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lunes, 30 de septiembre de 2013

Capítulo XV de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

Lérida no tenía sueño y se acordó que una noche se había puesto a leer la Biblia, sintió paz y pudo dormir tranquila. Buscó la de su mamá, entre los libros de una pequeña biblioteca, la abrió casi por la mitad, ya que así al azar creía encontrar la reflexión para ese momento y en Proverbios, fue leyendo: La Sabiduría y la mujer insensata …El temor a Jehová es el principio de la sabiduría. Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Porque por mi se aumentarán tus días. Y años de vida se te añadirán. Y si fueres sabio, para ti lo serás. Y si fueras escarnecedor, pagarás tú solo. La mujer insensata es alborotadora: Es simple e ignorante. Se sienta en una silla a la puerta de su casa, En los lugares altos de la ciudad, Para llamar a los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos. Dice a cualquier simple: ven a acá. A los faltos de cordura dijo: Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es sabroso. Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en lo profundo del Seol. <> Siguió leyendo otros capítulos de los Proverbios, poco a poco se sentía se estaba durmiendo, colocó la biblia en su mesita de noche, se levantó al baño y apagó la luz. El ruido estridente de la campana del reloj despertador de su papá, la sobresalta y deja que él utilice el baño primero, busca en el closet la ropa que se va a poner, arregla su morral donde introduce varios cuadernos empastados, constata su horario de las materias y se estira bostezando. La ducha con agua fría la reanima, prefirió primero sentir el chorro helado para luego cambiarlo a agua tibia, se sintió reconfortada y se seca frotándose vigorosamente para entrar en calor. Le pide la bendición a sus padres, los besa al igual que a su hermano. Ayuda a poner la mesar, raya el queso blanco, el café con leche lo sirve en una cafetera de barro, comprada en los Andes, las arepas calientes las envuelve en un paño limpio de cocina y las coloca en una cestita de mimbre. Su mamá trae las caraotas recalentadas y tajadas de plátano frito. Su papá le pregunta por sus estudios y le responde que va bien, le cuenta que un profesor les hizo una pregunta y la única que contestó fue ella, su amiga Olga, la felicitó y le dijo ya estaba hablando como un abogada, porque hizo un diálogo con terminología jurídica con el mismo profesor, le puso 20 puntos en la evaluación. _Oras mija, yo se que Usted es muy inteligente y va a llegar muy lejos. Dios me la bendiga y Nuestra Señora de las Nieves me la proteja con su divino manto_ le deseo el padre muy orgulloso de este logro. _ Amén papá. Así será_ le contestó muy sonreída. Al preguntarle a su hijo Jesús Enrique sobre sus estudios, él le contestó también iba muy bien y este año pasaría para décimo grado, le aclaró al padre era 4° año de bachillerato. Lérida llegó a tiempo para entrar a la clase del Profesor Luis Eduardo Sierra, quien se esmeró en hacer muy amenas sus explicaciones. Al finalizar se le acercó y se excusó con Olga para hablar en privado con el profesor, lo saludó y le enfatizó: _ Profe, he pensado mucho repetir la salida con Usted, acepto ir otra vez al mismo sitio, con la condición de que se porte muy bien, como todo un caballero_ la seriedad con que entonó cada una de sus palabras asombró al docente. _ ¡Caramba! Señorita Lérida, me asombra su don de mando y su convicción de decir las cosas. Perfecto. Así será. ¿Cuándo y dónde te paso buscando?_ le atinó a decir Luis Eduardo muy complacido y riéndose. _ Si Usted tiene tiempo, puede ser esta tarde a las 3: 00 p. m., en el mismo sitio de la vez pasada, para regresar antes de las 6:00 p. m. a mi casa_ le puntualizó Lérida. _ Así será te recogeré a esa hora_ y rió maliciosamente, dándole un doble mensaje a su respuesta. Lérida salió del salón y buscó a Olga, quien la esperaba, le pidió disculpas y le informó quería tener privacidad ya que le consultaría un caso privado, de una prima que recibe maltratos psicológicos del esposo, quien la vive peleando cuando llega frecuentemente ebrio a su casa y no estar cumpliendo con las responsabilidades de su hogar. Ante la conducta repetitiva por parte del esposo de la prima, la orientación del profesor le daría elementos para instruir a su familiar y así irse familiarizando con la atención de casos, claro no le gustaría que llegaran a divorciarse, pero si no había cambios de comportamiento el divorcio era un mal necesario. _ ¡Chama me asombras! Ya hasta quieres ir practicando con casos jurídicos_ le gritó la amiga ingenua. Al terminar las clases, al mediodía la mamá de Olga le “dio la cola” en su camioneta, Lérida haciéndose la apenada, se excusó de darle tantas molestias a la señora, quien la felicitó por los comentarios positivos proporcionados por su hija, estaba muy orgullosa de contar con amigas valiosas, sirviendo de ejemplo a la nena. _ Gracias señora Pietro. Lo que pasa es que cuando uno estudia con grandes sacrificios, se esmera muchísimo y trata de estudiar mucho, a veces importunamos a los profesores buscando información, yo las comparto con mis compañeros y con mi amiga favorita. Al llegar a su casa, se ducha y se prepara para la cita, sigue el mismo ritual de la vez pasada, hace gargarismos, se perfuma minuciosamente, se pinta las todas las uñas, se maquilla e informa a su mamá que tiene que estudiar con Olga y sus compañeros de equipo. Duerme la siesta después de almorzar. Ve una novela en el televisor y cuando se acerca la hora para la cita, se viste, se peina y para variar se hace dos moños con ganchos de pelo. Besa a su mamá, se despide de ella y cierra la puerta del apartamento con cuidado. Llega al sitio acordado y abre la puerta de la camioneta del Profesor, quien la lleva aprisa a la fuente de soda conocida. Llegan a otro cuartito de los reservados, piden las mismas bebidas como la otra vez y el mesonero los deja solos. _Lérida menos mal que te aprendiste los conceptos que te pregunté en clase, ya que te lo repetí varias veces para que te lucieras ante tus compañeros_ le argumentó Luis Eduardo. _ ¡Cónchale profe que susto me diste cuando me interrogaste! Me agarraste fuera de base. Menos mal que me “caletrié” ese concepto y pude salir bien. Te agradezco el 20. _No te preocupes que si tu te portas bien vas a pasar mi materia con buenas notas _le insinuó muy erótico el pretendiente. _ Chico ¿Qué estás insinuando y queriendo decir con eso de portarme bien? Tás muy equivocado si estás pensando aplicarme la “operación colchón”_ le esgrimió molesta la chica. _ Mi amor estás interpretando mal las cosas, fíjate que nosotros los abogados debemos ser muy objetivos para analizar los hechos y siempre acuérdate de esto que tienes que aprendértelo hoy. Cuando dije portarte bien es no divulgar nuestras salidas con nadie. Eso fue lo que quise decir._ La toma de la mano, la levanta y la abraza induciéndola a bailar. Ella le sigue el ritmo, y acepta la abrace no tan fuerte. Muy sutilmente la va besando por las mejillas, por el lóbulo de la oreja y busca frotar su pubis con su miembro erecto. Ella se va acalorando y permite un beso fuerte en la boca, le acaricie los senos y no se deja tocar sus genitales. Se besan apasionados, como si el tiempo se fuera a terminar. Ella lo lleva a sentarse y continúan las caricias, él la dirige para que le aprete su miembro con la mano. _ Mi amor déjame metértelo un poquito nada más. No aguanto más_ le suplica el amante impetuoso. _ Bueno ponte el condón y solo un poquito, para que acabes mi “puchurrungo” Él se protege con el latex y cuidadosamente trata de introducirlo, pero está tan excitado y al ver todos sus encantos, tiene una eyaculación precoz. _ Coño no puede ser, no me puede pasar esto a mí. ¿Por qué tuvo que ser en este preciso momento? _ se lamentaba el frustrado amante. _ Luis Eduardo mi amor no me vayas a dejar sin acabar… Por favor…dame…dame papito¬_ jadeaba la ardiente mujer. _ Ven mi amor te beso los senos, y te estimularé el clítoris_ trató de llevarlo a cabo, pero en el momento de hacerlo, ella no lo se dejó para gritarle: _ Coño si no pudiste con tu huevito chimbo, ya te está pegando la vejez y no le puedes cumplir a una verdadera mujer, ¿Cómo carajo vas a pretender que yo me satisfaga con tu dedo? Viejo, si eso es lo que eres un viejo prematuro _lo rechazó y lo ofendía para herirlo en lo más hondo de su hombría. Se acomodó el bikini y los pantalones, invitándolo a irse de inmediato. Salió tras de ella, pagó la cuenta y le abrió la puerta de la camioneta. Él trató de excusarse, argumentándole era la emoción de sus bellos encantos, que era la primera vez que le pasaba, que le diera otra oportunidad. Ella estaba muy molesta y no le habló durante el trayecto a la cercanía de su casa. Al bajarse del vehículo, él trató de retenerla y le gritó: _ ¡viejo no sirves porque acabas antes de tiempo! No te preocupes yo no soy una niña tonta para decir lo de nuestras salidas a nadie. Si tienes vergüenza, no intentes buscarme otra vez_ le lanzó la puerta con todas sus fuerzas. Lérida era una espada de doble filo, muy afilada, sus palabras y hechos cortaban un cabello cuando caía en cualquiera de los filos. Luis Eduardo se sentía cortado en pedacitos, su imagen de hombre la chica la había pisoteado y como un trapo sucio la lanzó por los suelos. Estaba descontrolado y no tenía reflejos. Estuvo respirando fuertemente y jadeando, le faltaba aíre y el que respiraba sentía no lo llenaba. Las cornetas de los otros carros estacionados detrás del suyo, lo indujeron a perderse del lugar lo más rápido posible. En su interior era un perdedor, el equipo contrario le ganó el juego 10 a 0. No tuvo tiempo de nada. Lérida tenía la facilidad para hundir en el lodazal más fétido a sus pretendientes fracasados en el juego amoroso. Y hoy le tocó a Luis Eduardo, quien trataba de salir de las arenas movedizas y no pudo. La atractiva mujer lo redujo a cenizas. Y él no era el ave fénix para convertirse de sus despojos en el ave mitológica inmensa. Lérida llegó a su casa, con la cara encendida, parecía tener fiebre y su mamá notó el cambio de temperatura, el cual le achacó a la inmensa ola de calor que estaba invadiendo a la ciudad. Se volvió a bañar y sus dedos, tocaron con melodía de la autosatisfacción, la cual consiguió a los pocos instantes de su masturbación, esta práctica la hacía desde niña. Jadeó de placer y volvió a intentarlo y lo logró otra vez, ya que si no lo hacía el intenso calor de su cuerpo encendido por una pasión frustrada, la consumiría en una fiebre de rabia no expresada totalmente. Después de cenar, le expresó a sus familiares estar muy cansada y quería dormir temprano. El ruido de los carros, el “el correteo” de los autobuses y el ulular de las sirenas de patrullas y ambulancias que pasaban por las cercanías del apartamento, no le impidieron dormirse con prontitud, para olvidarse del mal momento y de los recuerdos fantasmales del pasado.

2 comentarios:

  1. Que caranbas de mujer, en algunas ocaciones no sabe perdonar. Pobre hombres!! Espero ya haya publicado a Motolita Don Alberto.

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  2. Que caranbas de mujer, en algunas ocaciones no sabe perdonar. Pobre hombres!! Espero ya haya publicado a Motolita Don Alberto.

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