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lunes, 23 de septiembre de 2013

Décimo capítulo de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

justamente cuando el carro del Profesor Alfonso Espejo se estacionaba frente de la Plaza. Se le aproximó por la ventana del conductor y él se bajó para abrirle la puerta derecha. Ya ella se había cambiado en el baño de la fuente soda, su falda de liceo y se había puesto el suéter arriba de la blusa blanca. Él no se atrevió a besarla en la mejilla, tal vez esperando un rechazo y ella se quedó a la expectativa, queriendo recibir el beso acostumbrado. Después de saludarse, acordaron ir a bailar a la misma discoteca de la otra vez anterior. A esa hora abría y recibía a la mayoría de jóvenes anhelantes de diversiones y algo más. Alfonso llevaba una chaqueta deportiva de color azul oscuro, una camisa de rayas verde y unos pantalones negros. Le preguntó por sus estudios, por la familia y por el novio. <> _Bueno Señorita Lérida, lo que pasa es que uno trata de cordializar y saber los últimos acontecimientos de una persona muy especial, como lo eres tú. No es para molestarte_ le replicó el docente confundido y temeroso de la agresividad de la adolescente. _ Mira Alfonso y te voy a tutear porque me siento incómoda con tanto usted, aunque yo también tengo sangre gocha y allá en los Andes si se acostumbra de nombrar a usted hasta los barrenderos y si lo practico cuando voy a vacaciones para casa de mi abuelita_ le dijo sonreída y tratando de ganar terreno. _ Chica, no faltaba más a mi eso que tu estás haciendo me encanta. Hoy si la vamos a pasar muy bien. Entraron a prisa a la discoteca. Él la tomó por el brazo derecho y la condujo hasta el final del local, se posesionaron de una mesa y sillas, ubicadas lejos de las grandes cornetas, allí podrían hablar sin sentirse incómodos por el retumbar de las mismas y era menos estridente el ruido. Cuando pusieron un bolero interpretado por la Billo' Caracas Boys, Alfonso la sacó a bailar, trató de no pegarse tanto, pero ella se le encimó y sintió una erección cuando su pubis lo apretó a su miembro. Enseguida ella con su suave contorsión, lo frotaba y Alfonso decidió no retirarla. Siguieron bailando todos los boleros seguidos hasta que cambió la música a una moderna y muy rápida. Él le pidió sentarse y se dirigieron a su mesa. Alfonso se propuso no perder tiempo y la abrazó, besándola apasionadamente. Ella le correspondió frenética y con su erotismo característico. La mano derecha de Alfonso se movía aprisa entre el sostén y la pantaleta. Los dedos la acariciaban sutilmente hasta que ella le retiró la mano de sus partes íntimas. <> Alfonso llamó a un camarero y pagó los 4 vasos de wisky consumidos. Salieron de ese local y Alfonso la llevó a un hotel del este de la Ciudad. Entraron apresurados a la habitación N° 7, temerosos de encontrarse con algún conocido. La besó apasionadamente por el cuello, por sus senos y se desvistieron sin pensarlo mucho. Ella lo condujo al baño y al estar completamente desnudos, el agua tibia no apagaba la pasión y el calor generados por dos almas ardientes. <><> Luego de quitarse el jabón, se secaron recíprocamente y se acostaron en la cama. Las caricias y los besos propiciaron la máxima excitación a la hembra, sus contorsiones y el frotar de sus miembros los llevaron a encontrarse en el nirvana alcanzable por los amantes. _ ¡Ay que rico mi amor!_ gritó Lérida complacida. _ ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Fenomenal mi muchachita rica_ susurró Alfonso. Se quedaron abrazados y lentamente se durmieron. Lérida se despertó sobresaltada, fue al baño y se aseó. Despertó a su pareja y lo apuró para regresar temprano a su casa. Salieron del hotel y él la dejó a cuatro cuadras de su residencia. Se despidieron sin besarse y ella le expresó: _ chao Alfonso. Hasta pronto. _ Chao Lérida. Hasta pronto. Fue extraordinario, debemos repetirlo. Al verla al entrar a su apartamento su mamá le dijo: _ ¡Hola hija! Dios te bendiga ¿Cómo te fue en el liceo? _ Bendición mami. Muy bien. Lo más probable es que exima Física, la materia más difícil para la mayoría. Y en las otras materias también voy bien_ con alegría, se le acercó y la besó en la mejilla. _ Yo se hija que tú eres muy inteligente y que el Espíritu Santo te siga iluminando y te proteja de todo mal_ le recalcó la madre muy orgullosa por los logros de la estudiante. Lérida se esmeró esa noche de ayudar a su mamá en los oficios del hogar. El despertador con su repicar inoportuno y estridente levanta a todos a las 5:30 de la mañana. El autobusero se baña y se viste rápido, ya su esposa le tenía preparado el cafecito negro, recién colado. Y mastica rápido la arepa rellena con queso blanco rayado Lérida aprovechando que su papá salió del baño, se ducha con agua tibia, antes de secarse con la toalla gigante, se contempla en el espejo, sus pezones se endurecen y su cuerpo torneado lo ve estilizado, al voltearse contempla sus nalgas duras y un pompi paradito. Se sonríe con malicia y piensa:<< Carajita si estás buena como dicen los hombres, por algo los atraes y pensar que ya has estado con varios hombres y en todas partes te consideran una señorita de bien>> Se puso su uniforme de Liceo, desayunó a prisa y después de esperar un autobusete con menos pasajeros, llegó a las puertas del Liceo. _ Miren quien llegó, la recta, pura y distinguida señorita Lérida Gamarra, la motolita del Liceo. Ja. Ja. Ja. Ja _ le increpa Pedro flores y se mofaba de ella riéndose a carcajadas. _ Negro mohino ¿Qué es lo que te pasa a ti coño de medre? Anda a burlarte de tu levante, la culona esa. Esa si es una motolita. Y a mi no te me acerques ni dirijas la palabra, porque tu sabes que yo soy brava y te puedo dar una patada en las bolas. Afortunadamente no habían otros estudiantes cerca de ellos y conociendo la agresividad de Lérida, el morenazo se asustó y le dijo: _ cálmate carajita era jugando. Está bien tú ganas. No me acercaré más a ti y no te haré más parking. Okay, arrechita. El antiguo amante se volteó y con su rápido caminar taconeando y zumbando los brazos se dirigió hacia las aulas de clases. A la entrada de su salón, Lérida se encuentra con el Profesor Alfonso, quien se alegra muchísimo al verla_ ¡Hola señorita Lérida! ¿Cómo le ha ido? ¿Cómo están sus materias? ¿Qué le pasó? Estás pálida. Tómate un vaso de agua_ _Hola profe. Me ha ido bien. Lo que pasó fue que Pedro Flores me humilló, me dijo unas groserías y se estaba burlando de mí. Si quieres volver a tener algo conmigo, debes prometerme rasparás a ese gran carajo_ le gritó rabiosa. _Tómate primero un poco de agua. Cálmate. Yo te prometo que ese negro no pasará la materia, él no va bien. Déjalo de mi parte y no me vayas a castigar no saliendo más conmigo. _ Ya me estoy clamando y yo te avisaré cuando volveremos a salir. Pasó a la clase de Física, realizó tres preguntas aclaratorias de fórmulas y de conceptos, intervino para explicar una definición, la cual estaba errada pero el Profesor Alfonso le tomó la idea principal y la desarrolló. Ante sus compañeros se defendía en la materia y mantenía buen promedio. Con respecto a las otras materias, las llevaba con regular promedio. El asistir a clases, volver a su casa, estudiar hacer trabajos, presentar exámenes, exposiciones, se hizo más fuerte al finalizar el trimestre. No le quedaba tiempo para divertirse y ni siquiera reencontrarse con Alfonso, quien se lo solicitaba y ella se excusaba por sus múltiples ocupaciones. Finalizaron los exámenes y en el inicio del próximo trimestre, acordó salir con Alfonso. Ella quiso conocer otro hotel del este. En ese segundo encuentro la motivación no fue tan elevada. Se amaron ya como si lo hubiesen hecho con mayor frecuencia. Siempre la primera vez para dos amantes es tan especial, única e irrepetible. Es el conocer del funcionamiento de dos cuerpos fusionados en uno, descubrir la anatomía de cada uno, lograr acoplarse y darse placer para compenetrarse y si es posible alcanzar un orgasmo juntos. Para el tercer encuentro Alfonso le rogó tanto encontrarse, le parecía como hacerlo por deber y no por amor, ella se sentía perseguida por él, acosada y ya no le trasmitía ese “feeling” de los primeros momentos. Volvieron al hotel del primer encuentro, les parecía era más discreto y las habitaciones quedaban muy cerca donde se estacionaba el carro. Alfonso estaba muy ansioso por penetrarla, la besaba apretándola y manoseándola muy aprisa. No la estimuló para su lubricación y cuando quiso introducirlo, tuvo una eyaculación precoz. Lérida se molestó y lo ofendió diciéndole: _ Ahora si me jodí yo. ¿Qué es lo que te pasa? Ya no sirves como hombre. Tanto que me acosaste para que estuviera contigo y me dejas sin acabar. No seas pendejo. Esto se acabó búscate una vieja que te aguante tus acabadas antes de tiempo. Llévame para cerca de mi casa. El profesor ofendido, sin poder darle excusas, todo confundido, la trataba de calmar y lo que conseguía era más agresividad de su parte. Se vistieron y él la llevó cerca de su casa. Antes de que se bajara del carro, Alfonso le enfatizó: _ Lérida, perdóname no se lo que me pasó. Tú eximiste la materia, no porque salieras conmigo. El negro la va a raspar. Pero mi amor no me dejes. Me enamoré de ti y me haces falta. Anda dí que vamos a seguir y mi vida continuará excelentemente_ eran palabras de súplicas, casi se convertían en sollozos entrecortados. _ Sacúdete zapato viejo. Cuando yo digo esto se acabó. Se acabó y no tiene remedio. Cómo vas a tener una mujer insatisfecha? No chico_ le gritó con rabia y le manoteó la cara. Se bajó del carro y le lanzó la puerta con fuerza. Él la vio perderse entre los transeúntes y se sintió solo, abandonado, derrotado y sin ánimos de manejar y seguir adelante. Fue el inicio de una depresión crónica, fue a visitar a una amiga en un edificio de 10 pisos, llegó a la azotea y se lanzó al vacío. Lérida al conocer la fatal noticia, se mareó y estuvo a punto de desmayarse. Esa noche las pesadillas no la dejaron dormir. Toda trasnochada, su mamá le prohibió que fuera al Liceo. El entierro del Profesor Alonso fue muy concurrido por la mayoría de los estudiantes, profesores y personal del Liceo, quienes tristes y afligidos lamentaban la irreparable pérdida. Lérida tampoco asistió al sepelio.

1 comentario:

  1. Hay Dios pero Lerida esta mas que loca esa motolita se las sabe todas, muy bien Don Alberto la novela me sigue interesando, lo felicito.

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