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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Primer capítulo de " La motolita" de Alberto Isaías Guilarte

A todas esas mujeres que se atrevieron a ser, vinieron de la nada y trascendieron…algunas de ellas se cruzaron en mis caminos

Alberto Isaías Guilarte
“La motolita”

Capítulo I

Gamarra Pérez, andino, de 30 años, de estatura fuerte, de ojos y pelo negro, nariz gruesa y boca ancha, se montó apresurado en el autobusete que manejaba para la línea Propatria-Chacaito. Encendió el motor y se dirigió velozmente hacia el Hospital de la Cruz Roja Venezolana.
   Al llegar, subió todos los vidrios del transporte, lo cerró y caminó rápido hacia la maternidad del hospital. Al llegar le preguntó a una enfermera: _Oras Señorita, tenga la amabilidad y gentileza de decirme ¿dónde puedo encontrar a mi esposa Encarnación Andrade de Gamarra? La trajeron urgente porque creo que vino a parir.
   _Con todo gusto. Su esposa ya dio a luz esta mañana, está en la habitación N° 12. Baje la escalera a la derecha y siga por el pasillo allí encontrará la N° 12. Le informó una uniformada de blanco, quien sutilmente le habló sonreída.
   _Gracias señorita. Buenos días.
   Siguió las instrucciones y encontró la habitación que compartía su esposa con otra parturienta. Tocó la puerta y entró, se aproximó a la cama clínica y Encarnación abrió lentamente sus ojos.
   _ Mi amor ¿tuviste varón o hembra? Interrogó Pedro y ansioso esperó la respuesta.
   _ Gua mi amor. Que va a sé lo que yo quería, una bella hembrita. Por cierto quiero si tu estás de acuerdo la vamos a mentá Lérida como mi abuela, que en paz descanse.
   _Te felicito mi amor. A mi también me gusta el nombre. Será una mujer de bien y de buenos principios.
   A los dos días le dieron de alta a Encarnación y a la niña. Pedro las llevó a la casa en su camioneta. En el vidrio se leía “El aventurero I”.
    María Andrade, hermana mayor de Encarnación por 5 años, gorda, de pelo negro, estatura mediana y muy extrovertida, llegó a la media hora y los felicitó abrazándolos fuertemente.
   _Hermana y cuña, yo voy a sé la madrina de esta carajita, que ya va a demostrar lo que va sé una “quema mundo”, tremenda, cuatriboliá y simpatiquísima como su tiíta. Les expresó la recién llegada, riéndose a carcajadas.
   _Déjense de esas pendejadas cuñada y no me venga a ir sonsacando a la niña, mire que yo soy un hombre muy serio y no me gustan esos “remilgios”, Le contestó Pedro con la expresión fruncida.
   _Bueno no vayan a estar discutiendo por tonterías antes de tiempo, miren que yo no me puedo molestar porque estoy recién paría. Les increpó Encarnación.
   _Hermana yo vine a quedarme unos días para ayudarte en todo mientras tu puedas defenderte sola. Le enfatizó María.
   _ Ésta es tu casa. Contestaron al unísono los esposos.
   _ Miren los ángeles digan amén, eso significa que van a ser mis compadres.
   María realizaba todos los oficios del hogar y ayudaba a asear a la parturienta. Cambiaba a la niña y gozosa estaba en todas las actividades.
   A la semana Encarnación pudo desempeñarse sola y despidió a su hermana diciéndole: _ gracias mi hermana por haberme ayudado con todos los oficios y con la niña. Regresa a tu casa y cualquier cosa yo te llamo por teléfono.
   _Mana yo siempre te atenderé en las buenas y en las malas. Hasta pronto.
   _Hasta pronto.
                                                                                                                            1

La niña se fue desarrollando muy sana, pícara y era la felicidad de toda la familia. A los 9 meses estaba caminando y pronunciaba suficientes palabras. Su niñez transcurrió con toda normalidad. Cuando tenía 7 años nació su hermano Jesús Enrique. Al principio lo celaba cuando sus padres le prodigaban todas las atenciones. Por recomendaciones de sus padres empezó a ayudarle a echarle talco, a cargarlo y a acariciarlo. Poco a poco los celos fueron desapareciendo y lo mimaba muchísimo.
   Lérida cursó hasta el tercer grado en una escuela pública que quedaba cerca de su casa.
   Vivían en la Urbanización “El Paraíso”.
   Viviana un a amiguita de Lérida, también de 10 años como ella, la invitó a jugar muñecas a su casa, a una cuadra de distancia, un día sábado. Obtuvo el permiso de sus padres y las niñas, reunieron varias barbis y otras muñecas más grandes, vestidos para cambiarlas, una casa de metal con varios ambientes, juegos de paltos y tazas de loza. Estuvieron jugando por espacio de media hora. Cuando llegaron Luis Enrique y Pedro, de 12 años, amigos de Viviana, quienes las convencieron de ir un rato al Parque El Pinar, que quedaba cerca. Se trasladaron al lugar y antes de llegar, les dijeron:_ vamos a recortar camino por esta veredita. Las niñas accedieron y al meterse por el paraje solitario, Luis Enrique propuso:_Vamos a jugar a papá y mamá, yo con Viviana y tu Pedro con ella.
   Viviana como lo había hecho antes, le dijo a Lérida: _ Es rico hazlo para que veas.
   Pedro y Lérida se escondieron más adelante, le bajó el blumer y sintió dolor, pero no pudo gritar porque el niño le besaba la boca.
   Se levantó apresurada y empujó a Pedro. Corrió hacia adonde estaba Viviana y les gritó: _ “Vámosnos”, “vámosnos”. Tú me dijiste que era rico mentirosa. Me dolió mucho.
   Viviana le contestó: _ No vayas a decir nada a nadie porque nos van a castigar fuerte.
   Luis Enrique les dijo:_ les vamos a brindar unos refrescos en la bodega de la esquina. Está bien.
   _ Bueno. Está bien _les contestaron las niñas.
   Se regresaron a la casa de Viviana, los muchachos se marcharon a la media hora. Lérida le dijo:_ bueno Viviana. Yo me voy y no le voy a decir nada a nadie. Ese es nuestro secreto. Hasta luego.
   Pasó un mes y medio, siguieron ambas niñas sus actividades normales y un sábado Viviana volvió a visitar a Lérida. Les pidió permiso a sus padres para jugar muñecas en su casa.
   Encarnación le recordó a su hija: _ bueno Lérida, ten mucho cuidado, mucho fundamento y pórtense bien. Mira que tu papá tiene un carácter muy bravo, está trabajando y no le gusta las guachafitas con muchachos.
   _ Mamá tú me conoces y yo me porto bien, en las casas de mis amigas. Si yo solo voy es a la casa de Viviana. Bendición mamá hasta ahora.
   _Dios me la bendiga y favorezca hija.
   Las niñas caminaron apresuradas y como una rutina sacaron las muñecas, sus vestidos y otros juguetes.
   Dicen que la ocasión la pintan calva y también visitan a Viviana, sus amigos Pedro y Luis Enrique.
   _ Hola muchachas, si ustedes están de acuerdo las invitamos a tomar unos refrescos en la bodega del otro día. Expresó muy cordial Luis Enrique.
   _ Lérida que bueno. A mi me parece bien. Di que si…di que si. Contestó Viviana muy contenta y dando saltos.

 _Bueno Viviana. Vamos solamente a tomar los refrescos. Expresó algo preocupada la niña.
   _ No te preocupes Lérida. En el camino acordamos algo. Le replicó Pedro.
   Salieron de la casa y lentamente se dirigieron al lugar señalado. Cuando Luis Enrique les propuso: _ verdad que después de jugar papá y mamá el refresco más sabroso ¿No creen ustedes?
   _ A mi me sabe sabroso. ¿Por qué no lo pruebas Lérida? Acuérdate que ese es nuestro secreto.
   _Bueno rapidito y si me va a dolé otra vez no lo hago. Dijo Lérida un poco asustada.
   _Ya no te va a dolé nada, porque ya pasó mucho tiempo. Le enfatizó Pedro.
   _ Bueno. ¡Vamos a probar si es verdad! Exclamó Lérida.
   Llegaron a la vereda donde habían estado anteriormente y cada pareja se escondió entre el follaje.
   Pedro poco a poco empieza a acariciarla y a besarla por el cuello y en los labios, se bajan sus ropas interiores y la penetración se facilita por la lubricación natural, poco a poco se frotan y Lérida exclama: _!Si es rico ! …!es rico!!...!es rico! ah…ah…ah…ah y
Abraza fuertemente a Pedro.
   Cuando compran los refrescos, le pregunta Viviana a Lérida:¿verdad que ahora el refresco es más sabroso?
   _Si amiguita. Si es bien sabroso. Le enfatizó Lérida y se rió con una sonrisa pícara.
   Regresaron a la casa de Viviana, ordenaron los juguetes y Viviana acompañó a Lérida a su casa.
   _ Hija ¿cómo les fue y cómo se portaron? Interrogó Encarnación muy contenta.
   _ Nos portamos muy bien mamá y también nos fue muy bien. Como siempre jugamos con las muñecas. Expresó Lérida muy sonreída.
    _ Muy bien señora Encarnación. También respondió Viviana.
    _ Bueno yo me regreso a mi casa. Hasta pronto. Permiso señora Encarnación para hablar con mi amiguita.
   _ Es mala educación hablar en secreto delante de los mayores. Pueden hacerlo. Hasta pronto mija y gracias. Contestó la madre satisfecha.
   _Lérida ya sabes tenemos dos secretos. Cuidado tu hablas.
   _ Amiguita tu sabes que yo no soy sapa y jamás nadie sabrá nada. Hasta pronto.
   La amiguita sonsacadora regresó a su casa con una sonrisa pícara. Lérida continuó su
rutina diaria, todos los días asistía a su escuela, en la tarde cuando volvía a su hogar realizaba las tareas escolares y luego encendía el televisor para ver “comiquitas” y películas. Cambiaba los canales con el control remoto, cuando pasaban comerciales.
  Cuando veía las escenas amorosas de las telenovelas, se acordaba de los besos y su relación con su “primer noviecito”.
   Una tarde en la escuela, cuando salió al recreo, dos compañeritos se le acercaron y veían hacia sus zapatos y se reían a carcajadas, ella se había dado cuenta que habían pegado un espejo pequeño en la punta del zapato y “cogían picón”, viéndole su pantaleta. Ella continúo conversando con una compañerita, como si nada estuviera sucediendo, cuando pasó una maestra y observó lo sucedido.
   _ A ver todos, los cuatro vengan acá. Niños los voy a reportar a su maestra. Eso no se hace. Hay que respetar a las niñas. Y ustedes niñas, ¿ o no se dan cuenta de lo que está

pasando?¿O se hacen las inocentes? Entonces ¿Cuál es la guachafita?_ les reclamó Reina Urrutia, maestra del tercer grado.
   _Señorita yo estoy hablando con mi compañerita y no sé porqué se están riendo ellos_
contestó muy seria Lérida.
   _ A ti también te voy a reportar con tu maestra. ¿Niña en que grado y sección tu estudias?_ le enfatizó la maestra.
   _ Pero maestra yo no estaba haciendo nada. Ellos son los que están con el desorden. Pero si usted quiere saber mi grado. Yo estudio en el tercer “B”_ contestó Lérida sollozando.
   _ Vengan todos conmigo. Vamos primero al tercer “B” para reportar a esta motolita_ argumentó la educadora.
   _ No me ofenda Seño. Yo no soy una motolita.
   Se dirigieron al salón de clases y la maestra habló con su colega. Luego se dirigió con los niños al 2° grado “A” y reportó a los “vivos”.
   La maestra de Lérida envió una nota a su mamá, citándola para el día siguiente.
   Encarnación reprendió verbalmente a su hija, aduciéndole estar muy pequeña para portarse mal en la escuela y la niña llorando argumentaba no haber hecho nada y que lo más probable era “la maestra esa la tiene agarrada conmigo”.
   La madre acudió  a la cita y la maestra le explicó lo sucedido, argumentándole que desde pequeña debía velar por la moral y las buenas costumbres, el dejarse respetar y no fomentar “guachafitas” y desordenes dentro o fuera del aula.
   Al llegar de la escuela Encarnación le argumentó con una perorata de más de media hora, ser una familia de una buena moral y con costumbres cristianas, ni ella ni su hermana cuando estudiaron las citaron por mala conducta.
   La niña lloraba y argumentaba “no haber hecho nada”.
   Al enterarse el padre también enfatizó en su perorata casi los mismos argumentos y entre ambos acordaron  que no vería televisión por tres días y no recibiría visitas de su amiga.
   _ Papi y mami ¡yo no hice nada a esa maestrita_ gritaba sollozando la niña.
   Se fue rápidamente a su cuarto y se acostó en la cama llorando y gritando: ¡Yo no hice nada! ¡Yo no hice nada!
   A la hora de la cena, la niña no se había presentado a la mesa. Y Encarnación la fue a buscar y le replicó: _ Niña no se puede poné brava con la comida. ! Venga a comer cará!
   La niña a regañadientes comió algo y pidió permiso y se fue a acostar. Esa noche soñó con la maestra acusadora. La veía presidiendo con un grupo de maestros de la escuela, una especie de tribunal y con el dedo índice la acusaba: _ Motolita, no te la eches de inocente. Yo te conozco. Tu eres mala…mala…mala…! ERES MALA!
   La madre la despertó cuando la niña gritó: _ NO…No…no soy mala._
   _ Lérida. Hija despierta…tienes una pesadilla. Yo se que no eres mala. Te voy a dar una taza de leche con azúcar y vas a dormir…mañana es otro día.


2 comentarios:

  1. Hermano, felicitaciones por escribir una novela de actualidad. Excelente trama, este es el dia a dia en que viven los adolescentes y que, se identifica muy bien con el mote de "Motolita"

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