa que los profesores quieren hablar conmigo, será que me estoy haciendo famosa. Hasta mañana. No te preocupes que te tengo al tanto de lo que pase>> Siguió al profesor Manrique hasta el estacionamiento de profesores y el le abrió la puerta de un corolla verde, de un modelo no tan reciente pero bien conservado, pulido y bien mantenido. _ Señorita Gamarra tu tienes un halo o una condición de ser tan diferente a tus compañeras, yo como investigador social soy mas “salio” que una gaveta de abastos de portugués y hoy me propuse dialogar contigo, así también recibo el fedd back de como estoy dando mi materia, ¿Esta bien y estas de acuerdo? _ Claro profe, yo me siento afortunada porque usted tiene un magnetismo que a una no se puede desprender y cualquiera de mis compañeras quisiera compartir con usted, sintiéndose muy alagada con su gesto. A mi no me importa tanto el que dirán y vamos a conversar_ aseveró con firmeza y ocultando el temor de sus prejuicios sociales. Al interrogarla sobre su estilo de dar las clases, le informó no solo a ella le parecía fabuloso sino a la mayoría de sus compañeros, le permitía ponerlos en contacto con realidad nacional muy natural, sin “meriñaques” o frases rebuscadas y así lo podían entender mejor. Cuando él le dijo que rea una mujer sin tabúes, ella le devolvió la pregunta para devolverle la pregunta diciéndole: _ Profe, ¿En qué se basa usted para opinar soy una mujer sin prejuicios sexuales?_ de esa manera lo retaba a conocerla en forma muy íntima. _ Bueno querida alumna, como decimos algunos profesionales, tenemos “ojo clínico” y cada quien se proyecta de acuerdo a como es y nuestros radares captan esas señales y las interpretamos. Tú tienes un algo, una atracción envolvente y misteriosa_ le puntualizó Raúl. _ Gracias profe, eso me hace sentir bien y me empalaga_ le enfatizó, sacándole fiestas y moviendo sus senos en forma de zigzag. _ A mi me gustaría ir a ronchar un día de éstos conmigo muñeca_ le lanzó esta línea directa, y volteando para mirarla fijamente. _ Ay profe ¡Mejor es que se concentre en el manejo porque puede chocar! Bueno a mi también me fascinaría bailar con usted, yo le diría el día y la hora en que lo haríamos ¿Está bien?_ le contestó algo asustada y aceptando la invitación regocijada. _ Claro que está bien. Requete bien. Espero que me des la cita, bomboncito de miel. Acordaron la dejaría en la estación del Metro de Plaza Venezuela. Las colas de vehículos del mediodía, demoraron el recorrido hasta el lugar indicado. Y antes de bajarse, ella se despidió dándole un beso, casi en la comisura de los labios y retirando su boca velozmente. _Hasta pronto mi príncipe encantado_ lo piropeó riéndose a carcajadas. _ Hasta pronto mi Blanca Nieves, ojalá conozcas a uno de mis enanos que no es tan enano_ se burló con doble sentido y le lanzó un beso, uniendo sus dedos de la mano derecha, besándolos y luego tiró la mano como un lanzamiento de un pitcher. Ella caminó provocativamente, meneando su pompi y batiendo su cabellera. Los ojos de Raúl, se deleitaban con la palmera ondulante y saboreándose la lengua no le quitaba su mirada de las provocativas nalgas. <> Continuó su marcha zigzagueando el vehículo entre las filas de los otros, el tráfico se convertía en un ajedrez, debía saber mover su pieza para evitar choques. A esa hora “pico”, la agresividad de los conductores está en su máxima expresión y de repente, se le atraviesan los motorizados o algún carro pequeño a alta velocidad. Explora con la mirada para adelante, al espejo retrovisor y a los de las puertas. El flujo en esta zona es muy lento por la aglomeración de tantos vehículos, si cada conductor siguiera por su canal fluyera el tránsito con más velocidad, pero los conductores de autobusetes dejan bajar pasajeros antes de la parada establecida, la mayoría va cambiando de canal y estas acciones “trancan” el torrente vehicular. Pasaron tres días y al mediodía, a su salida de la clase Lérida se encuentra con el profesor Raúl Manrique que venía bajando por una caminería y se alegra muchísimo y muy zalamero le pregunta: _ Señorita Gamarra dichosos los ojos que la “aguaitan” como dicen los llaneros y ¿ No habrá un mensaje para este personaje medieval? Ella también se sorprende y se ríe a carcajadas, le pica el ojo a Olga y le responde: _ Mi estimado educador dicen que la ocasión la pinta calva y no hay que perder las oportunidades. Si usted es tan gentil le podré dar la información que quedó inconclusa la vez pasada, acepto su cola y mi amiga va a entenderlo muy bien. _Lérida si el Profesor desea conversar nuevamente contigo me parece muy bien que te de la cola. A mi me pasa buscando mi mamá dentro de un rato. Chao amiga. Hasta mañana. Hasta pronto Profe _ intervino Olga para favorecer el encuentro. _ Chao amiga. Saludos a tu mami. Hasta mañana_ le dijo Lérida muy contenta y la besó en la mejilla. _ Adios mi querida alumna la paz y el amor te acompañen para que vengan la salud, el dinero y la prosperidad de manos de un sifrinito rico. _ Ay profe usted si inventa cosas_ dijo Olga con timidez. Siguió a Raúl hasta encontrar el vehículo, le abrió la puerta y él muy contento le manifestó: _ Por esta tarde estás secuestrada mi bella princesa. ¡ Vamos a gozar una y parte de la otra! _ Secuéstrame villano y a bailar se ha dicho_ las fuertes carcajadas se hicieron en la montaña y no dejaban de reír por este hecho. Le preguntó si le provocaba comer pollo a la brasa, al tener su consentimiento, acudieron a un restaurante muy conocido, almorzaron y luego se trasladaron a una discoteca del este. La música a todo volumen, propiciaba los saltos y figuras de baile de las pocas parejas que se encontraban en la pista. Los reflectores de colores parecían relámpagos en la oscuridad del local. Él pidió un wisky y ella su acostumbrado fruit ponch. Cuando sonó una canción de moda, él la sacó a bailar. Ambos movían los brazos y todo el cuerpo, sueltos, libres y tratando de llevar el ritmo en forma irregular, cada uno a su manera. Luego de dos set de música rápida, el disjocky cambia a música suave, él la abraza y bailan muy pegados. Él toma la iniciativa y la va besando por la mejilla, cerca de las orejas y hasta se besan apasionadamente. Ella se deja llevar por su deseo, le empuja el sexo, frotándolo con pasión y le corresponde dándoselo, centrándolo y para controlarse le pide ir a sentarse. _ Lérida mi amor ¿si tu quieres nos vamos a otro sitio más íntimo?_ le propuso él. _Claro que si mi amor para que me apagues este volcán que me quema por dentro. Vamos rápido. Él llama al mesonero y paga la cuenta. Salen escandilados de la discoteca y abordan el vehículo. Se dirigen velozmente a un hotel, con entrada muy disimulada y con gran estacionamiento. La habitación tiene un jacuzzi, en el televisor al cambiar de canales pasan escenas pornográficas. Se besan con intensidad y él la acaricia por todo el cuerpo. Ambos encuentran la satisfacción compartida. Descansan durante una hora y él vuelve a buscarla, su juventud le permite volver a alcanzar otro orgasmo. Se oyen gemidos de satisfacción, risas y expresiones de amor. Ha sido una fiesta patronal, con toros coleados, retretas y fuegos artificiales. Los amantes se contemplan satisfechos, se acurrucan y los besos interminables adormecen los labios. _ Mira mi príncipe no encantado, yo se que usted es un caballero y guardará nuestro secreto_ le puntualizó Lérida. _ ¡Caramba, carambita, carambola! Señorita Gamarra, me extraña araña tenga esta aclaratoria disimulada de la letra chiquita de este contrato. Tú no me has visto en la universidad o no has oído comentarios donde cuentan acerca de mis conquistas amorosas, así que no me gustó esta recordatoria_ contestó molesto y arrugando la cara. _ No te pongas bravo mi “puchungo”, perdóname por decirte eso, que yo se está demás y tenía que ponerla en la salida. Ven para poner grandote a mi enanito bello _le hacía cosquillas y lo besaba por el cuello y los labios. _ Bueno está bien. Aclaradas las divergencias se da por cerrado el caso, ven para bañarnos juntitos _la tomó por la mano derecha y caminaron hacia el baño, abrió las llaves de la regadera y recibieron el chorro de agua sobre sus cuerpos calientes. Él la enjabona y va disfrutando pasar su mano por todo el cuerpo de la chica y ella se ríe a carcajadas por las cosquillas que le hace su amante. Se secan con las toallas, él se dirige al aposento, se viste y se peina frente a un espejo, espera que ella se maquille y se peine su cabellera. Al preguntarle hacia donde la va a llevar, ella le informa es conveniente dejarla cerca de su casa, ya está oscureciendo y debe llegar antes que su padre. _ Mi amor me hiciste muy feliz en esos momentos maravillosos que pasmos juntos_ le expresó Lérida dándole un beso en la mejilla y se bajó del vehículo. _Igualmente mi vida la tarde más inolvidable de toda mi existencia, tú eres fenomenal_ le dijo él devolviéndole el beso en la mejilla. Ella caminó las cuadras acostumbradas para llegar al apartamento, le pidió la bendición a su mamá, informándole le había ido muy bien en la universidad, no había venido a almorzar porque comieron con unos compañeros de estudios. Se puso a ver la televisión y recordando los gratos momentos, su alama estaba extasiada y se sentía volar entre las nubes.

Capítulo XV de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

Lérida no tenía sueño y se acordó que una noche se había puesto a leer la Biblia, sintió paz y pudo dormir tranquila. Buscó la de su mamá, entre los libros de una pequeña biblioteca, la abrió casi por la mitad, ya que así al azar creía encontrar la reflexión para ese momento y en Proverbios, fue leyendo: La Sabiduría y la mujer insensata …El temor a Jehová es el principio de la sabiduría. Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Porque por mi se aumentarán tus días. Y años de vida se te añadirán. Y si fueres sabio, para ti lo serás. Y si fueras escarnecedor, pagarás tú solo. La mujer insensata es alborotadora: Es simple e ignorante. Se sienta en una silla a la puerta de su casa, En los lugares altos de la ciudad, Para llamar a los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos. Dice a cualquier simple: ven a acá. A los faltos de cordura dijo: Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es sabroso. Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en lo profundo del Seol. <> Siguió leyendo otros capítulos de los Proverbios, poco a poco se sentía se estaba durmiendo, colocó la biblia en su mesita de noche, se levantó al baño y apagó la luz. El ruido estridente de la campana del reloj despertador de su papá, la sobresalta y deja que él utilice el baño primero, busca en el closet la ropa que se va a poner, arregla su morral donde introduce varios cuadernos empastados, constata su horario de las materias y se estira bostezando. La ducha con agua fría la reanima, prefirió primero sentir el chorro helado para luego cambiarlo a agua tibia, se sintió reconfortada y se seca frotándose vigorosamente para entrar en calor. Le pide la bendición a sus padres, los besa al igual que a su hermano. Ayuda a poner la mesar, raya el queso blanco, el café con leche lo sirve en una cafetera de barro, comprada en los Andes, las arepas calientes las envuelve en un paño limpio de cocina y las coloca en una cestita de mimbre. Su mamá trae las caraotas recalentadas y tajadas de plátano frito. Su papá le pregunta por sus estudios y le responde que va bien, le cuenta que un profesor les hizo una pregunta y la única que contestó fue ella, su amiga Olga, la felicitó y le dijo ya estaba hablando como un abogada, porque hizo un diálogo con terminología jurídica con el mismo profesor, le puso 20 puntos en la evaluación. _Oras mija, yo se que Usted es muy inteligente y va a llegar muy lejos. Dios me la bendiga y Nuestra Señora de las Nieves me la proteja con su divino manto_ le deseo el padre muy orgulloso de este logro. _ Amén papá. Así será_ le contestó muy sonreída. Al preguntarle a su hijo Jesús Enrique sobre sus estudios, él le contestó también iba muy bien y este año pasaría para décimo grado, le aclaró al padre era 4° año de bachillerato. Lérida llegó a tiempo para entrar a la clase del Profesor Luis Eduardo Sierra, quien se esmeró en hacer muy amenas sus explicaciones. Al finalizar se le acercó y se excusó con Olga para hablar en privado con el profesor, lo saludó y le enfatizó: _ Profe, he pensado mucho repetir la salida con Usted, acepto ir otra vez al mismo sitio, con la condición de que se porte muy bien, como todo un caballero_ la seriedad con que entonó cada una de sus palabras asombró al docente. _ ¡Caramba! Señorita Lérida, me asombra su don de mando y su convicción de decir las cosas. Perfecto. Así será. ¿Cuándo y dónde te paso buscando?_ le atinó a decir Luis Eduardo muy complacido y riéndose. _ Si Usted tiene tiempo, puede ser esta tarde a las 3: 00 p. m., en el mismo sitio de la vez pasada, para regresar antes de las 6:00 p. m. a mi casa_ le puntualizó Lérida. _ Así será te recogeré a esa hora_ y rió maliciosamente, dándole un doble mensaje a su respuesta. Lérida salió del salón y buscó a Olga, quien la esperaba, le pidió disculpas y le informó quería tener privacidad ya que le consultaría un caso privado, de una prima que recibe maltratos psicológicos del esposo, quien la vive peleando cuando llega frecuentemente ebrio a su casa y no estar cumpliendo con las responsabilidades de su hogar. Ante la conducta repetitiva por parte del esposo de la prima, la orientación del profesor le daría elementos para instruir a su familiar y así irse familiarizando con la atención de casos, claro no le gustaría que llegaran a divorciarse, pero si no había cambios de comportamiento el divorcio era un mal necesario. _ ¡Chama me asombras! Ya hasta quieres ir practicando con casos jurídicos_ le gritó la amiga ingenua. Al terminar las clases, al mediodía la mamá de Olga le “dio la cola” en su camioneta, Lérida haciéndose la apenada, se excusó de darle tantas molestias a la señora, quien la felicitó por los comentarios positivos proporcionados por su hija, estaba muy orgullosa de contar con amigas valiosas, sirviendo de ejemplo a la nena. _ Gracias señora Pietro. Lo que pasa es que cuando uno estudia con grandes sacrificios, se esmera muchísimo y trata de estudiar mucho, a veces importunamos a los profesores buscando información, yo las comparto con mis compañeros y con mi amiga favorita. Al llegar a su casa, se ducha y se prepara para la cita, sigue el mismo ritual de la vez pasada, hace gargarismos, se perfuma minuciosamente, se pinta las todas las uñas, se maquilla e informa a su mamá que tiene que estudiar con Olga y sus compañeros de equipo. Duerme la siesta después de almorzar. Ve una novela en el televisor y cuando se acerca la hora para la cita, se viste, se peina y para variar se hace dos moños con ganchos de pelo. Besa a su mamá, se despide de ella y cierra la puerta del apartamento con cuidado. Llega al sitio acordado y abre la puerta de la camioneta del Profesor, quien la lleva aprisa a la fuente de soda conocida. Llegan a otro cuartito de los reservados, piden las mismas bebidas como la otra vez y el mesonero los deja solos. _Lérida menos mal que te aprendiste los conceptos que te pregunté en clase, ya que te lo repetí varias veces para que te lucieras ante tus compañeros_ le argumentó Luis Eduardo. _ ¡Cónchale profe que susto me diste cuando me interrogaste! Me agarraste fuera de base. Menos mal que me “caletrié” ese concepto y pude salir bien. Te agradezco el 20. _No te preocupes que si tu te portas bien vas a pasar mi materia con buenas notas _le insinuó muy erótico el pretendiente. _ Chico ¿Qué estás insinuando y queriendo decir con eso de portarme bien? Tás muy equivocado si estás pensando aplicarme la “operación colchón”_ le esgrimió molesta la chica. _ Mi amor estás interpretando mal las cosas, fíjate que nosotros los abogados debemos ser muy objetivos para analizar los hechos y siempre acuérdate de esto que tienes que aprendértelo hoy. Cuando dije portarte bien es no divulgar nuestras salidas con nadie. Eso fue lo que quise decir._ La toma de la mano, la levanta y la abraza induciéndola a bailar. Ella le sigue el ritmo, y acepta la abrace no tan fuerte. Muy sutilmente la va besando por las mejillas, por el lóbulo de la oreja y busca frotar su pubis con su miembro erecto. Ella se va acalorando y permite un beso fuerte en la boca, le acaricie los senos y no se deja tocar sus genitales. Se besan apasionados, como si el tiempo se fuera a terminar. Ella lo lleva a sentarse y continúan las caricias, él la dirige para que le aprete su miembro con la mano. _ Mi amor déjame metértelo un poquito nada más. No aguanto más_ le suplica el amante impetuoso. _ Bueno ponte el condón y solo un poquito, para que acabes mi “puchurrungo” Él se protege con el latex y cuidadosamente trata de introducirlo, pero está tan excitado y al ver todos sus encantos, tiene una eyaculación precoz. _ Coño no puede ser, no me puede pasar esto a mí. ¿Por qué tuvo que ser en este preciso momento? _ se lamentaba el frustrado amante. _ Luis Eduardo mi amor no me vayas a dejar sin acabar… Por favor…dame…dame papito¬_ jadeaba la ardiente mujer. _ Ven mi amor te beso los senos, y te estimularé el clítoris_ trató de llevarlo a cabo, pero en el momento de hacerlo, ella no lo se dejó para gritarle: _ Coño si no pudiste con tu huevito chimbo, ya te está pegando la vejez y no le puedes cumplir a una verdadera mujer, ¿Cómo carajo vas a pretender que yo me satisfaga con tu dedo? Viejo, si eso es lo que eres un viejo prematuro _lo rechazó y lo ofendía para herirlo en lo más hondo de su hombría. Se acomodó el bikini y los pantalones, invitándolo a irse de inmediato. Salió tras de ella, pagó la cuenta y le abrió la puerta de la camioneta. Él trató de excusarse, argumentándole era la emoción de sus bellos encantos, que era la primera vez que le pasaba, que le diera otra oportunidad. Ella estaba muy molesta y no le habló durante el trayecto a la cercanía de su casa. Al bajarse del vehículo, él trató de retenerla y le gritó: _ ¡viejo no sirves porque acabas antes de tiempo! No te preocupes yo no soy una niña tonta para decir lo de nuestras salidas a nadie. Si tienes vergüenza, no intentes buscarme otra vez_ le lanzó la puerta con todas sus fuerzas. Lérida era una espada de doble filo, muy afilada, sus palabras y hechos cortaban un cabello cuando caía en cualquiera de los filos. Luis Eduardo se sentía cortado en pedacitos, su imagen de hombre la chica la había pisoteado y como un trapo sucio la lanzó por los suelos. Estaba descontrolado y no tenía reflejos. Estuvo respirando fuertemente y jadeando, le faltaba aíre y el que respiraba sentía no lo llenaba. Las cornetas de los otros carros estacionados detrás del suyo, lo indujeron a perderse del lugar lo más rápido posible. En su interior era un perdedor, el equipo contrario le ganó el juego 10 a 0. No tuvo tiempo de nada. Lérida tenía la facilidad para hundir en el lodazal más fétido a sus pretendientes fracasados en el juego amoroso. Y hoy le tocó a Luis Eduardo, quien trataba de salir de las arenas movedizas y no pudo. La atractiva mujer lo redujo a cenizas. Y él no era el ave fénix para convertirse de sus despojos en el ave mitológica inmensa. Lérida llegó a su casa, con la cara encendida, parecía tener fiebre y su mamá notó el cambio de temperatura, el cual le achacó a la inmensa ola de calor que estaba invadiendo a la ciudad. Se volvió a bañar y sus dedos, tocaron con melodía de la autosatisfacción, la cual consiguió a los pocos instantes de su masturbación, esta práctica la hacía desde niña. Jadeó de placer y volvió a intentarlo y lo logró otra vez, ya que si no lo hacía el intenso calor de su cuerpo encendido por una pasión frustrada, la consumiría en una fiebre de rabia no expresada totalmente. Después de cenar, le expresó a sus familiares estar muy cansada y quería dormir temprano. El ruido de los carros, el “el correteo” de los autobuses y el ulular de las sirenas de patrullas y ambulancias que pasaban por las cercanías del apartamento, no le impidieron dormirse con prontitud, para olvidarse del mal momento y de los recuerdos fantasmales del pasado.

Capítulo XIV de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

Lérida inicia sus clases en la Escuela de Derecho de la Universidad “Santa Margarita”. Evalúa los diferentes profesores masculinos y en especial a Luis Eduardo Sierra, que le llamaba la atención, Sus clases eran muy amenas, echaba chistes y no seguía sus explicaciones hasta que la mayoría entendiera los conceptos legales. Ya el Profesor Sierra había interactuado mucho con ella y se atrevió a invitarla a tomar unos tragos. Pasaron veinte días y en ese tiempo la mente de Lérida era un torbellino, un gran tornado oscuro se paseaba por su imaginación. Se resistía a decirle al Profesor Luis Eduardo Sierra que ella deseaba salir con él y aceptaba su invitación a tomarse unos tragos, aunque ella no tomaba. Por otra parte quería aceptar su invitación y probarse que no era una mujer fatal, que a sus pretendientes no les iba a pasar nada, si tenían relaciones con ella. Le excitaba sentirse deseada por un hombre, no le importaba su edad, en las noches su vagina se lubricaba y soñaba con el profesor Luis Eduardo Sierra, se ponía de acuerdo en la Universidad y él la pasaba buscando por otro sitio, la llevaba un hotel y allí se entregaba a su pasión desenfrenada. Al despertarse se acordaba de sus sueños y se decía<< Coño Lérida tú no eres una putica que cualquier hombre te busca para poseerte así nomás. Date tu puesto. Tú eres una señorita que en estos momentos está dedicada a sus estudios. Acuérdate que prometiste respetarte, que te respetaran y el tiempo, tu destino, Dios te iba a proporcionar un hombre bueno, se conocerán, se casarían y tendrían hijos, bienes y prosperidad>> El anciano tiempo nos distorsiona la realidad y le pareció a Lérida hasta el momento de decidirse a salir con el profesor Sierra, verse montada en una altísima rueda de un parque de atracciones, dando dos vueltas, con la cabeza hacia abajo y sintiéndose el estómago pegado a la columna vertebral, con un pánico al vacío, hasta que llegó a la salida, mareada y dando tumbos. Al fin se le acercó al Profesor Sierra, cuando estuvo solo y al aproximarse le sonrió, dándose valor para expresarle: _ Buenos días profesor Sierra, después de mucho pensarlo y de analizar esta situación he decidido aceptar su invitación a salir. Como Usted sabe yo soy una señorita seria, de buena familia y usted no me ha visto pelando el diente a todo el que se me insinúa, aquí tengo fama de ser repelente como el mejor antimosquitos. El intercambio de ideas con un profesor respetuoso como Usted debe ser una experiencia formidable. Usted me dirá si podremos esta tarde a las 3:00 p. m., me puede pasar buscando al frente de la entrada del Ateneo de Caracas. _ Perfecto. Está muy bien, a esa hora y en el lugar indicado la pasaré buscando. Con respecto a mi le informo, soy un hombre serio, respetuoso de las damas como usted ha visto en toda ocasión. Conversar con una alumna agradable es un placer inmenso. Hasta la tarde. Lugo de almorzar Lérida, hizo una siesta de una hora, se bañó y se enjabonó tres veces, se lavó el pelo con champú y acondicionador. Se cepilló y efectuó gárgaras con un enjuague bucal. Observándose en el espejo desnuda, se fue aplicando con los dedos un perfume caro, que le había regalado su amiga Olga y lo usaba para ocasiones especiales. Se echó detrás del lóbulo de cada oreja, entre los senos, en la frente, en el ombligo, detrás de las axilas y detrás de la cintura. Parecía la diosa del amor preparándose para provocar a los hombres, incautos mortales, los que enloquecían con su belleza, por sus atributos y por no poder poseerla por ser una divinidad etérea. Se puso su bikini rosado, tipo hilo dental, el cual hacía juego con su sostén transparente y de finos encajes. La blusa anaranjada, le traslucía sus hermosos y bien formados senos. El pantalón blue jeans, con bordados los cuales bajaban a lo largo de la costura y a sus lados. Se había pintado las uñas de los píes y de las manos con un rojo intenso. El mocasín de cuero le protegían sus delicados píes. Se pasó el cepillo más de doscientas veces y se recogió el pelo con una cinta azul. Volvió a escudriñarse en el espejo, se maquilló la cara, se pintó las cejas y con un color rojo intenso los sensuales labios. Le informó a su mamá que iba a estudiar con Olga, anticipadamente le había pedido el favor a la amiga diciéndole:<> Llegó al sitio convenido a las 3:15 p. m. Al verla el Profesor Sierra le tocó la corneta de su camioneta de último modelo, de color azul claro. Se dirigieron a una famosa fuente de soda, al este de la ciudad, la cual tenía unos ”reservados”,cuartitos pequeños, separados por cortinajes. Antes de dejarlos solos el mesonero le llevaba el servicio de bebidas solicitado y no los molestaba más hasta que apretaran un timbre ubicado al lado de una lámpara con un bombillo rojo, para hacer el ambiente íntimo y provocador. _ Lérida que bueno que aceptaste mi invitación. Salud. Por nuestra amistad_ Luis Eduardo con un vaso de wisky en la mano la motivaba y ella tomó el vaso con un “fruit ponch”, lo chocó con el otro vaso y le contestó: _ Por nosotros y que seamos muy buenos amigos. Se lo quedó viendo y se rió a carcajadas, luego lo corrigió: _ Así no se brinda con la mano derecha, es con la izquierda, eso lo aprendí de mi compañera Olga Pietro. Dice es para que los brindis se repitan. _ Bueno así será y por nosotros_ expresó el hombre maduro riéndose por la picardía de la joven. Luis Eduardo la interrogaba sobre el momento que estaban pasando, si le parecía bien el lugar, si no estaba incómoda. Ella le informó sentirse muy bien porque se estaban conociendo, el sitio le parecía bien porque así nadie podía verlos, ni nadie los importunaba, era la primera vez que ella iba a un sitio como ese (y en verdad era así, ella había ido a hoteles), no se sentía incómoda porque hasta ese momento él se había portado como un caballero. Al oír sonar boleros, al invita a bailar y ella acepta. La aprisiona fuerte y siente su miembro entre su parte íntima, con las vueltas y con contorneos lo va frotando, excitándolo, él trata de besarla y ella lo evita diciéndole: _ Profesor por favor contrólese, pórtese bien y a lo mejor más adelante podrá ser. Mejor nos sentamos. Acuérdese que yo soy una señorita decente y si se va a dar esta amistad debe ser poco a poco, no violente las cosas. Tenga paciencia. Se sientan y le pregunta si desea otro trago, ella contesta afirmativamente y él toca el timbre, el mesonero pide permiso, corre la cortina y se pone a la orden. Él pide otro “fuit ponch” y dos vasos de wisky “ en las rocas ( solo con hielo). El mesonero toma la orden y vuelve a pedir permisos, corre la cortina, deja los tres vasos servidos y se lleva los otros dos vasos. Luis Eduardo se toma rápidamente uno de los vasos de Wisky para colmarse. Al oír las canciones de salsa de moda, ella lo toma de la mano y empiezan a bailar, se le pega y lo frota frecuentemente, él la abraza fuertemente, y la besa por las mejillas y el cuello. Ella no lo deja besar su boca y él le pregunta el porqué. Le contesta que ella besa a alguien si son novios, y por los momentos se están conociendo, se están haciendo amigos, que tenga paciencia, de su comportamiento hoy dependerá si volverán a salir. Luis Eduardo pensaba y analizaba la situación: <> Él le da vueltas, la frota y la suelta, la halaga apretándola, con su mano la pone a girar, la lanza hacia atrás y la atrae pegándole su cuerpo ardiente. Bailan y conversan durante dos horas. Ella pregunta la hora, él responde son las 5: 30 p. m. y ella se para de repente, invitándolo a llevarla cerca de su casa. Él no quiere irse y trataba de retenerla, pero antes de sus insistencias, aceptó. Tocó el timbre, le pidió la cuenta al mesonero, pagó dándole una buena propina y salieron hacia la entrada de la fuente de soda. Abordaron la camioneta y él le preguntó hacia donde la llevaba, ella le indicó, le dio varias referencias de negocios reconocidos, cercanos a su casa y al llegar antes de las tres cuadras de donde estaba ubicado el edificio, le pidió el favor de dejarla. Antes de bajarse le dio las gracias por los momentos felices que pasaron, se había portado bien y ella le expresaría cuando volverían a salir si él estaba de acuerdo. _ Gracias Lérida, también por esos gratos momentos que disfrutamos. Claro que quiero volver a pasar otras ocasiones contigo. Espero pues señorita que no pase mucho tiempo porque voy a estar esperando esa respuesta. No te preocupes que soy una tumba y nadie se va a enterar de lo nuestro. Cuando se vaya consolidando y se formaliza, se hará público. _ Cará profesor, no sea un avión y no vuele tan alto. No diga cosas negativas, de tumbas, muertos. Dios lo cuide y lo proteja. A mi eso me da miedo. No hay que contar los pollos antes de nacer. Y cuando se van a dar las cosas se darán. Chao Luis Eduardo hasta pronto _le contestó arrugando la cara y expresando temor, luego se sonrió, cerró la puerta con delicadeza y empezó a caminar lentamente. _ Chao Lérida. Cuídate. Nos vemos en la Universidad. La dejó caminar un buen trecho, para ver sus nalgas sólidas, su meneo un poco provocativo, luego aceleró para dirigirse a su apartamento, él era soltero y vivía con su anciana madre y una hermana divorciada. Al día siguiente se encontró con su amiga Olga, quien al verla inmediatamente le preguntó: _ Chama ¿Cómo te fue con el chico ayer? ¿Cómo la pasaron? _ Chama, muy bien. Tuve que ponerle frenos, se excitó y me quería besar en la boca, yo no me dejé y le hice saber iba muy rápido, me hizo caso y se controló_ le contestó riéndose. _ Pero ¿Yo lo conozco? ¿Es de la Universidad? Anda dime que yo te guardo el secreto…dime..dime…dime…no seas maluca conmigo y confía en mí, seré una tumba_ la aturdía en su interrogatorio y la halaba para que respondiera. _ Mira amiguita del alma. Métete con el santo pero no con la limosna. No me gusta identificarte a mis amigos. Más adelante es posible que puedas conocerlos. En este caso es solo un amigo y no vale la pena decirte quien es_ la regaño Lérida poniéndose brava. _ Chama, está bien pero no te molestes conmigo. Vamos a entrar a clases con el Profesor Luis Eduardo Sierra y en el receso vamos a comer algo en el cafetín. Oyó con mucha atención la clase y estaba tan concentrada que no escuchó cuando él le preguntó: _ Bachiller Gamarra ¿cómo diferencia Usted el derecho de la moral? _ y le volvió a formular la pregunta. Ella enseguida se acordó cuando estaban en el reservado él le había insistido, hablando de todo un poco de que “el derecho se refiere a la realización de valores colectivos mientras que la moral persigue la de valores personales”. _ Bueno Profesor: “el derecho se refiere a la realización de valores colectivos y la moral persigue valores personales”. _argumentó con una seguridad asombrosa. _Muy bien Señorita Gamarra. Tiene 20 puntos, en la evaluación continua. Queridos bachilleres, siga el ejemplo de esta excelente alumna, se ve que es muy aplicada y estudiosa. ¡Felicitaciones bachiller Gamarra! Ella se sintió que le ponía en un pedestal muy alto y el hecho de destacarla como modelo a sus compañeros, era para enaltecerla y para que estudiaran su materia, aunque él le había repetido como loro ese concepto y menos mal que se lo aprendió. Que pena hubiera sido si no se lo habría recordado, por algo él se lo enfatizaba y gracias a su memoria salió bien. Al terminar la clase, Olga la abraza y la felicita emocionada: _ Chama, eres un cerebrito y debo seguir tu ejemplo. Parece que te dan resultados estudiar por tus benditos esquemas_ _ Gracias chama, no merezco tantos elogios y felicitaciones. El secreto es oír bien cuando repites un concepto, tratar de memorizar lo más importante y mis esquemas no fallan_ se jactaba la presumida. En ese instante se le aproximó el Profesor Sierra, le extiende la mano, le quiñe el ojo izquierdo y la felicita diciéndole: _ la felicito Bachiller Gamarra, siga estudiando con ahínco que va muy bien en esta materia. Recuerde los acuerdos de las partes también genera derecho. _ Claro que si profe. En los contratos se estipula un tiempo y si las partes lo cumplen se está acatando la norma jurídica. Hasta pronto profe y que pase un feliz semana _ le expresó la complacida alumna. _ Hasta pronto Bachiller. Olga estaba tan sorprendida al oír hablar y responder a su mejor amiga y le dijo: _ chama ya estás hablendo como toda una profesional y de tú a tú como si ya estuvieras graduada, me sorprendes y te admiro mucho. Debe aprender de ti, tu soltura, tu seguridad y tu inteligencia. Lérida se reía complacida, pensando tomaba ventajas y sus compañeros pensaban que se lo había ganado por méritos propios, no sabiendo que para conquistarla ese profesor la alagaba y la hacía aparecer como una estudiante con muchos méritos propios.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Capítulo 13 de la novel La motolita de Alberto Isaías Guilarte

Para Lérida el madrugar no le causa inconvenientes, la costumbre se hace hábito y al movilizarse en el Metro, llega con facilidad a la Estación de Petare y toma un autobusete que la deja en la Universidad. La neblina envuelve las montañas y las edificaciones, las caminerías y jardines se tupen de rocío y la niebla se escapa lentamente, elevándose del suelo para encontrarse con las nubes. El frío de la mañana se cuela hasta los huesos, no se ve ni a medio metro, es como caminar dentro de las nubes. La mayoría de los estudiantes se calientan el estómago con un cafecito negro, “un guayoyo” y piden empanadas, cachitos o sándwiches variados. Las neuronas están más activas y despiertas, los nuevos aprendizajes se graban en la mente, es el tallado en la piedra de la conciencia. Un profesor de estatura mediana, canoso, de color moreno, delgado, nariz y labios gruesos, bien afeitado y viste un flux beige, camisa blanca y corbata multicolor, se presenta a los estudiantes: _ Bienvenidos señores bachilleres les habla el Profesor Luis Eduardo Sierra de la Cátedra Derecho I. Ya desde este momento deben considerarse Abogados de la República, para que en su mente se vaya acostumbrando a lograrlo. Lo que pensamos y anhelamos hoy, lo vamos haciendo en el futuro. El futuro es hoy. Yo soy muy exigente con mi materia, deben estudiarla y tenerla al día. Deben leer bastante. Vamos a entrar en materia: Vamos a definir en primer lugar norma, tiene dos acepciones en sentido amplio o lato sensu aplícase a toda regla de comportamiento, obligatorio o no; en el sentido estricto: stricto sensu corresponde a lo que impone deberes o confiere derechos. Las reglas cuyo cumplimiento es potestativo se llaman reglas técnicas. _ Profesor, Profesor disculpe va dictando muy rápido y yo me quedé en la lata sensu_ interrumpió Olga Pietro, levantando la mano derecha. _ Señorita ¡Que ocasión tan oportuna! Para aclararle a todos sus compañeros que la mayoría de los profesores no venimos a dictar como en bachillerato, las clases se denominan magistrales porque los profesores exponen la materia de corrido, los alumnos intervienen para que se les aclarare dudas, para hacer aportes y para debatir ideas sin caer en discusiones estériles. Y les enfatizo que deben tener dominio del latín. Se oyó un murmullo de risas burlonas. ¡ Silencio! ¡ Silencio! No deben irrespetar jamás algún compañero, no se pueden reír de alguno porque ustedes crean que tengan la razón y a mí jamás en mis clases vuelvan a hacer lo que hicieron hoy. Olga se quedó congelada, su rostro estaba encendido y toda apenada bajó la cabeza. _ Señorita no es para tanto, no se incomode. En el proceso de enseñanza –aprendizaje se van dando las reglas del juego. Luego escribió en la pizarra el concepto de ley natural. Describió las normas de conductas y las leyes naturales, el concepto del deber. Todos los estudiantes lo oían atentos y algunos resumían las ideas más importantes. Dejó a todos asombrados cuando les explicaba los imperativos categóricos de Kant. Hacía resúmenes en el pizarrón, al llenarlo los borraba y repetía las acciones. El timbre lo interrumpe y les grita: _ un momento no se vayan, para la próxima clase por lo menos deben haber leído los tres primeros capítulos del libro de Eduardo García Maynes, Introducción al estudio del Derecho. Para que intervengan y tomaré muy en cuenta su participación, con evaluaciones continuas. Lérida se le acerca a Olga y la consuela diciéndole: _ lo siento chama, no era yo y me quería morir de la vergüenza. Claro eso le pasa a una porque está acostumbrada a la copiadora de los benditos apuntes. Bueno amiga, ya pasó el temporal, no le pares a los compañeros, uno por miedo, se ríe hasta cuando se cae un lápiz a alguien. _ Gracias amiga, si no te tuviera a ti, no se donde me hubiera metido, ahora en el intermedio te brindo algo_ le sonrió la compañera. Pasó el tiempo estipulado para el receso y se dirigieron nuevamente ala salón de clases. Un joven falco, alto, de pelo rubio, con una barba cerrada en forma de candado, con una chaqueta de tela de blue jeans, pantalones del mismo material y con zapatos deportivos blancos, se sienta en la silla del profesor y uno de los alumnos le dice:_ mira chamo, párate de allí porque si viene un profesor te puede llamar la atención. _ Bachilleres siéntese yo soy el Profesor Raúl Manrique, mi materia es la Sociología Jurídica. Y vamos a pasar la asistencia para irlos conociendo. _ Perdóneme profesor no sabía, que usted es docente, se ve tan joven_ le respondió Juan Echenagucia, todo apenado y tratando de excusarse. _ Si señores aunque tenga cara de niño tengo 33 años, la edad de Cristo. Muchos estudiantes, de acuerdo a mi experiencia, piensan que la materia es “gamelote”, paja, porque hay que leer mucho de temas sociales y de aparente cultura general. Todas las materias tienen su importancia y está en cada uno de ustedes prestarle la atención y la dedicación debida. Muchachos su trabajo es estudiar más nada. Si elaboran planes de estudios, o cronogramas, investigan los trabajos asignados y lo presentan como es debido, les aseguro que tendrán éxito en sus estudios. Pero si vienen a echar físico, a hacer relaciones públicas, a no estudiar y solo a “bonchear”, el panorama es negro. Y muérete que chao! Porque yo también como joven, hablo calé de la subcultura de los barrios y de los delincuentes que poco a poco se ha ido introduciendo en todos los órdenes de la vida nacional. Para irlos motivando con mi materia les voy a poner un trabajo de investigación libre sobre “influencias del lenguaje delincuencial y de las clases sociales bajas en los grupos formales de la sociedad”. Okay les gustó el tema, se que se van en esmerar en hacerlo y lo van a presentar dentro de un mes_ argumentó el Profesor Manrique, dejándolos a todos impresionados por su desenvoltura e identificación con sus maneras y modos de actuación. La clase transcurrió con las definiciones de la Sociología Jurídica, les dio una biografía de Augusto Comte, nombrado el padre de la Sociología. Y para romper el hielo interrogó a los estudiantes sobre la terminología juvenil de moda, todos fueron aportando conceptos: calé, chamo, burda, campanero, geva, bonche, ·pelo a pelo”, biyuyo, etc., etc. La clase fue muy amena y al finalizar la mayoría le había parecido la mejor que habían tenido y sobre todo opinaban que el profesor “era zumbao”. Lérida junto con Olga, aceptaron en su grupo de estudios a Joao Freitas y Efrén Perdomo, asistían a la biblioteca de la Universidad, algunos fines de semana estudiaban en la casa de Olga. Lérida les enseñó a realizar esquemas, discutían la interpretación de los artículos de la Constitución o de otras leyes. Para el primer trimestre Lérida salió bien en todas sus materias, con un promedio de doce puntos, Olga sacó trece, Joao lo tuvo de catorce y Efrén también de doce. Había algo en Lérida apetecible para los hombres mayores, el Profesor Luis Eduardo Sierra siempre la observaba fijamente y una tarde se le acercó y le expresó: _ Estimada Señorita Gamarra si no le parece una insolencia de mi parte me gustaría conversar con usted en otra parte que no fuera aquí en la Universidad, si usted acepta la invitaría a tomar unos tragos ¿Qué me responde?_ La veía fijamente a los ojos, usando una técnica de persuasión. _ Mi estimado profesor, me halaga su interés por conversar en otro lugar y su invitación a tomar. Pero en los actuales momentos me he hecho la promesa de dedicarme plenamente a mis estudios y quizás mas adelante le acepte su invitación .Aunque yo no tomo. Espere que sea yo quien le de la respuesta. Y muchas gracias por su gentileza _ ella contesto algo nerviosa y tratando de serenarse. <> No comento con ninguno de sus compañeros ni con sus familiares la invitación de su profesor. Asistía a sus clases, saludaba muy respetuosamente a sus profesores, regularmente estudiaba con el grupo. Algunos fines de semana, iba al cine con su prima Luisa, bailaba frenéticamente y trasmitía su alegría en las dos fiestas que la invitaron compañeros de estudios. Siguió no aceptando la apretaran bailando boleros o se retiraba en algunas ocasiones, estaba tentada a “apechugársele” a algún pavo que le atraía y se retiraba. Si estaba alegre, reía y era una pareja bailando, estas condiciones confundían a sus pretendientes, quienes en todo momento buscaban bailar apretaditos con ella, pero ella “reculaba” y no se lo permitía. Lo prohibido es lo mas codiciado y a lo mejor ese antagonismo entre rechazar las apretadas y el querer ser rozada, era lo que le hacia mas codiciada por los muchachos. Claro, ella estaba consciente de su papel de “repelente” su alma de “puercoespín” y al poner resistencia la hacia ser un objetivo apetecible para los pavitos machistas. En la Facultad de Derecho, al igual que en otras facultades se esta organizando la elección de la reina de Carnaval, ella acudió al lanzamiento de candidatas por escuelas y muchas de sus compañeros la nominaron por la Escuela de Derecho y ella no acepto alegando había otras chicas mas hermosas. En su interior su ego exploto al oír su nombre coreado por más de 200 estudiantes. El sentirse deseada y rechazar su postulación, la hacia sentirse mas importante y no ser un capricho de una mayoría, que la haría su reina. Claro también temía no estar al nivel de las exigencias en vestuario, maquillaje, asistir a fiestas, representar a la Universidad en eventos, etc. y por esos motivos no aceptó ser candidata. Se sentía muy feliz porque a pesar de mostrarse repelente cuando bailaban con ella o en algunas ocasiones cuando “le echaban los perros”, era deseada, apetecida por una mayoría y ella se daba el gusto de rechazarlos.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Capítulo N.12 de la novela La motolita de Alberto Isáías Guilarte

Lérida Gamarra Andrade acude la cita con el Dr. Poleo y le informa estar durmiendo mejor, no tiene ya las pesadillas y le solicita reducir las dosis de los medicamentos por tener dificultad para pararse temprano para ir al Liceo. El Dr. Poleo la felicitó por su fuerza de voluntad, de colaborar con su tratamiento y le redujo la dosis de los medicamentos. Le ordenó <> Al acudir al mes a la Consulta, cumple su palabra y le da cita de control a los 6 meses. Para variar de lectura abre la Biblia al azar y lee en voz alta: José y la esposa de Potifar Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas o a que lo habían llevado allá. Más Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía: y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. Y dejó todo lo que tenía en manos de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia. Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y dijo a la mujer del amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuánto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? Hablando ella a José cada día, y no escuchándola a él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los casa allí. Y ella lo asió por la ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyo y salió. Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, llamó a los de la casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa. Entonces le habló ella las mismas palabras diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. Y cuando yo le alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del Jefe de la cárcel. Y el Jefe de la cárcel entregó en mano José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el Jefe de la cárcel cosa alguna de las estaban al cuidado de José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba. Al terminar de leer este capítulo de la Biblia, se pregunta << ¿ Será posible que Dios me esté hablando en este pedazo de la Biblia? Yo que la tomo y la abro de repente sin proponérmelo, y aparece este relato que me está diciendo cambia y esta mujer se parece a mí, claro yo no soy casada y ella si, trató de seducir a otro hombre, lo injurió y lo metieron preso siendo inocente. Yo tengo que dejar de ser poseída por hombres que a mí me gustan. ¡Cónchale dedícate primero a tus estudios! Ese es el camino para que seas una profesional en la vida y tengas un hogar estable, legal y puedas con la ayuda de tu esposo tener hijos, bienes y mejorar cada día tu calidad de vida. Hazle caso a las enseñanzas de tus padres y a la de tu abuelita. Deja de ser una pecadora. Otro día seguiré leyendo la Biblia>> Cerró el libro sagrado y se acostó a dormir. Lérida se dedica a estudiar con más ahínco y a recuperar las materias con bajo promedio. Llegó el mes de Julio y los exámenes finales. Se trasnocha estudiando y repasa todas las materias. Logra pasarlas todas con nota regulares. Ya las pesadillas son un mal recuerdo. Todos los domingos sigue la rutina de acompañar a su mamá a misa. En su casa ayuda en la realización de oficios del hogar. Oye música, canta las canciones y baila con una escoba, cuando está barriendo el piso de su apartamento. El comité de graduación realizó dos verbenas bailables, a las cuales había asistido Lérida y disfrutó muchísimo. Bailó no permitiendo a sus compañeros pegársele mucho cuando bailaban los boleros o en algunos otros ritmos como el merengue. El acto de graduación se efectuó en la casa de “ Andrés Bello”, acordaron contratar una empresa para usar togas y birretes negros, la foto para la ocasión y cumplir con el protocolo. Después de recibir el título de Bachiller, Lérida se sentía inmensamente feliz por haber logrado culminar esta etapa de su vida estudiantil. Jesusita Flores, alias “fealdad en pasta”, solicitó el permiso para recibir el título de Bachiller, por haber alcanzado el índice académico más alto e igualmente le correspondió dar el discurso en representación de sus compañeros graduandos. <> La mayoría de los estudiantes sollozan tratando de hacerlo en silencio, pero como un eco triste se expande por el auditorio y las lágrimas corren por las mejillas de los graduandos. A Lérida, las lágrimas le brotan y el manantial es fluido, no se puede contener y la cabeza le da vueltas, está a punto de desmayarse. Hace grandes esfuerzos para respirar profundamente, una y otra vez hasta lograrse calmarse. _ Ha concluido el minuto de silencio. Pueden sentarse_ siguió hablando Jesusita Flores. Al sentarse Lérida no la oía y estaba en otra realidad, concientizó la culminación del discurso cuando oyó los nutridos aplausos. Cuando el maestro de ceremonia concluyó sus palabras con el ”ha concluido el acto” por imitación lanzó el birrete al aíre, abrazó y besó a sus compañeros, se decían <> Cuando se terminó el acto, buscó a sus padres, hermanos, a otros familiares y amigos, quienes la abrazaban, besaban y felicitaban por su logro alcanzado. Su papá la invitó a almorzar en unión de todos en una venta de pollos asados, cercana a su casa. Brindaron con cervezas. A los tres meses, después de registrar el título en el Registro Principal, se inscribió en la Escuela de Derecho de Universidad “Santa Margarita”. Ese día su papá se esmeró en llevarla en su vieja camioneta de pasajeros, después de pedirle la bendición y agradecerle haberla llevado, lo convenció para dejarla ir sola ya que a partir de ese momento tendría que hacerlo así. Lo que le preocupaba era que la vieran en el transporte de pasajeros, retocado en la pintura exterior por parches y los asientos con remiendos, a lo mejor sus futuros compañeros “chic” le podrían sacar el cuerpo por no ser de su clase social. Se alimentaba así su prejuicio social del “que dirán”. Así como la carretera muy empinada que la había conducido hasta esa universidad, se había inflado su ego, ¿Por qué debía compararse con los “sifrinitos” provenientes de clases sociales pudientes? No era una muestra de su inseguridad y de no estar segura, de no sentirse bien en la familia de estrato humilde donde había crecido. Los grandes edificios rodeados de árboles y montañas, las bellas caminerías escoltadas por jardines con preciosas flores, el clima fresco y frío, le daban una bienvenida inolvidable. Por lo alto del lugar se sentía más cerca del cielo, las nubes y la neblina arropaban las montañas y despertaban su alma soñadora. En la Escuela de Derecho revisó la lista de alumnos, se encontró y tomó nota de las materias, horarios y los salones donde se impartirían las materias. Se dirigió a uno de los cafetines, compró un “café con leche grande” y un cachito de jamón y queso. Se sentó en una mesa y empezó a escudriñar con los otros comensales, los jóvenes reían haciendo bromas, gritaban y las conversaciones casi no se oían. Al detallar la ropa y accesorios que usaban, se sintió que la de ella era de menor calidad, claro los ingresos de su papá sólo le permitían comprar ropa en el Mercado “Guaicaípuro” a los vendedores informales llamados “buhoneros”. Tenía que hablar con sus padres para hacer un préstamo a alguien de la familia y comprar buena ropa para sentirse igualada a sus futuros compañeros, porque si no se iba a sentir muy mal si alguno la miraba mal o en un momento le diría que su ropa la compraba en los mercados populares. ¿Por qué debía ser ella así? Inconforme, autocrítica. ¿Por qué debía compararse con los que tenían más que ella? Dígame si con los grandes sacrificios de sus padres, no les alcanzaba para las mensualidades, transporte, meriendas, compra de libros, etc. ¿Por qué tengo que enrollarme antes de tiempo? Eso es lo que me pasa a mi, me mortifico por todo, no digo pesadillas le dan a una y no solo por las culpas de las cosas malas que una hace. Sino por todas las pendejadas que una se pone a pensar si se compara con las demás personas. ¡No ya basta Lérida Gamarra! Eso es miedo, la resistencia al cambio. Te encontrarás personas que como tú van con grandes sacrificios como lo estás haciendo tú. Y también habrá sifrinitos que no le paran a esas pendejadas. Bueno por si las moscas haré que me compren ropa de mejor calidad y como dice el refrán: El hábito no hace al monje. Tú te darás tu puesto y como siempre podrás llegar a donde tú quieras. Por eso te pareces a las águilas, vuelan muy alto, estudian a los animalitos que van a capturar, tienen una mejor visión desde las alturas y se lanzan zuas atrapan a sus víctimas y se los comen con sus crías en sus nidos muy altos. Bueno águila deja de filosofar y conquista también este mundo. Se le acerca a una muchacha que está comiendo sola en una mesa de enfrente. Flaca, de color blanco, de cabellera corta de color negro y con lentes con montura al aíre y le pregunta si no le incomoda que converse con ella, la otra mueve la cabeza negativamente, ella le sonríe y se le presenta: _ mucho gusto, me llamo Lérida Gamarra ¿Qué carrera vas a estudiar?_ le extiende la mano y la joven le da la mano contestándole: ¡Hola mucho gusto! Yo soy Olga Pietro, menos mal que tú no eres introvertida y te atreves a relacionarte. Yo voy a estudiar el primer año de Derecho. Lérida grita riéndose escandalosamente: _ No puede ser chama. Qué casualidad yo también voy a estudiar Derecho. Que bueno el destino nos une para ser muy buenas amigas. Olga se sorprendió por la repuesta inesperada de la chica y le pregunta: _ ¿ A que hora te vas? ¿Te vienen a buscar?_ _ Cuando converse un rato contigo y no me vienen a buscar. Mi papá me dejó y se fue para su trabajo. ¿Por qué me preguntas si me vienen a buscar?_ enfatizó Lérida. _ A mi me vienen a buscar mi mami y te puedo dar la cola por lo menos donde puedas tomar el metro_ dijo Olga amablemente. _ Qué bueno. Estoy de suerte hoy porque ya tengo una amiga de la Escuela de Derecho y de paso me va a dar la cola y gracias a Dios. Cuando se acercaba la hora, Olga la invitó a acompañarla al sitio convenido con la mamá, quien la recogió en una camioneta de lujo. _ ¡Hola mami! Bendición tengo el gusto de presentarte a Lérida, quien también va a estudiar Derecho, vamos a darle la cola por lo menos al metro de Petare, como nosotras pasamos cerca de allí, por ir nosotras al Este_ argumentó Olga. _ Mucho gusto señorita mi nombre es Fernanda Gómez de Pietri, me agrada que la nena tenga ya una amiga y con mucho gusto te llevo allá. ¿ Para dónde vas tú?_ dijo la recién llegada. _ Mucho gusto señora, yo soy Lèrida Gamarra y les agradezco su gentileza. Yo voy para el centro de la ciudad, pero está bien me pueden dejar en la estación del metro de Petare para no importunarlas. Lérida se propuso no evaluar ni comparar la situación. Al llegar al sitio indicado dio las gracias y se despidió: _ Hasta pronto señora Pietro, muy amable y muchas gracias. Nos vemos pronto Olga. Chao. Al llegar a su casa, les contó a sus padres y hermano lo sucedido. Les argumentó que debía comprar ropa de mejor calidad para estar mejor presentada, su papá le prometió meter un préstamo a la caja de ahorros de la línea de pasajeros donde trabaja y que ella tenía razón, eso sería un estímulo para sacar buenas notas. Con respecto a la nueva amiga, podría darle la cola de vez en cuando para no hacer de eso una obligación para esa señora. <> _ Yo no le llevo nada con la mía_ contestó el gocho y todos rieron de la broma.

martes, 24 de septiembre de 2013

Décimoprimer capítulo de la novela la motolita de Alberto isaías Guilarte

Lérida Gamarra Andrade no durmió bien durante una semana, se desvelaba y cuando se dormía veía la Profesor Alfonso acusándola por su muerte. Algunas veces en sus sueños era ella quien lo lanzaba al vacío, desde la terraza del edificio donde se suicidó. Se despertaba gritando y temblando de miedo. Ya en su casa, tampoco sus padres y hermano pudieron dormir bien en esa semana, se levantaban sobresaltados para auxiliar a Lérida, la mamá le sobaba y la consolaba diciéndole: <> Ella gritaba: << mamá yo no estoy loca. No sé lo que me pasa: A lo mejor me pegó la muerte de mi profesor de Física. Era muy querido por todos nosotros, los estudiantes del Liceo. Ya se me va a pasar>> Tanto insistió y convenció a su papá para llevarla a la Consulta de Psiquiatría del Hospital Vargas. Después que el papá tramitó la cita, para la fecha fijada, se levantaron muy temprano como de costumbre, desayunaron aprisa y él la llevó en su camioneta de pasajeros. Acordaron se irían por su cuenta, para poder cumplir con sus obligaciones en la Línea. Al oír su nombre, Lérida se sobresaltó y su corazón latía apresuradamente. _ Cálmate muchachita. Deja los nervios. Pasa con la enfermera_ le susurró su mamá tratando de controlarla. El Dr. Isaac Pardo, de contextura fuerte, de estatura mediana, calvo y de color blanco le indica se siente. Le da la mano y se presenta. Le pide información sobre sus datos personales, los anota en la historia clínica, hace un alto y le pregunta:<> Ella le contestó muy insegura, era debido a que no podía dormir en una semana por motivos de pesadillas. Al pedirle detalles de ¿cómo eran? ¿Quiénes aparecían en las mismas? ¿De que te sientes culpable? <> _ Ahora relátame como ves la escena de ese suicidio de tu profesor_ le precisó el Psiquiatra. _ Desde hace días en el sueño yo soy quien lo empujo y él se mata. Doctor yo no tengo la culpa de si él se mató. Yo soy culpable_ gritó y lloraba sollozando inconsolable la paciente. _Toma una tollita y sécate_ le indicó el Doctor Poleo_ Tu no eres culpable por ese suicidio, ni de ningún acontecimiento parecido, si es que hubiese pasado. Dime una cosa, lo que digas aquí es secreto profesional y no lo sabrá nadie ¿Tú tenías algo con ese profesor?_ la interrogó con cierta persuasión el médico. _ Ay Doctor. Si en verdad me guarda el secreto, yo se lo voy a contá, pero no se lo cuente a nadie, menos a mis padres, porque me moriría de vergüenza_ expresó la motolita, sollozando más pausado y respirando profundo. _ Te insisto. Por tu bien y para que mejores tu descanso, tu sueño sea reparador, cuéntame con detalles lo se tu relación con ese profesor_ le precisó el doctor Poleo. _ Bueno, resulta que salimos varias veces, yo me jubilé de clases para ir a bailar, en la segunda ocasión me motivé tanto que estuve con él sexualmente, no es el primer hombre con quien estoy. La tercera vez que él trató de tener relaciones sexuales conmigo, acabó rápido y yo me quedé insatisfecha. Me puse brava y lo ofendí y le dije que ya era un viejo, que habíamos terminado. No quise tener más nada con él. Él trató de buscarme y yo no lo atendía, entonces se metió a la bebida, en el Liceo lo amonestaron varias veces. Él guardó nuestro secreto. Se volvió un borracho…y se suicidó. Yo no tengo la culpa doctor…yo no lo maté ¿Verdad? ¿Dígame qué él lo hizo solito? Yo no soy culpable. ¿Verdad doctor?_ volvió a desesperarse y a llorar fuerte. _ Cálmate Lérida. Si en algo pudieras tener culpa, es en haberle ofendido su papel de hombre. Lo hiciste porque te sentías muy mal y creo que eres violenta e impulsiva, lo recriminaste y él al no poder seguir contigo, tal vez porque se enamoró de ti, fue débil, estaba muy deprimido y se suicidó. Lo importante es que tú drenaste conmigo. Tú no eres culpable por su muerte. Yo te voy a indicar unas cápsulas, a partir de hoy debes tomarlas de acuerdo a las indicaciones. Nadie sabrá nada de ese secreto que tú me contaste y que el profesor se llevó a la tumba_ le enfatizó el profesional, logrando tranquilizarla. La joven lloró intensamente y poco a poco fue calmándose. _ ¿Cómo te sientes ahora Lérida? ¿Bien? Me alegro. ¿Tienes alguna otra preocupación que crees tú te mortifica tanto? No dejes de tomarte las medicinas y pide la cita para verte dentro de 15 días_ dijo con énfasis el Dr. Poleo. _ Gracias Doctor me siento como si me hubiera quitado un peso de encima. No, no tengo más nada que me mortifique. Me preocupan normalmente mis estudios. Al Usted decirme que no soy culpable por esa muerte, me alivié tanto. Ya yo seguiré sus instrucciones al pié de la letra y nos veremos dentro de 15 días. Hasta pronto Doctor y nuevamente muchas gracias. Chao _ aseveró la chica. _ Chao Lérida. No descuides tu sueño y cuídate. Te va ir muy bien. Le extendió la mano y el Doctor le apretó suavemente, se sonrió y salió del consultorio. Al verla salir su mamá le preguntó cómo le había ido en la consulta, ella le respondió muy bien y le sonrió satisfecha. Se dirigieron a la secretaría y pidió una cita para los próximos quince días, se la anotaron en una tarjeta y se dirigieron a la salida del viejo hospital. Caminaron largos pasillos con jardineras en el centro y a ambos lados se encontraban las salas de hospitalización. Al llegar casi a la entrada, se encontraron con la estatua del Dr. José María Vargas, está sentado y es imponente porque mide más de tres metros. De esta forma la capital honró con esa escultura a aquel médico sabio, precursor de la medicina en el País. Al llegar a la parada de autobuses, tomaron uno que los dejaría a una cuadra de su casa. Lérida contempló los mendigos, recojelatas, varios locos y borrachos que deambulaban por las calles. Los postes de la luz, negocios, edificios, personas y automóviles pasaban rápidamente por su vista, al movilizarse el transporte público repleto de pasajeros. Su mamá la dejó distraerse y en su imaginación volvió a repasar las escenas desde que era niña cuando mantuvo relaciones sexuales con los amigos de su mejor amiguita, a cambio de tomarse unos refrescos, sus noviazgos escondidos con el italiano dueño del taller mecánico, con el portugués del abastos, ahora lo sucedido con el profesor Alfonso. Se interrogaba: << ¿Qué ocurre con el destino de aquellos hombres con quien se ha empatado? ¿Por qué les va mal? ¿Acaso les transmitió un halo de mala suerte? ¿Será por ser unas relaciones sucias, pecaminosas, a escondidas? ¿A ellos se les castiga de esa forma? ¿ Será que tengo derecho a enamorarme cristalina, transparentemente como debe ser? Pero yo no soy culpable de lo que ellos hagan con sus vidas. Pudieron haberme olvidado, seguir con sus esposas los casados, buscarse otra amante. Pero eran débiles, yo no soy la última Coca cola del desierto, todos me dicen que estoy buena y lo estoy, hago el amor rico. No debes tener culpa de nada. Mi vida debe continuar. Me tomaré mis medicinas, voy a dormir profundamente y no voy a tener más pesadillas ¡NO VOY A TENER MÁS PESADILLAS! ¡NO VOY A TENER MÁS PESADILLAS! ¡ NO VOY A TENER MÁS PESADILLAS! >> Trataba de autosugestionarse para dejar de presentar las pesadillas, su mirada en el cielo, concentrada y estática. Era indiferente a los acontecimientos que sucedían a su alrededor. _ Hija llegamos. Vamos a bajarnos_ le anunció su mamá. Se sintió sacudida y como si despertara de un sueño profundo. Cuando estamos preocupados por alguna situación conflictiva nuestro inconsciente nos induce a practicar “malas jugadas”, nos guía a repetir errores, como dicen los psicoanalistas <>. Al no ser conscientes, no lo entendemos y vamos dando tumbos en la vida, de fracaso en fracaso, dañando a otros sin darnos cuenta. Si tenemos la suerte de hacernos psicoterapia o ser orientados por un profesional de las ciencias de la Conducta, psicólogo o psiquiatra, podemos << Hacer consciente lo inconsciente y sanar para bien nuestro y de los demás>> Después de cambiarse la ropa por una bata casera, ayudó a la mamá a elaborar la comida, a la hora del almuerzo, sirvió la sopa y la comida a su papá y hermano. Todos se sonreían cuando la veían cantar las últimas canciones de salsa, impuestas en la radio de tanto ponerlas y repetirlas en las diferentes estaciones. _ Mija gracias a Dios y a María Santísima que usted ya se ve mejor y con otros ánimos_ le enfatizó su papá muy sonreído. _ Si papá con el tratamiento que me hizo el Doctor Poleo y con las cápsulas que me recetó se me van a quitar esas pesadillas. Me afectó mucho la muerte de mi profesor de Física, que Dios lo tenga en la gloria y lo perdone. _ No me gusta verla así, toitica echá aperdé, dando berridos a media noche o de madrugá. Ya tá bueno y palante es que brinca el sapo. Oras, hijita querida_ le destacó el amoroso padre con su sonsonete andino. Al adquirir las medicinas y tomárselas antes de acostarse, esa noche durmió tranquila y profundamente. Al sonar el despertador su mamá la estremeció por haberse quedado dormida. Se levantó lentamente, se duchó y se vistió con el uniforme del liceo. Acompañó a sus familiares en el desayuno, informando haber dormido muy bien, tenía excelente ánimos y a partir de hoy sería una mujer hecha y derecha. Al llegar al liceo sus compañeros le preguntaron la causa de su ausencia, les respondió por haberle pegado la muerte del profesor Alfonso y se sintió tan mal, no teniendo fuerzas para ir al entierro. Preguntó quienes habían ido, si le dieron el pésame a sus familiares, por cierto era soltero. Todos “lloramos a moco suelto. Él no merecía esa muerte. ¿Qué le habrá pasado al profe? Ella le contestó existen personas muy débiles y ante los problemas diarios de la vida, se les va llenando el vaso, hasta que viene la última gota y se derrama, no tienen ya más fuerzas de seguir luchando y creen que el suicidio es la solución. Nadie debe culparse por la muerte de esas personas que según leyó en un libro están en una posición existencial: <> _ ¡Caramba muchacha! Ese si es un caletre de Psicología. Te felicito, tú sirves para ayudar a la gente. Estudia Psicología o Psiquiatría_ dijo su compañero Luis González. Al dar esta explicación a sus compañeros se autojustificaba y sus mecanismos de defensa le eximía de toda culpa, debía seguir su viada normalmente y lo pasado ya había pasado, después de la tormenta viene la calma. Era un velero en alta mar, con las velas destrozadas pero el casco de la nave estaba intacto, las grandes olas y el fuerte viento la llevaban para arriba, para abajo, sin rumbo fijo, luego fue amainando la tempestad y la mar venció al viento. ¡Que serenidad, quietud, paz te da la mar calma y con poco viento! Así se sentía. <> En su mente hacía un gran esfuerzo para concentrarse, sus pensamientos retumbaban, eran truenos, debía seguir concentrándose y aparecer tranquila <> Al ingresar al salón de clases, se encuentra con el sustituto del Profesor Alfonso. Es Juan Bermúdez, nacido en Cumaná, es moreno, de nariz chata, pelo rizado y muy extrovertido, hace chistes en las clases y explica minuciosamente a sus alumnos para integrarlos al proceso enseñanza-aprendizaje. A la “motolita” el tiempo le evitaba recordar a sus amores del pasado, era tosca y contestaba mal cuando algún compañero la piropeaba, A veces los demás nos perciben como representación de algún animal, Ella era “una puercoespín”, sus afiladas puyas, no permitían un acercamiento y las relaciones interpersonales establecidas las cortaba, para protegerse en una imagen inaccesible y distante. Tras ese disfraz de dura, alejaba a cualquier pretendiente, cumplía con su propósito de no tener conquistas y tener una conducta “buena” ante los demás, limpiar sus culpas y tener hasta un perdón divino. Debía cambiar y lo empezó hacer de esta manera. Ya no podía soportar que a ningún pretendiente le pasar algo

lunes, 23 de septiembre de 2013

Décimo capítulo de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

justamente cuando el carro del Profesor Alfonso Espejo se estacionaba frente de la Plaza. Se le aproximó por la ventana del conductor y él se bajó para abrirle la puerta derecha. Ya ella se había cambiado en el baño de la fuente soda, su falda de liceo y se había puesto el suéter arriba de la blusa blanca. Él no se atrevió a besarla en la mejilla, tal vez esperando un rechazo y ella se quedó a la expectativa, queriendo recibir el beso acostumbrado. Después de saludarse, acordaron ir a bailar a la misma discoteca de la otra vez anterior. A esa hora abría y recibía a la mayoría de jóvenes anhelantes de diversiones y algo más. Alfonso llevaba una chaqueta deportiva de color azul oscuro, una camisa de rayas verde y unos pantalones negros. Le preguntó por sus estudios, por la familia y por el novio. <> _Bueno Señorita Lérida, lo que pasa es que uno trata de cordializar y saber los últimos acontecimientos de una persona muy especial, como lo eres tú. No es para molestarte_ le replicó el docente confundido y temeroso de la agresividad de la adolescente. _ Mira Alfonso y te voy a tutear porque me siento incómoda con tanto usted, aunque yo también tengo sangre gocha y allá en los Andes si se acostumbra de nombrar a usted hasta los barrenderos y si lo practico cuando voy a vacaciones para casa de mi abuelita_ le dijo sonreída y tratando de ganar terreno. _ Chica, no faltaba más a mi eso que tu estás haciendo me encanta. Hoy si la vamos a pasar muy bien. Entraron a prisa a la discoteca. Él la tomó por el brazo derecho y la condujo hasta el final del local, se posesionaron de una mesa y sillas, ubicadas lejos de las grandes cornetas, allí podrían hablar sin sentirse incómodos por el retumbar de las mismas y era menos estridente el ruido. Cuando pusieron un bolero interpretado por la Billo' Caracas Boys, Alfonso la sacó a bailar, trató de no pegarse tanto, pero ella se le encimó y sintió una erección cuando su pubis lo apretó a su miembro. Enseguida ella con su suave contorsión, lo frotaba y Alfonso decidió no retirarla. Siguieron bailando todos los boleros seguidos hasta que cambió la música a una moderna y muy rápida. Él le pidió sentarse y se dirigieron a su mesa. Alfonso se propuso no perder tiempo y la abrazó, besándola apasionadamente. Ella le correspondió frenética y con su erotismo característico. La mano derecha de Alfonso se movía aprisa entre el sostén y la pantaleta. Los dedos la acariciaban sutilmente hasta que ella le retiró la mano de sus partes íntimas. <> Alfonso llamó a un camarero y pagó los 4 vasos de wisky consumidos. Salieron de ese local y Alfonso la llevó a un hotel del este de la Ciudad. Entraron apresurados a la habitación N° 7, temerosos de encontrarse con algún conocido. La besó apasionadamente por el cuello, por sus senos y se desvistieron sin pensarlo mucho. Ella lo condujo al baño y al estar completamente desnudos, el agua tibia no apagaba la pasión y el calor generados por dos almas ardientes. <><> Luego de quitarse el jabón, se secaron recíprocamente y se acostaron en la cama. Las caricias y los besos propiciaron la máxima excitación a la hembra, sus contorsiones y el frotar de sus miembros los llevaron a encontrarse en el nirvana alcanzable por los amantes. _ ¡Ay que rico mi amor!_ gritó Lérida complacida. _ ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Fenomenal mi muchachita rica_ susurró Alfonso. Se quedaron abrazados y lentamente se durmieron. Lérida se despertó sobresaltada, fue al baño y se aseó. Despertó a su pareja y lo apuró para regresar temprano a su casa. Salieron del hotel y él la dejó a cuatro cuadras de su residencia. Se despidieron sin besarse y ella le expresó: _ chao Alfonso. Hasta pronto. _ Chao Lérida. Hasta pronto. Fue extraordinario, debemos repetirlo. Al verla al entrar a su apartamento su mamá le dijo: _ ¡Hola hija! Dios te bendiga ¿Cómo te fue en el liceo? _ Bendición mami. Muy bien. Lo más probable es que exima Física, la materia más difícil para la mayoría. Y en las otras materias también voy bien_ con alegría, se le acercó y la besó en la mejilla. _ Yo se hija que tú eres muy inteligente y que el Espíritu Santo te siga iluminando y te proteja de todo mal_ le recalcó la madre muy orgullosa por los logros de la estudiante. Lérida se esmeró esa noche de ayudar a su mamá en los oficios del hogar. El despertador con su repicar inoportuno y estridente levanta a todos a las 5:30 de la mañana. El autobusero se baña y se viste rápido, ya su esposa le tenía preparado el cafecito negro, recién colado. Y mastica rápido la arepa rellena con queso blanco rayado Lérida aprovechando que su papá salió del baño, se ducha con agua tibia, antes de secarse con la toalla gigante, se contempla en el espejo, sus pezones se endurecen y su cuerpo torneado lo ve estilizado, al voltearse contempla sus nalgas duras y un pompi paradito. Se sonríe con malicia y piensa:<< Carajita si estás buena como dicen los hombres, por algo los atraes y pensar que ya has estado con varios hombres y en todas partes te consideran una señorita de bien>> Se puso su uniforme de Liceo, desayunó a prisa y después de esperar un autobusete con menos pasajeros, llegó a las puertas del Liceo. _ Miren quien llegó, la recta, pura y distinguida señorita Lérida Gamarra, la motolita del Liceo. Ja. Ja. Ja. Ja _ le increpa Pedro flores y se mofaba de ella riéndose a carcajadas. _ Negro mohino ¿Qué es lo que te pasa a ti coño de medre? Anda a burlarte de tu levante, la culona esa. Esa si es una motolita. Y a mi no te me acerques ni dirijas la palabra, porque tu sabes que yo soy brava y te puedo dar una patada en las bolas. Afortunadamente no habían otros estudiantes cerca de ellos y conociendo la agresividad de Lérida, el morenazo se asustó y le dijo: _ cálmate carajita era jugando. Está bien tú ganas. No me acercaré más a ti y no te haré más parking. Okay, arrechita. El antiguo amante se volteó y con su rápido caminar taconeando y zumbando los brazos se dirigió hacia las aulas de clases. A la entrada de su salón, Lérida se encuentra con el Profesor Alfonso, quien se alegra muchísimo al verla_ ¡Hola señorita Lérida! ¿Cómo le ha ido? ¿Cómo están sus materias? ¿Qué le pasó? Estás pálida. Tómate un vaso de agua_ _Hola profe. Me ha ido bien. Lo que pasó fue que Pedro Flores me humilló, me dijo unas groserías y se estaba burlando de mí. Si quieres volver a tener algo conmigo, debes prometerme rasparás a ese gran carajo_ le gritó rabiosa. _Tómate primero un poco de agua. Cálmate. Yo te prometo que ese negro no pasará la materia, él no va bien. Déjalo de mi parte y no me vayas a castigar no saliendo más conmigo. _ Ya me estoy clamando y yo te avisaré cuando volveremos a salir. Pasó a la clase de Física, realizó tres preguntas aclaratorias de fórmulas y de conceptos, intervino para explicar una definición, la cual estaba errada pero el Profesor Alfonso le tomó la idea principal y la desarrolló. Ante sus compañeros se defendía en la materia y mantenía buen promedio. Con respecto a las otras materias, las llevaba con regular promedio. El asistir a clases, volver a su casa, estudiar hacer trabajos, presentar exámenes, exposiciones, se hizo más fuerte al finalizar el trimestre. No le quedaba tiempo para divertirse y ni siquiera reencontrarse con Alfonso, quien se lo solicitaba y ella se excusaba por sus múltiples ocupaciones. Finalizaron los exámenes y en el inicio del próximo trimestre, acordó salir con Alfonso. Ella quiso conocer otro hotel del este. En ese segundo encuentro la motivación no fue tan elevada. Se amaron ya como si lo hubiesen hecho con mayor frecuencia. Siempre la primera vez para dos amantes es tan especial, única e irrepetible. Es el conocer del funcionamiento de dos cuerpos fusionados en uno, descubrir la anatomía de cada uno, lograr acoplarse y darse placer para compenetrarse y si es posible alcanzar un orgasmo juntos. Para el tercer encuentro Alfonso le rogó tanto encontrarse, le parecía como hacerlo por deber y no por amor, ella se sentía perseguida por él, acosada y ya no le trasmitía ese “feeling” de los primeros momentos. Volvieron al hotel del primer encuentro, les parecía era más discreto y las habitaciones quedaban muy cerca donde se estacionaba el carro. Alfonso estaba muy ansioso por penetrarla, la besaba apretándola y manoseándola muy aprisa. No la estimuló para su lubricación y cuando quiso introducirlo, tuvo una eyaculación precoz. Lérida se molestó y lo ofendió diciéndole: _ Ahora si me jodí yo. ¿Qué es lo que te pasa? Ya no sirves como hombre. Tanto que me acosaste para que estuviera contigo y me dejas sin acabar. No seas pendejo. Esto se acabó búscate una vieja que te aguante tus acabadas antes de tiempo. Llévame para cerca de mi casa. El profesor ofendido, sin poder darle excusas, todo confundido, la trataba de calmar y lo que conseguía era más agresividad de su parte. Se vistieron y él la llevó cerca de su casa. Antes de que se bajara del carro, Alfonso le enfatizó: _ Lérida, perdóname no se lo que me pasó. Tú eximiste la materia, no porque salieras conmigo. El negro la va a raspar. Pero mi amor no me dejes. Me enamoré de ti y me haces falta. Anda dí que vamos a seguir y mi vida continuará excelentemente_ eran palabras de súplicas, casi se convertían en sollozos entrecortados. _ Sacúdete zapato viejo. Cuando yo digo esto se acabó. Se acabó y no tiene remedio. Cómo vas a tener una mujer insatisfecha? No chico_ le gritó con rabia y le manoteó la cara. Se bajó del carro y le lanzó la puerta con fuerza. Él la vio perderse entre los transeúntes y se sintió solo, abandonado, derrotado y sin ánimos de manejar y seguir adelante. Fue el inicio de una depresión crónica, fue a visitar a una amiga en un edificio de 10 pisos, llegó a la azotea y se lanzó al vacío. Lérida al conocer la fatal noticia, se mareó y estuvo a punto de desmayarse. Esa noche las pesadillas no la dejaron dormir. Toda trasnochada, su mamá le prohibió que fuera al Liceo. El entierro del Profesor Alonso fue muy concurrido por la mayoría de los estudiantes, profesores y personal del Liceo, quienes tristes y afligidos lamentaban la irreparable pérdida. Lérida tampoco asistió al sepelio.

Noveno capítulo de la novela La Motolita de Alberto Isaias Guilarte

Los pasillos del liceo retumbaban con la algarabía de los estudiantes en el primer día de clases, luego de las vacaciones. Lérida se dirige al segundo piso y al final del pasillo se encuentra el salón del 5° año de Ciencias “B”. Saluda a todos sus compañeros menos a Pedro su antiguo “levante” y a Nélida, la culona, alias “la metía”. Al ruedo de su falda le subió aproximadamente 15 cm., se le destaca el inicio de sus muslos y al sentarse cruzando sus piernas muestra su muslo y parte de la nalga blanquísima. Suena el timbre y los estudiantes entran a los salones de clases. Al instante entra un profesor alto, blanco, delgado, con pelo semi-canoso, con bigote. Inicia la clase presentándose: _ Muy buenos días tengan los futuros y próximos bachilleres de la República. Les habla el Profesor Alfonso Espejo, tengo 45 años, soy andino y no acepto que ninguno me irrespete llamándome gocho. Soy su profesor de Física. No tienen que llamarle las tres marías, si ustedes la estudian desde hoy y siempre la repasan no les quedará para reparación. No le tengan miedo y pregúnteme cuando tengan dudas. Aprendan a usar su razonamiento lógico. Piensen antes de resolver cualquier problema. Traten de entenderlo antes de ponerse a contestar como locos_ su voz convincente y fuerte impresionó a Lérida, sobre todo porque hasta ese momento ningún profesor había tratado de darle seguridad y la manera de estudiar la materia. Lérida se encontró con la mirada fuerte del Profesor, quien le escudriñaba sus piernas, disimuló un poco tratando de taparse la pierna con la falda y la descruzó, abriendo ambas rápidamente, el “picón” que le dio al profesor, le hizo voltear la cara hacia otro lugar, por algo llevó puesta su panty roja. Al terminar la clase se le acercó y dándole la mano derecha le expresó: _ Mucho gusto Profesor soy Lérida Gamarra; me gustó como dio su clase, su manera de orientarnos para estudiar su materia, la cual me interesaré en aprenderla desde hoy con su ayuda. _ Mucho gusto señorita. Yo desde el primer día de clases trato de ayudar a mis alumnos, si se dejan ayudar_ le contestó empastando la voz y apretándole la mano. Cuando ella la retiraba sintió que sus dedos se deslizaban por los suyos y sintió un cosquilleo y se estremeció sutilmente, devolviéndole una sonrisa y picándole el ojo. Luego de 5 clases, de darle suficientes picones y un “filtreo” ni tan disimulado, a la salida de clase el profesor Espejo, se le acercó a Lérida y le insinuó: _ Para conocer la inteligencia de una alumna brillante, ella tendrá que ser evaluada en un ambiente alegre sin las miradas inquisidoras de los envidiosos. ¿Te gustaría compartir esa experiencia? _ Claro que si profesor. Yo no pienso asistir a las dos últimas horas de clases de esta tarde. Espéreme al frente de la Plaza Carabobo, estaremos bailando unas horas para yo poder regresar temprano a mi casa. ¿Está usted de acuerdo?_ le respondió muy segura de si misma. _ Muy bien. Te espero a las 3:00 p. m. en esa Plaza. Nos divertiremos en secreto. En la tarde Lérida, llevó en su morral un sueter azul oscuro y otra falda del mismo color. Salió a las 2: 45 p. m. del liceo. A una cuadra se encuentra una fuente de soda, pidió permiso para ir al baño y de cambió la falda, amarrándose el sueter a la cintura. Tomó un autobusete y llegó tiempo a la cita. El profesor la esperaba en su carro, de último modelo. Se dirigieron a una discoteca del Este y bailaron durante dos horas. Ella le solicitó que la acercara a su casa. Antes de salir de salir de la discoteca, él se le aproximó y trató de besarla. Ella se le despegó y utilizando sus discursos más moralistas, le recriminó su actitud, alegando si había aceptado bailar con él, era porque le tenía confianza y no para que pensara mal de ella y querer aprovecharse rápidamente de ella, de salir en otra oportunidad debía comportarse como un caballero y como un verdadero docente. Él se excusó, le pidió disculpas y agradecía la posibilidad de volver a divertirse nuevamente. Antes de bajarse del carro le dijo: _ muchas gracias profe, la pasamos chévere. Pero acuérdese para la próxima debe ser todo un caballero controlado y así podremos ir a bailar otra vez. Nadie debe enterarse de esto. Okay. _ Así será señorita y también yo le guardo el secreto. Hasta lo más pronto. La rutina de la asistencia a clases le recordaba cuando era pequeña y sus padres la llevaban al parque de diversiones, le permitían montarse en “los caballitos que daban tantas vueltas y una no se mareaba porque eran suavecitas”. Era un entrar y salir de clases, contestar los interrogatorios, presentar exámenes escritos y copiar lo más resaltante de las materias. Le tocó su respectiva clase con el Profesor Espejo. Le parecía muy ameno como explicaba los conceptos teóricos, con ejemplos prácticos de la vida real y le enfatizaba con la aplicación de reglas nemotécnicas para aprender a despejar las fórmulas y recordar cuando aplicar la adecuada a cada problema. Ambos se trataron muy distantes delante de los alumnos. Al terminar los 45 minutos, sonó el timbre y sus compañeros salieron al receso con algarabía, parecía la “partida” de los caballos del Hipódromo “La Rinconada”. La fuerza y la energía vital de la juventud, se desborda en gritos eufóricos, risas, bromas entre algunos y comentarios acerca de los ejemplos prácticos. Gritos de sobrenombres y las invitaciones a comprar en la cantina, ir al patio o las chicas se acompañaban para acicalarse en los baños. Los más osados se atrevían a fumarse un cigarrito, contraviniendo la prohibición y arriesgándose a ser amonestados por algún profesor o profesora que los encontrara “con las manos en la masa”. _ Señorita Gamarra. No se vaya. ¿Por favor quédese necesito hablar con usted a solas_ le indicó el Profesor Espejo muy formalmente. _ Con todo gusto Profesor. ¿Qué es lo que usted desea?_ le respondió la curvilínea e insinuante alumna, tratando de bajar un poco la falda y haciéndole señas a su amiga Carmen para permanecer solos. _ Lérida. Dame otra oportunidad de comportarme como soy: un verdadero caballero. ¿Cuando volvemos a bailar? Te demostraré ser el individuo más respetuoso y formal, de todos los caballeros con los que has compartido_ Con su voz seductora y convincente logró motivarla. Con sus miradas penetrantes se escudriñaban, tratando de coincidir con las respuestas y en las motivaciones. _ Bueno “profe” está bien. Como yo voy muy bien en Geografía, me voy a “jubilar” a la segunda hora de esta tarde y hasta la última. Eso si, me tiene que llevar rápido a mi casa, antes que llegue mi papá como a las 7 de la noche y para no preocupar tampoco a mi mamá. Me esperas como el otro día a las 3 p. m. y en el mismo lugar. Se despidieron. Buscó a su amiga Carmen. Compraron galletas y refrescos. Al mediodía fue a almorzar a su casa. Se duchó rápidamente. Buscó un sueter blanco y una falda de color beige, los dobló cuidadosamente y los guardó en el morral. Ayudó a pelar, picar y freír los plátanos. Picó tomates, lechuga y pepinos, los lavó cuidadosamente par luego aderezarlos con aceite de oliva, vinagre, limón y un toque de sal. Su mamá la observaba cuando diligentemente puso los tapetes, los cubiertos, sirvió el jugo de lechoza y los platos de caraotas, arroz blanco y la carne esmechada. De esta manera completó el celebre “pabellón criollo con barandas”. _ Mami hay un profesor que a pesar de que suena el timbre a las 6 de la tarde, él no sale corriendo como otros y nos quedamos media hora adelantando la materia, luego tengo que esperar que no pasen las camionetas “tan full” para poderme venir, sin que me estén apechugando los hombres. Como toda buena señorita, no es bueno que la “amapuche” ningún hombre. Así que llego un poco tarde hoy es por esas razones. Si mi papá llega antes que yo, te agradezco lo calmes diciéndole las causas por las cuales podría llegar tarde. A veces no se consigue cola en la avenida que siempre se congestiona. Tu sabes el tráfico caraqueño es una cajita de sorpresa. _ ¡Me entiendes mami!_ le argumentó la astuta y manipuladora adolescente. _ Si hija. No te preocupes. Yo confío en ti y se la calidad de hija con que contamos. Ojalá otras muchachas fueran tan obedientes, recatadas y moralistas como tú. Se evitarían tantas enfermedades sexuales, las barrigas indeseadas y sobre todo no traerían esos pobres niñitos a sufrir a este mundo perverso y corrompido. Ya tú los ves son los niñitos de la calle, los “huele pega”, los ”recogelatas”, loquitos y mendigos, atracadores y balandritos_ enfatizó la madre haciendo una disertación como profesora de ética y de moral, recalcando sus palabras muy lentamente y suspirando profundamente. _ ¡Ay mamá! Me aturde tanto argumento cursi y te pareces una monjita. No es para tanto. Yo se donde estoy parada y se me cuidar. Y Dios y las Vírgenes que nombra mi abuelita me cuidan_ le contestó tratando de cortar su discurso comparativo de su aparente buen comportamiento. _ ¡Lérida Gamarra respete a su madre caray! ¿ Qué guarandingas son esas con que usted me está saliendo? Esas son verdades y por la verdad murió Nuestro Señor Jesucristo, nuestro Salvador que la cuida, la protege y la salva de todo peligro y mal. _ Tá bien mamá. Cálmate. No es para tanto. Yo les obedezco y me porto bien en todo lugar y en todo momento. Hasta ahora mami, la bendición. _ Dios me la bendiga, los ángeles la acompañen y los velos de las vírgenes la protejan de todo mal. _ Amén. Amén. Ya está bueno y hasta la tarde. Tomó el morral y salió aprisa, como siempre. Esperó la camioneta de la “línea autobusera”, la cual la dejaba a pocas cuadras del liceo. Entró a clase y en el receso de las 2:30 p. m., se le aproximó al portero para decirle: _ ¡Ay señor Juan! Me va a ser el favor de abrirme la puerta, porque tengo que ir al dentista. Usted sabe que nunca me voy temprano. Hoy porque tengo esa cita. Muchas gracias y hasta mañana. Salió del liceo y a tiempo abordó la camioneta para dirigirse a su destino. Las emociones incontenibles, no podían precisar si era alegría, miedo o la confusión de la mezcla de ambas, le aceleraban el pulso y oía latir su corazón como las campanadas de la Catedral de Caracas. Otra vez se encontraba con un hombre, quien le había prometido portarse bien ¿ y por qué estaba temblando? Si ella controló la situación cuando el profesor Espejo quiso besarla. Siempre tenía un sustico, cuando se escapaba de clases para una aventura amorosa. Hasta ahora todo le había salido bien, nadie conocido la había visto y hoy también me iría bien. <>

sábado, 21 de septiembre de 2013

Septimo capítulo de la novela La Motolita de Alberto Isaías Guilarte

Una tarde Lérida camina a prisa para llegar temprano a clases, cuando oye unos pasos fuertes, voltea y se le aproxima Joao. Quien le saluda y le reclama tenerlo en el olvido. Él le ratifica tener tiempo para pasar un rato agradable, su cuñado atiende su abasto ya que “fue de compra”. La convence para tomar un taxi, lo abordan y le indica al conductor dirigirse a la zona hotelera cercana a Plaza Venezuela, le indica entra a uno, era conocido para ambos. Paga la “carrera” y busca la llave de la habitación, la cual abre apurado y la pareja penetra a prisa. Ella cierra la puerta y percibe el olor a “pachulí”<> _ Claro que si entendí. Voy a tené que preguntarle a pavitus venezuelanos cual es el perfume que ellos usan lo anoto y cuando vaya a comprarlo, los huelo y compro que no sea tan caru, mira que la vaina está cada día muy malusa_ contestó el sorprendido amante, algo molesto. _ Mira Portu, no me hagas arrechar porque ese tufito se me mete hasta las esternillas y me da ganas de vomitar. Ahora te vas a tené que bañar tú solo! Anda a bañarte carajo, te echas suficiente jabón y champú. Te quitas ese tufito inmediatamente o yo no voy a estar contigo! _ lo reprendió con rabia y el hombre la percibió más alta y más fuerte. El luisitano disimula su molestia y pasa al baño, abre la ducha fuertemente, se enjabona varias veces y la espuma del champú se escurre por el albañal. Completamente seco se le aproxima a la molesta amante, quien lo huele una y notar vez. _ No portu no pasaste la prueba. Vete a bañar otra vez y te enjabonas varias veces. Y yo te oleré otra vez_ se lo dice gritándole e indicándole el baño. El hombre resopla y resopla como una bestia; su cara encendida de la rabia contenida y en silencio se baña, enjabonándose varias veces. Otra vez completamente seco y con una toalla cubriéndole de la cintura hacia abajo se le acercó a la joven. Ella lo huele una y otra vez. Se ríe y le aprueba la acción realizada. Y no lo deja expresarse mandándolo a callar. Este rol de mujer fuerte lo excita, le quita la ropa violentamente, la besa y la acaricia frenéticamente. Al momento de penetrarla, siente la mejor de las sensaciones y los anhelados fluidos lo hacen precipitar su orgasmo. Lanzó un grito que asusta a Lérida. _ Porqué a mi me tuvo que pasar esta calamidade. Caraju será que me estoy puniendo vieju y no voy a podé serví pa nada. Mi amur perdóname y no va a volvé a suceder…perdóname. _ Llorando el hombre se disculpa con la mujer recia, molesta y rechazante. Le grita:<> Se para violentamente de la cama, va al baño, se asea y se viste aprisa. El hombre trata de excusarse, le pide disculpas, que no va a volver a suceder, que lo perdone pero no soportaría el fin de esa relación. Lérida salió furiosa y tiró la puerta, caminó rápido por el pasillo lleno de habitaciones, se dirige al estacionamiento y dando zancadas sale del hotel, se dirige a una parada de autobuses y se monta en la camioneta de la ruta a su casa. Joao quedó aturdido, desorientado, no sabe que hacer. Entrega la llave al dependiente y corre tratando de encontrar a la joven, le da varias vueltas a la manzana y al no conseguirla se embarca en una camioneta que lo lleva cerca de su negocio. Su cuñado lo interroga al llegar, está pálido, tiene dificultad para respirar y la taquicardia lo ahoga. Lo convence para cerrar el abastos y toman un taxi para trasladarse a un hospital público. Al llegar a la emergencia, un médico lo examina y deciden dejarlo en observación. Joao dice estaba bien de repente y lo empezó todos esos síntomas. Su condición de hombre, con una eyaculación precoz no esperada, sintiéndose perdido ante la ruptura de una relación amorosa, gratificante de su machismo y de mejores satisfacciones. Su esposa era fría, tradicional e inexpresiva, no era cariñosa y ardiente como Lérida. No iba a aceptar perderla. Pero no podía expresarle nada a nadie, si su mujer se enteraba, lo demandaba por infiel. Como buena practicante de la religión católica, ella no se perdonaría nunca. Todos se lo iban a recriminar. El médico lo interrogaba para saber si confrontaba problemas en su matrimonio, si sus negocios iban mal, si había peleado o había sido asaltado por delincuentes. Todo lo negaba y no alegaba causas de su padecimiento. Permanece dos días en la emergencia y le dan de alta. Es otro hombre, derrotado, ensimismado, con la mirada extraviada. Cabizbajo, introvertido. Solo responde con monosílabos. Su esposa al verlo en esas condiciones llora desconsoladamente. Su cuñado le pregunta si es que estuvo con otra mujer y lo niega moviendo incesantemente la cabeza. No le provoca salir y a regañadientes de su esposa, logra comer lo indispensable. Su depresión lo va convirtiendo en un saco de huesos. El cuñado al no tener sus habilidades y destrezas para las ventas, para comerciar y atender pacientemente a los clientes, decide con su hermana vender el negocio. Acuerdan volverse a Portugal. Al estar con su familia, la pena y la culpa lo van acorralando. Todas las noches tiene pesadillas y grita un nombre de mujer. Se resiste a confesarse con un sacerdote amigo de la familia, quien lo ha visitado para persuadirlo de su actitud y para que se confiese y alivie su alma. Se torna violento y lo dejan tranquilo. Ha perdido 10 kilos y casi no ingiere alimentos. A los 6 meses de haber llegado a su pueblo, muere Joao. Llevándose su secreto a la tumba. A Lérida le pareció muy extraño, no ver más a Joao en el negocio, no se atrevió a preguntarle su paradero a su cuñado. Todos comentaron en la cuadra la manera como el cuñado llevó a la quiebra el negocio. Joao era “el propio”, él era el alma del abastos. Pedro no tenía el guaramo, la voluntad, la perseverancia, la tolerancia y las herramientas de comerciante hábil, exitoso y simpático de su cuñado. Alguien llevó la noticia a la casa <> Al oír esto Lérida, tiembla se pone pálida y se le acorta la respiración. Siente que todo le da vueltas y mareada va a su cuarto. No le informa de su malestar a ninguno de sus familiares. Al no poder levantarse de la cama su mamá le llevó la cena. Escarbó la comida con el tenedor, se llevó poco alimento a la boca y dejó casi todo el palto intacto. Sus padres le llamaron la atención diciéndole que tanta preocupación por sus estudios la estaban enfermando, debía descansar. Esa noche no pudo dormir y el rostro de Joao no se le quitaba de la mente<>Se paró de la cama amaneciendo y llamó a su mamá<> <> Acurrucada a su madre, recibiendo sus caricias y atenciones: le puso en la frente un pañuelo con alcoholado, diciéndole<> Así pudo dormirse y ese día no fue al Liceo. Sus ojeras dibujaban unas sombras negras en sus párpados y pómulos. Parecía una máscara y durante el día permaneció aturdida y confundida. Se mostró inmutable con sus familiares y el tiempo cómplice le guardó el secreto. Ya en su corta vida había contribuido a “matar de amor” a dos hombres extranjeros. La sombra de la fatalidad y el pesar amenazaba con arroparla. Hizo grandes esfuerzos y logró salir de la depresión. La tristeza a fuerza de “alegrarse a juro” y salir a divertirse. Decirse una y otra vez <> Se lo repetía a cada instante y la autosugestión le dio excelentes resultados. Decidió no involucrarse por algún tiempo con ningún hombre. Las enseñanzas y ejemplos de su madre y su abuela, fueron conformando un velo protector de moralidad, de las buenas costumbres y de tradiciones ejemplares. La lascivia, los deseos, la lujuria son la lluvia acida y el velo inmaculado, puro, limpio y oloroso de la castidad se va perforando. La constante contradicción entre ser casta, pura y buena luchando por ser pecadora, ardiente y lujuriosa vencen la cruzada de perfección y al estar acostumbrada a no sentir culpa, remordimientos y “ si no te da ratones morales” cualquier circunstancia erótica te lleva a seguir los caminos escabrosos de la perdición.