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lunes, 24 de febrero de 2014

QUE GRAN VERDAD!!!!! ...Por CLAUDIO NAZOA.

Yo nunca fui adeco ni copeyano, pero siempre en mi casa había papel tualé, harina PAN, pollo, etc. No me gustaban esos gobiernos por muchas razones, pero sin darme cuenta era feliz cada vez que iba al baño, le ponía azúcar al café, me comía una arepa o un pollo. Nunca hice colas humillantes para comprar nada, y, ojo, tampoco tuve dinero en exceso: vivía de mi sueldo de profesor.Antes, si uno quería ir a Margarita o a Mérida, se acercaba a una agencia de viajes, y compraba su pasaje y. no me lo van a creer: ¡siempre había! Existían ferrys que flotaban; todos estudiábamos en las universidades, y, aun siendo comunistas, conseguíamos empleo con los adecos y los copeyanos.Los artistas podíamos presentarnos en cualquier teatro y nadie nos censuraba. En la época de los adecos y los copeyanos se inauguraron maravillosas autopistas y los mejores hospitales que se han construido en Venezuela; se construyó el Teatro Teresa Carreño, el Poliedro.En diciembre, en los gobiernos adecos y copeyanos siempre aprovechábamos para criticarlos y caricaturizarlos. Los adecos y los copeyanos asistían a nuestros actos, nos aplaudían, y después, sin ponerse bravos o pasarnos facturas, amenazas y multas, nos pagaban y nos seguían contratando. Muchos de los artistas izquierdistas, hoy convertidos en talibanes exclusionistas, reaccionarios y sapos, enviaron con los adecos y copeyanos a sus hijos para que estudiaran en otros países y nadie preguntaba qué tendencia política tenían.En esa época de gobiernos adecos y copeyanos a nadie se le ocurrió inventar un Ministerio para la Felicidad.Simplemente, éramos felices pero no lo sabíamos.Claudio Nazoa

sábado, 22 de febrero de 2014

Venezuela: los días que vienen; por Luis Vicente León

Hace diez días, una gran protesta estudiantil, absolutamente legal y con objetivos muy concretos contra los problemas que agobian a la sociedad y que tienen en los estudiantes receptores especialmente sensibles, se convirtió en un serendipity de actores, intereses, convulsión social, violencia y cambios relevantes en el escenario político nacional. Y eso que arrancó focalizado en exigir cambios, respeto y soluciones, cruzó la frontera por una violencia provocada por grupos infiltrados, que los estudios periodísticos más serios relacionan directamente con los colectivos armados de apoyo al gobierno. Ahí se mezclaron la protesta legítima de los estudiantes y el reclamo de una sociedad civil que está agobiada por la crisis y la inacción del gobierno. Sin embargo, esta sociedad opositora está dividida: una parte cree que es clave protestar para presionar cambios en el gobierno y construir una mayoría articulada que le impida avanzar en un modelo autoritario, obligándolo activamente a negociar con la otra mitad del país; y otra parte piensa que es vital protestar de manera dura y radical para cambiar al gobierno, bajo la tesis argumental de que fue elegido fraudulentamente y que, además, su acción se caracteriza por la violación los derechos democráticos y la destrucción de la economía del país. El eslogan de este último grupo es “La Salida”, en una alusión directa a su propuesta de ir a la calle para provocar la salida de Nicolás Maduro del poder, en lo que alguno de sus líderes visibles llaman la “imposibilidad de aguantar hasta el 2019”. Mezcle usted esto con los radicales de los colectivos armados y la policía realenga en ese evento y, ¡boom!, el resultado es violencia y muerte. La estrategia pensada por el presidente Maduro fue esquivar a quienes realmente son capaces de activar y mantener la gente en la calle: los estudiantes. Prefirió liberar a los estudiantes presos y concentrar la responsabilidad total de los hechos en Leopoldo López, bajo la tesis simplista de que el llamado a la protesta de este líder, en tono de cambiar al gobierno, lo convierte en el responsable de lo que pasó el 12 de febrero. Una tesis que no aguanta cinco minutos en ningún país decente, ¿pero quién dijo que era una tesis jurídica o legal? Es apenas una posición política y un ataque en consecuencia. Maduro escogió al culpable que debía asumir la responsabilidad, tratando de desviar la atención de la raíz real del problema. Es como si el hecho de que López piense que hay que activar todos los mecanismos de protesta para que Maduro se vaya o renuncie significara que es culpable de que los colectivos chavistas armados disparen contra una marcha y mataran a dos estudiantes, o de la muerte de un miembro de un colectivo quien aparentemente murió en un tiroteo con las fuerzas públicas, una versión no confirmada, como la mayoría de las cosas en la Venezuela de hoy. La focalización de responsabilidades en López tiene múltiples aristas. Por una parte, intenta hacer ver que todos los que estén protestando en Venezuela sean vistos como golpistas. Que no hay otra razón en ellos que no sea tumbar a Maduro. Que incluso quienes condenan la violencia y protestan para lograr que el gobierno rectifique y atienda lo que evidentemente está fuera de control (la inseguridad, la inflación, la escasez, la desinversión) están en una mega conspiración, neurotizados por perversos laboratorios imperialistas que los conducen a la guerra como robots de película de ficción. Es decir, porque hay algunos radicales, mezclemos todo y desacreditemos a los que no lo son, pero igual critican. El tema es que la concentración de culpas en Leopoldo también genera un efecto de fortalecimiento de su liderazgo. Es obvio que apresarlo en el medio de un gigantesco acto de marketing político trae como consecuencia que Leopoldo se convierta de inmediato en el símbolo de la lucha opositora y en su líder-martir. Resulta que ahora parece que todo cuanto ha ocurrido durante estos días en el país tiene a este líder (inteligente, carismático y astuto) como centro, foco y motor de la lucha en la calle. No es cierto, pero da igual. Lo que no queda claro es si esto es un efecto secundario, que puede considerarse un error del chavismo, o si más bien era el objetivo primario de esa estrategia. Lo cierto es que la decisión de apresarlo y, además, mantenerlo en prisión luego de su presentación al juez, encendió más al país. Pero ahora con una protesta que tiene visos de lucha, a la que el gobierno finalmente decide reprimir con fiereza: no sólo lanzando infinitas bombas lacrimógenas (al parecer el único bien en Venezuela que no está escaso), sino lanzándole también a los colectivos armados (ahora sí explícitos y activos en la noche) para demostrarles de lo que son capaces “si siguen con la pendejada”. Del otro lado no era difícil imaginarse lo que pasaría. La protesta se radicalizó, se minimizaron los que apuestan por las rutas convencionales de la democracia y la protesta pacífica y quedan visibles en la calle los opositores más radicales. Y ahora, picados por la brutal represión oficial, muchos se sienten llamados a hacer lo que sea para que se vaya a quien llaman “el tirano”. El resultado de todo esto ha sido desastroso. Los medios nos mostraron, con lujo de detalles, lo que significan las palabras censura y autocensura (que les invito a profundizar en mi artículo del próximo domingo en El Universal). Pasamos los días sin poder ver imágenes serias de lo que está pasando y sólo se recibe, en cadena nacional, la selección sesgada que el gobierno hace de ellas. Los estudiantes y su potente organización informal para protestar pacíficamente han dado paso a otras personas que prefieren las guarimbas, un retroceso brutal en la lucha opositora, que hoy regresa a quemar cauchos y trancar las vías de su propia gente. Una batalla campal en las urbanizaciones, con unos pocos triquitraquis en los barrios populares, más allá de las leyendas urbanas, construidas en las urbanizaciones, con las que los radicales se autoalimentan las esperanzas de que esto funciona, creando una masificación de la crisis que nos lleve a la ingobernabilidad y produzca su esperado “milagro” de la salida de Maduro. Yo no creo que esta sea la vía y tampoco veo que esté funcionándoles, pero no me cabe duda de que también Maduro corre un riesgo evidente, con un manejo tan torpe y prepotente de la situación, reprimiendo a la gente y azuzando la batalla. Negándose a un diálogo sincero y a entender que, en el fondo, esta protesta, quizás inadecuada por la derivación de los acontecimientos, tiene en el fondo una raíz real: la incapacidad del gobierno de resolver los problemas de la gente. Es imposible ocultar el descontento con un modelo controlador e intervencionista, que sólo ha empeorado la economía, dejando un país donde hay que hacer colas gigantes para comprar leche o azúcar. Donde no hay carros, ni baterías ni repuestos. Donde los principales anuncios de las empresas ya no son sus comerciales de nuevos productos e innovaciones, sino su cronograma de cierres de plantas por ausencia de materia prima. Donde la diferencia entre el dólar oficial y el dólar negro se cuenta en miles por ciento. Donde la corrupción y la ineficiencia han sustituido al béisbol como el deporte nacional. Donde salir en la mañana es una ruleta rusa, en la cual la duda no es si te van a robar, secuestrar o matar… sino cuándo y dónde. Si el presidente Maduro no reconoce internamente que la está embarrando y piensa que todo esto es sólo una conspiración que debe reprimir con sus armas legales (militares) o con las ilegales (unos impresentables colectivos armados a quienes defiende en cadena nacional, mientras ellos aterrorizan a la gente en las marchas para sustituir su trabajo normal de aterrorizar a sus propios vecinos en el barrio), la solución del conflicto está lejos. Y puedo coincidir con él en que no es cierto que su gobierno tambalea, pero el background es tan malo y la pólvora está tan regada que cualquier chispita enciende un candelero. La mala noticia para los guarimberos y peor para la gente seria en la oposición, que vuelve ahora a convocarse a manifestar en paz y que entiende que no se lucha por la libertad violentando la libertad de los demás, es que si esa desestabilización en algún momento del futuro llega por la vía radical y no por vía electoral, no será ni Leopoldo López ni nadie de su agrado quien lo capitalizará. No sé si tiene razón Capriles cuando dice que el “Maduro, ¡vete ya!” equivale al “Diosdado vente ya”, pero cambie usted el nombre de Diosdado por el quien más pavor le dé y será sencillo saber quién será el ganador del “éxito” de las guarimbas. La única protesta legítima es la pacífica. Y la única vía para calmar la violencia es la negociación. Rechazo las protestas violentas como rechazo la represión y la prepotencia de un gobierno aparentemente sordo, ciego… aunque, lamentablemente, no mudo.

No, Maduro. Usted no es dictador" Antonio Rivas

martes 18 de febrero de 2014 12:00 AM "¡Les llegará su hora! Me llamarán dictador, no me importa". Con esta frase arreciaba el presidente Maduro su discurso inflamable contra la prensa escrita de Venezuela. Yo quisiera tomarme la libertad de darle al presidente mi opinión personal: yo no creo que sea usted un dictador. Si usted fuera un dictador tendría a todas las empresas expropiadas produciendo por encima de lo que producían cuando las expropiaron. Sus gerentes estarían temblando por entregarle a usted resultados extraordinarios y se pelearían por ganarse su beneplácito. Nadie se atrevería a revender cabillas, cemento y demás productos regulados. Tendría usted las cadenas de suministro de alimentos, puertos, almacenes, y supermercados del Estado operando a su máxima capacidad. Si usted fuera dictador no habría secuestros ni se cobrara vacunas a comerciantes y ganaderos en nuestro territorio, no habría delincuencia, no estaría el hampa reinando impunemente en ciudades, carreteras y pueblos. Los delincuentes le temieran a las fuerzas del orden público. Si usted fuera dictador, nadie osaría botar basura en la calle, o a rayar las paredes, o siquiera a pasarse una luz roja. Pero todo eso ocurre en Venezuela, y más. A mi juicio, usted simplemente ha demostrado carecer de las competencias pertinentes para ser Presidente de la República, y viéndose abrumado por la anarquía que le dejó su predecesor solo puede jugar a ser poderoso con lo poco de institucional que queda en el país, mientras pasa el tiempo y no se resuelve nada. Usted tiene la actitud del niño de escuela que, sabiéndose reprobado en todo, opta por descargar su ira con los más pequeños, para intentar ganar a golpes el respeto que nadie le tiene, pero eso no es dictadura, es bullying. Yo más bien considero que en este momento usted es el mayor preso político que ha tenido nuestra historia. Enjaulado en un proceso político que lo tiene rodeado de espinas en todas direcciones, excepto una: La Habana, donde se encuentra un dictador de verdad. Usted está obligado a manejar este caos tomando decisiones avaladas (o impuestas) por los hermanos Castro, que no contradigan a Chávez, y que no molesten a Cabello y a Ramírez. Usted está tan acorralado que no puede ni siquiera devaluar con libertad, con valentía, sino que tiene que ocultarlo, disfrazarlo, y hasta negarlo. Usted debe darle ascenso a militares golpistas para mantenerlos contentos. Usted se ve obligado a inventar guerras imperialistas para poder excusar la falta de resultados. Usted no persigue a la prensa para amedrentar a la disidencia, sino para callar las estadísticas de delincuencia, escasez, corrupción, inflación, y el creciente descontento en la población. Usted tiene una Ley Habilitante todo poderosa, y no ha podido habilitar nada. Usted no ha podido ni siquiera mudarse a La Casona como le corresponde. Usted no está en control. Entonces ¿dónde está el dictador? Lea "La fiesta del Chivo" de Vargas Llosa, para que se dé cuenta de que usted tiene mucho de Balaguer y nada de Trujillo. Investigue un poco y dígame quién se imaginaría a los presos mandando en las cárceles en el Chile de Pinochet, o bandas de "orejones" intimidando poblados en la España de Franco. Imagine usted grupos de motorizados atracando en las autopistas en la época de Pérez Jiménez. Es sencillamente impensable. En resumen, Maduro, anarquía e ineptitud no es dictadura, sino solo eso, anarquía e ineptitud. Y soberbia, amenazas y evasión de responsabilidad no hace dictadores. Despójese de las ataduras políticas, asuma su responsabilidad, reconozca que la mitad del país no quiere comunismo, exíjale resultados a sus ministros y gerentes o sustitúyalos, ponga en cintura a los delincuentes, llene los anaqueles de producción nacional, encarcele a sus corruptos y controle la inflación, solo entonces tendrá el honor de afirmar dignamente que le tiene sin cuidado como le llamen. Mientras tanto, cualquier título le quedará grande, incluso el de dictador.

viernes, 21 de febrero de 2014

¡Estoy feliz! ¡Me dieron mi limosnita!

LA DIGNIDAD NO SE NEGOCIA. CON NADIE ÁNGEL OROPEZA | EL UNIVERSAL miércoles 5 de febrero de 2014 12:00 AM Hay reacciones increíbles que corren el riesgo de parecernos normales, a cuenta de presenciarlas con indeseada frecuencia. Y si nos descuidamos, corremos el riesgo de aceptarlas como naturales y no como lo que son, conductas que terminan justificando y perpetuando la situación que las origina. Sólo en esta semana, fui testigo de algunas de ellas. Gente sonriendo feliz con sus paquetes de harina Pan y azúcar en un automercado de clase media, luego de haber soportado la humillación de una larga cola al final de la cual se levantaba el infaltable letrerito de "sólo 2 paquetes por persona, no insista". Colegas y hasta uno que otro estudiante agradeciendo que "al fin" se había activado el cupo electrónico para permitirles comprar unos pocos dolaritos para transacciones electrónicas. Un grupo grande y variopinto de hombres y mujeres frente al Mercal de la Zona Industrial de La Trinidad, con rostros de satisfacción y hasta de alegría mientras padecían una inmensa cola bajo un solazo inclemente, porque había llegado "una leche". ¿Cuál? Nadie sabía, pero al parecer por lo menos era leche. Los esclavos agradecían el sobrante de la mesa de los patrones, y muchas veces lo comían felices porque lo interpretaban como una muestra de generosidad y de preocupación del "buen explotador" por ellos, al dejarles comer de sus restos. No se les ocurría que las migajas de la mesa, sobre todo comparado con la opulencia de lo que estaba sobre ella, no eran generosidad, sino un obsceno signo de injusticia. Sin una conciencia de explotación, cosa que se logró mucho tiempo después, era imposible siquiera que se despertara la necesidad de liberación, y mucho menos que ésta motivara a luchar por alcanzarla. La historia ha demostrado hasta la saciedad que la acumulación de problemas económicos y sociales, por muy graves que sean, no tiene por sí sola impacto político. El impacto político depende de la interpretación que la gente haga sobre las causas y los responsables de esos problemas. Es por ello que una de las variables claves que pueden incidir en el rumbo del escenario político actual venezolano, es la percepción que la población finalmente tenga sobre los causantes o responsables de sus múltiples penurias. Los manuales de guerra psicológica ("psy war"), tan utilizados por los organismos de inteligencia de los regímenes fascistas, y de uso común por nuestro muy cercano G2 cubano, se plantea la necesidad de que la población sea "sometida psicológicamente" mediante la generación progresiva de 4 estadios emocionales: incertidumbre (frente al rumbo de los acontecimientos y de su propio futuro), angustia (que provoca paralización), desesperanza (convencimiento de que no hay nada que hacer) y, finalmente, resignación y entrega. Ciertamente que muchas de las reacciones ante las situaciones que nos agobian son en el fondo mecanismos de defensa frente a la angustia y la frustración que caracteriza nuestra cotidianidad, pero el peligro de ciertas conductas tan comunes como las descritas arriba es que terminen siendo un mecanismo de adaptación y resignación disfrazadas. La Psicología Social ha demostrado cómo muchas veces terminamos convirtiéndonos en aquello que reflejan nuestras reacciones y conductas. Por eso lo que hacemos no es sólo un asunto de imagen, sino que termina moldeando nuestro propio yo, lo que verdaderamente somos. De igual manera, no percibirse a sí mismo como sumiso no equivale a no estarlo, especialmente cuando la persona -aún sin darse cuenta- actúa como tal. Cuando ante tanta desdicha convertida en país, la gente pregunta qué hacemos, la primera respuesta es no resignarse, y tampoco comportarse como si lo estuviera. Reclame, proteste, alce la voz, deje que le oigan, aunque quien lo haga esté pasando por lo mismo que usted. Que sepan que usted se cala su cola y su maltrato, pero que no lo acepta y que siempre reclamará contra ello en nombre de su dignidad. No asuma conducta de sumiso. Pregunte en voz alta por qué estamos así, como el mendigo Lázaro a los pies de la mesa del rico Epulón, quien se ríe complacido cada vez que usted acepta callado alguna de sus migajas sobrantes. Exija en voz alta que le expliquen por qué usted no tiene dólares y los cubanos sí. Por qué usted vive de penuria en penuria, y quienes nos gobiernan lo hacen de bonche en bonche. Por qué usted enflaquece, y los burócratas del gobierno cada vez están más gordos. Recuerde siempre que la lucha por la liberación popular pasa porque nuestro pueblo interprete correctamente las causas y los responsables de sus carencias y aflicciones, porque entienda que tiene derecho a más que miserables limosnas. El primer paso para no perder la dignidad es nunca dejar de mostrarla. El día que usted baje la voz, que deje de reclamar, que acepte en silencio su limosnita, ese día ya lo sometieron, aunque usted no se dé cuenta.

jueves, 6 de febrero de 2014

Capítulo IV de la novela "LA MOTOLITA" de Alberto Isaías Guilarte

Ercilia Quintero, de 18 años, morena, de estatura mediana, grandes senos, la nariz achatada contrasta con sus bellos ojos negros saltones y con las pestañas largas. Tiene varios días alojada en el apartamento de Pedro Antunez, auxiliar de farmacia del Hospital Vargas. Su esposa Nélida Rodríguez de Antunez, ama de casa atiende a sus dos hijos, Carmen y Federico. Carmen de 23 años, es contabilista de un Banco importante y Federico de 14 años, estudia tercer año de Bachillerato en el Liceo “Fermín Toro” Ercilia vino de Barinas, a la casa de su paisana Nélida a efectuarse un chequeo médico, está padeciendo de dolores de vientre. Está unida a Juan Perdomo, tiene una hija de 2 años, la mantiene el marido. Es extrovertida, divertida y dicharachera. Una noche se quedó viendo televisión con Federico hasta medianoche, todos en la casa se habían acostado. Ella usaba una bata transparente, de color rosado y mostraba sus grandes senos, la pantaletica blanca, traslucía el pelambre frondoso de su pubis, a cada instante cruzaba la pierna y Federico al frente se deleitaba con sus bellos muslos. Lo interrogó si tenía novia, él le contestó haber estado de una compañera de clases pero no se sintió correspondido, luego en una fiesta bailando un bolero con una muchacha, le puso la boca y la besó, se vieron tres veces, se besaban a menudo y no pasó nada. <><> Ercilia lo invitó a sentarse en el sofá, muy cerca de ella, se le aproximó y él la besó, le abrió la bragueta y le agarró el miembro. Él le acariciaba los senos y sus partes íntimas. Sintieron que Pedro tosió y se asustaron. Él le dijo: _Mañana en la noche, cuando todos se duerman te voy a dejar la puerta de mi cuarto y allí nadie nos va a molestar. Le preguntó si estaba de acuerdo y ella jadeante de pasión respondió no poder esperar tanto, era mejor así por su condición de mujer con un marido y una hija, también por respeto a su amiga. Ercilia se acostó en la cama, y acariciándose poco a poco el clítoris se quedó dormida, Federico se acariciaba el miembro y se imaginaba el deleite y placer que le daría esa tremenda mujer, en su propia casa, claro nadie podía encontrarlos en ese momento de pasión, sería un error gravísimo, tendrían que actuar en absoluto silencio y guardándole el secreto a su primera mujer. No podía perder esa oportunidad, a lo mejor no volvería en otra ocasión a su casa. Ercilia se levantó muy temprano, tomó la coladora de café, le echó dos cucharadas rasas, calentó agua y la vertió en la bolsa, el humo esparcía su aromático olor mañanero por el apartamento. Luego abrió la bolsa de harina precocida, calentó el agua y fue amasando la masa y salieron diez arepas regulares. De la nevera cogió cuatro huevos, los batió, picó una cebolla, dos ajíes dulces, un tomate perita y los puso a sofreír en aceite hirviendo, le echó el batido de huevos, los mezcló y ya estaba listo el “perico”. Se sobresaltó con el <>. Le respondió <> Se bañó, se vistió, se maquilló y se dirigió a la parada de la camioneta, tomó una y llegó al hospital. Pidió un número en el Servicio de Ginecología, y a la hora y media, fue atendida por un médico joven, le llenó la historia, después de un severo interrogatorio, le invitó a acostarse en una camilla de obstetricia, antes se había quitado la pantaleta, se cubrió con una sabana blanca y al ser examinada por el médico sonreía pícaramente. El joven profesional hacía grandes esfuerzos por concentrarse, cuando le introdujo el dedo en la vagina con el guante plástico, ella le tomo la mano y le picó el ojo<< Señora vístase por favor. Ya la examiné. Debe seguir mis indicaciones al pie de la letra. Estoy seguro, muy pronto desaparecerá el dolor. Pida una cita y hasta pronto>>El médico estaba sonrojado y nervioso. Le dio las gracias al doctor y con un hasta luego insinuante, se retiró moviendo las caderas provocativamente. Realizó varias compras para ella, su hija y su marido. Visitó a una amiga, en esa casa almorzó y finalizando la tarde, llegó al apartamento de su amiga Nélida. Saludó a todos efusivamente y cuando besó en la mejilla derecha a Federico, muy despacito le susurró al oído<>. Federico sintió un corrientazo en su miembro, los latidos de su corazón, se aceleraron y se puso pálido. Para evitar ser descubierto se retiró enseguida a su habitación. Ercilia inició una larga conversación con su amiga Nélida, trataron de responderse sobre las vidas de sus familiares, de los paisanos, lo difícil que se ha puesto la vida, las actividades de Carmen y Federico. Luego encendieron la televisión y vieron varias películas. Hasta que Nélida se percató era la hora de hacer la cena y la invitó hacer unas arepas, frieron tajadas de plátano, guisaron carne molida y prepararon café con leche. Cuando llegaron Pedro y Carmen, pusieron los platos y los cubiertos. Fueron sirviendo la comida y las tazas de café con leche. Entre todos las conversaciones fueron fluidas, sobre el trabajo del jefe de familia, de los estudios de los muchachos y de la salud de Ercilia, quien destacó tener esperanza de curarse con este nuevo tratamiento médico, vendría y les facilitaría nuevamente alojamiento para el mes próximo, cuando vendría a la cita. Entre loas dos amigas, recogieron los platos, lavaron la olla, el sartén y todos los utensilios utilizados, los secaron y los fueron guardando en los gabinetes. Volvieron a la sala a ver televisión. A las 9:30 p. m. Federico, expresó tener sueño, besó a su mamá, le pidió la bendición y se despidió con un hasta mañana y que descansen. Luego media hora más tarde Carmen, realizó el mismo procedimiento. Ercilia se excusó de seguirlos acompañando y se dirigió a la habitación que compartía con Carmen. Esperó que todos estuvieron dormidos, se paró sigilosamente, abrió la puerta del cuarto de Federico, quien se mantenía despierto con la luz apagada, dando vueltas sobre su cama. Federico se levantó para meter el seguro de la puerta, ella se había acostado en la cama, Al acostarse a su lado, su cuerpo irradiaba el calor de la hembra en celo. Lo besó frenéticamente y se quitó la bata, quedando en bikini. Lo ayudó a desnudarse, besándose con furor. Él le quitó la minúscula prenda e inició el incesante acariciar con sus dedos el pubis de la fogosa mujer que lo devoraba en su deseo. Ella se montaba, luego él la ponía abajo y se frotaban con una fuerza fundiéndose en una sola materia. Al penetrarla en varias ocasiones, ella no le permitió más que lo sacara, como una tenaza lo retuvo y dio un grito inicial, el cual acalló tapándole la boca, al sentir el máximo placer. <> Ante el temor de ser descubiertos Federico, susurrándole al oído le indicó que se fuera a acostar en el cuarto de su hermana, ambos debían guardarse este secreto y que lo había hecho muy feliz. Ella le obedeció, se puso su bata, salió del cuarto cual gatita en la oscuridad, se dirigió al baño, se aseó y al acostarse cayó en un sueño profundo. Al día siguiente Nélida estremecía a Federico para despertarlo, se había quedado dormido y llegaría tarde a clases. Ercilia al levantarse temprano, había hecho café con leche, las arepas y había colocado las lajas de jamón y queso en un plato, para ser servidas en el desayuno. Como una buena motolita, se sentía muy satisfecha y en el transcurso de la mañana prepararía su maleta para regresar a su casa, para continuar su vida con su marido y su hija. Al despedirse de sus amigos, destaca le perdonen las molestias que ocasionó, también su casa está a la orden en Barinas, les desea éxitos a los muchachos y a los padres. Al besar la mejilla de Federico, le susurra al oído<> Cuando iba sentada en el asiento del autobús que la llevaba a su destino, se saboreaba los labios y rememoraba los momentos vividos la noche anterior. También como en una película rápida recordó cuando a los doce años, un vecinito de su misma edad, la penetró por primera vez. Ella le llevó a la mamá del chico unas arepas que le había enviado su mami, él estaba solo y le dijo que pasara, cerró la puerta y la haló hasta su cama, la convenció de jugar a “papá y a mamá”. Al montársele encima, le bajó la pantaletica y le dolió. El grito no le salió porque le tapó la boca. Juan la amenazó con contarle a sus padres, las frecuencias de los supuestos repetidos actos sexuales realizados y ante el temor de ser castigada por sus padres, ella guardó el secreto. Al año siguiente le dieron permiso para ir a una fiesta con unos primos, estuvieron bebiendo y al embriagarse cuando venían para su casa, todos los primos de común acuerdo decidieron tener relaciones, en un solar con bastante vegetación cercano a su casa. Le gustó mucho y no le dolió <> Tampoco podré olvidar a Pedro, el policía, a los 14 años. Emeterio, el fiscal de tránsito, a los 15 años. A Florencio, el profesor de deportes. A Macario, el profesor de castellano del 2° año del liceo. A Felipe, el caraqueño que conoció en la fiesta de 15 años de su amiga Florencia. A Eusebio, el boticario. A José Miguel, el pavo de la ferretería. Cuando se fugó con Juan José por dos días y dijo que había ido a visitar una amiga en Barinitas, antes había llamado por teléfono a Florencia para prepararla como complice y nadie nunca supo nada. Ella también le tapó una mentira cuando su amiga la necesitó. Motolita siempre ayuda a otra motolita. Al conocer a su actual marido, le había sido fiel hasta que conoció a Federico. Si los hombres tienen el privilegio de gozarse a una virgen, porque una también debía tener esa sensación. Yo no se que me pasó con ese muchacho, me gustó, la excitación por el peligro de ser descubierta, por ser yo la que lo tuve por primera vez. Bueno…bueno lo gocé y no me arrepiento. Fue divino. A lo mejor ahora si le seré fiel a mi hombre. Me le daré toda a toda hora y a todo momento. Veré en él…un hombre diferente cada día… Me imaginaré que él es mi amante distinto cuando esté conmigo…así será.

Capítulo II de la Novela " LA MOTOLITA" de Alberto Isaías Guilarte

La calle tranquila y con grandes árboles agrupa a edificios residenciales en un sector de “Los Caobos”. Federico Pérez, de 15 años recién cumplidos, nació en Puerto La Cruz (Anzoátegui), ya tiene 12 años en la Capital; sube rápido la cuesta empinada que lo conduce al conjunto de apartamentos, donde vive su amiga Fernanda Pérez de Gonzalez. Toca el botón del ascensor, llega como sus deseos, abre la puerta y marca el piso 4. Se dirige por el pasillo hacia el apartamento N° 4-1. El timbre le recuerda la propaganda de productos de belleza. Le abre la puerta su gran amiga, de estatura pequeña, color blanco, pelo negro y de contextura delgada. Con su “pantaloncito caliente” destaca sus muslos y su pompi paradito. La blusa transparente destaca sus senos abundantes. Tiene año y medio que se casó con Manuel González, contador de un banco y estudia la Carrera de Economía, salió en estado y sus familiares agilizaron la boda. Alfredo, su hijo de 1 año, juega sentado en un corral. _ Hola Federico que bueno que viniste! Ya casi nadie me visita y así el niño juega también contigo. Tenías tiempo que no venías. ¿Cómo están por la casa? ¿Vas bien en tus estudios? Se le aproximó y lo besó sutilmente casi en la comisura de los labios. _Hola Fernanda. ¿Cómo está Manuel y Alfredito? Por la casa todos están bien, les mandan saludos. Contestó el adolescente sintiendo un escalofrío en la mejilla. _ Manuel se lo pasa trabajando y estudiando, casi no nos saca. Por cierto, podemos dejar el niño, casa de Petra, mi vecina y te invito a ver una película de 3 a 5 de la tarde en el cine cercano. ¿Estás de acuerdo? _ Bueno si. Vamos. Contestó Federico, expresando su alegría con una sonrisa. Se aproximó al niño y lo cargó, como lo hacía cuando generalmente venía a visitarlos. El niño balbuceó: _ pa, pa, pa. _ Mira Fernanda me está llamando papá. _ Si ya dice como 10 palabras: papá, agua, mamá, tete, pan…ven vamos a conversar. Pasa para el cuarto y acuéstate en la cama con el niño. Así lo hizo, y enseguida ella también se acostó al lado, desbrochándose la blusa. El contacto de la piel cálida avivó el calor al joven, quien se excitó y pensó: _Yo soy amigo de Manuel y si me sobrepaso ¿Y si nos encuentran haciendo algo malo? Disimuladamente cargó al niño y le dijo: _ ¿Dónde está la bicicleta de Alfredito para enseñarle a manejarla? Introdujo al niño en el corral y oyó lo que ella le contestó, dirigiéndose a la habitación. _ Está en el otro cuarto, dentro del closet. Le contestó Fernanda algo molesta. Ella se levantó de la cama y se dirigió al baño, dejó la puerta semiabierta, se desnudó y empezó a bañarse. En la mente del adolescente se le presentaban escenas en la que él también se denudaba y empezaba a enjabonarla, acariciándola y besándola… De repente en su imaginación sentía que abrían la puerta y los encontraba su amigo Manuel. No…No…No. Se sacudía la cabeza y trataba de bajar su miembro eréctil. No.No..así es que pasan las tragedias...Yo debo respetarla porque es la esposa de un amigo y yo quiero mucho a Alfredito. _ Federi mi amor, hazme el favor de buscar en el closet de mi cuarto una toalla, tráemela que se me olvidó y perdona. Fue al cuarto, abrió la puerta del closet y retiró una toalla de color azul, se dirigió al baño y oyó el <>, con el corazón acelerado. Ella había retirado la cortina de baño y destilaba agua. Federico abrió los ojos de asombro, se fijó en el pubis y en los senos. Gracias Federi. Cuando me termine de vestir, dejamos al niño con mi amiga y nos vamos para el cine. El muchacho salió lentamente del baño, le costó mover las piernas, parecía que el corazón le latía más aprisa pero en su miembro, se puso pálido y respiraba muy lentamente. Se decía a si mismo, que será lo que quiere Fernanda, que yo le haga el amor, será que Manuel no la satisface completamente, será que yo también le gusto. No..No..No te hagas ilusiones. Tu eres un muchacho, que no sabe nada de la vida, ella tiene mucho más experiencia que tu. Cálmate…quédate tranquilo…no te precipites. Le aumentó el susto cuando la vio salir del baño con una pantaletica negra muy reducida y en sostenes, le sonrió y le dijo: _ ya voy a estar lista. Voy a buscar el maletincito y las cosas del niño. Bajaron un piso, por las escaleras, tocó el timbre en el apartamento N ° 3-2. Oyó desde adentro un <>. Al abrir la puerta, una señora joven, catira, de estatura alta y gordita, en bata de casa transparente saludó a Fernanda diciéndole: _ ¡ Hola amiguita! ¿Quién es este buenmozo? _ Te presento a Federico, un amigo de la familia. ¿Me puedes hacer el favor de cuidarme al niño mientras hago unos trámites con él? Expresó Fernanda sonreída. _ Si niña encantadísima. Tú sabes que a ese corronchito, me gusta cuidarlo y apurruñarlo, es tan rico. Mucho gusto, cariño aquí también estamos a tu mandar. Le dio la mano y se la apretó sosteniéndola un buen rato y mirándolo fijamente a los ojos. Federico se estremeció y esperó que le soltara la mano. Se fueron caminando tres cuadras, hicieron las filas de personas, compraron las entradas, galletas, dulces y refrescos. Se sentaron en la última fila, el cine estaba casi vacío. Al empezar la película, ella le pasó el brazo sobre sus hombros, lo atrajo hacia su pecho y lo besó, su lengua era una serpiente nerviosa en su boca, sintió que su mano le apretaba su sólido miembro. <>. Enseguida le metió su mano y su dedo, sintió el calor y su fluido. Al terminar la película, la acompañó a la entrada del edificio y se despidieron. _ Hasta pronto Federi. Si llegas a ver a mi prima Lérida y mi tía Encarnación dales muchos saludos y que estamos bien. No pienses nada malo. Te espero la semana que viene y va a ser mucho mejor, cariño. _Hasta la semana que viene Fernanda. La cabeza del adolescente giraba tan fuerte cual tiovivo de parque de atracción, las enseñanzas religiosas recibidas durante el catecismo hasta la actualidad y lo que aprendió en su familia lo envolvían como una batidora y su deseo, la lujuria de hombre se oponían y esa fuerza antagónica giraba al contrario, lo aturdió y se detuvo de repente para no caer. Aturdido y un poco mareado, suspiró fuerte y la respiración la fue haciendo más rítmica y pausada. Se tranquilizó y decidió caminar hasta la parada de autobuses. Se montó en el de la ruta Avenida Andrés Bello- Propatria, le pagó al conductor y al escudriñar si había un algún asiento vacío, vio uno cerca de la salida. Se sentó al lado de una señora cuarentona, gorda y simpática. Le sonrío y le devolvió el gesto de la misma manera. El autobusete aceleró la marcha, vibrando con la salsa que sonaba en la radio a alto volumen. Se imaginó los días pasar como en un jet en el cielo, llegando a la parada de la esquina, antes de subir por la calle pendiente de conjunto residencial de Fernanda, ya estaba tocando el timbre y le salía en baby doll azulito transparente, le decía que el niño lo sacó a pasear su amiga la catira, que se lo traería en la tarde, su esposo llegaba siempre tarde de la universidad, cerró la puerta y lo abrazó dándole un beso frenético. <>oía sus palabras y su miembro, resorte de cabilla, formó la elevación de la felicidad. <>, le pidiole favor al conductor dejarle en la próxima parada. La gorda lo observó y se asombró de su erección, pero no le dijo nada. Disimuladamente metió la mano en su bolsillo y agarró su miembro, bajándolo a la fuerza. Caminó media cuadra, sacó las llaves, introdujo una en la cerradura, empujó la puerta, la cerró, caminó por el pasillo, presionó el botón del ascensor, esperó unos minutos. Al abrirse la puerta entró con prisa y apretó el del número 2. Se elevó de repente y sacudió varias veces la cabeza, para volver a su realidad. <<…ción mami. Bien gracias. Saludos de Fernanda. El niño está bien>>. Se anticipó a ser servido en la cena por su mamá. Fue a la cocina, tomó un plato llano y se sirvió la comida. Hizo un esfuerzo por comer, se le había quitado el apetito. Vio televisión hasta las 10 de la noche y al tener sueño, se despidió de sus padres y hermanos, se desvistió, quedándose con el interior. Al arroparse inmediatamente se durmió. Empezó a soñar con lo que se había imaginado en el autobusete, cuando estaba desnudo sobre Fernanda. Se sobresaltó y se bajó de ella, al oír que su amigo abría la puerta del dormitorio. <<_Manuel yo no tengo la culpa. Yo no fui…yo no fui. Fue Fernanda quien me sonsacó. Yo no fui…Yo no fui >>. Se sobresaltó de la cama, sudoroso, sin poder respirar y no pudo conciliar el sueño.

Capítulo I de la Novela " LA MOTOLITA" de Alberto Isaías Guilarte

Pedro Gamarra Pérez, andino, de 30 años, de estatura fuerte, de ojos y pelo negro, nariz gruesa y boca ancha, se montó apresurado en el autobusete que manejaba para la línea Propatria-Chacaito. Encendió el motor y se dirigió velozmente hacia el Hospital de la Cruz Roja Venezolana. Al llegar, subió todos los vidrios del transporte, lo cerró y caminó rápido hacia la maternidad del hospital. Al llegar le preguntó a una enfermera: _Oras Señorita, tenga la amabilidad y gentileza de decirme ¿dónde puedo encontrar a mi esposa Encarnación Andrade de Gamarra? La trajeron urgente porque creo que vino a parir. _Con todo gusto. Su esposa ya dio a luz esta mañana, está en la habitación N° 12. Baje la escalera a la derecha y siga por el pasillo allí encontrará la N° 12. Le informó una uniformada de blanco, quien sutilmente le habló sonreída. _Gracias señorita. Buenos días. Siguió las instrucciones y encontró la habitación que compartía su esposa con otra parturienta. Tocó la puerta y entró, se aproximó a la cama clínica y Encarnación abrió lentamente sus ojos. _ Mi amor ¿tuviste varón o hembra? Interrogó Pedro y ansioso esperó la respuesta. _ Gua mi amor. Que va a sé lo que yo quería, una bella hembrita. Por cierto quiero si tu estás de acuerdo la vamos a mentá Lérida como mi abuela, que en paz descanse. _Te felicito mi amor. A mi también me gusta el nombre. Será una mujer de bien y de buenos principios. A los dos días le dieron de alta a Encarnación y a la niña. Pedro las llevó a la casa en su camioneta. En el vidrio se leía “El aventurero I”. María Andrade, hermana mayor de Encarnación por 5 años, gorda, de pelo negro, estatura mediana y muy extrovertida, llegó a la media hora y los felicitó abrazándolos fuertemente. _Hermana y cuña, yo voy a sé la madrina de esta carajita, que ya va a demostrar lo que va sé una “quema mundo”, tremenda, cuatriboliá y simpatiquísima como su tiíta. Les expresó la recién llegada, riéndose a carcajadas. _Déjense de esas pendejadas cuñada y no me venga a ir sonsacando a la niña, mire que yo soy un hombre muy serio y no me gustan esos “remilgios”, Le contestó Pedro con la expresión fruncida. _Bueno no vayan a estar discutiendo por tonterías antes de tiempo, miren que yo no me puedo molestar porque estoy recién paría. Les increpó Encarnación. _Hermana yo vine a quedarme unos días para ayudarte en todo mientras tu puedas defenderte sola. Le enfatizó María. _ Ésta es tu casa. Contestaron al unísono los esposos. _ Miren los ángeles digan amén, eso significa que van a ser mis compadres. María realizaba todos los oficios del hogar y ayudaba a asear a la parturienta. Cambiaba a la niña y gozosa estaba en todas las actividades. A la semana Encarnación pudo desempeñarse sola y despidió a su hermana diciéndole: _ gracias mi hermana por haberme ayudado con todos los oficios y con la niña. Regresa a tu casa y cualquier cosa yo te llamo por teléfono. _Mana yo siempre te atenderé en las buenas y en las malas. Hasta pronto. _Hasta pronto. 1 La niña se fue desarrollando muy sana, pícara y era la felicidad de toda la familia. A los 9 meses estaba caminando y pronunciaba suficientes palabras. Su niñez transcurrió con toda normalidad. Cuando tenía 7 años nació su hermano Jesús Enrique. Al principio lo celaba cuando sus padres le prodigaban todas las atenciones. Por recomendaciones de sus padres empezó a ayudarle a echarle talco, a cargarlo y a acariciarlo. Poco a poco los celos fueron desapareciendo y lo mimaba muchísimo. Lérida cursó hasta el tercer grado en una escuela pública que quedaba cerca de su casa. Vivían en la Urbanización “El Paraíso”. Viviana un a amiguita de Lérida, también de 10 años como ella, la invitó a jugar muñecas a su casa, a una cuadra de distancia, un día sábado. Obtuvo el permiso de sus padres y las niñas, reunieron varias barbis y otras muñecas más grandes, vestidos para cambiarlas, una casa de metal con varios ambientes, juegos de paltos y tazas de loza. Estuvieron jugando por espacio de media hora. Cuando llegaron Luis Enrique y Pedro, de 12 años, amigos de Viviana, quienes las convencieron de ir un rato al Parque El Pinar, que quedaba cerca. Se trasladaron al lugar y antes de llegar, les dijeron:_ vamos a recortar camino por esta veredita. Las niñas accedieron y al meterse por el paraje solitario, Luis Enrique propuso:_Vamos a jugar a papá y mamá, yo con Viviana y tu Pedro con ella. Viviana como lo había hecho antes, le dijo a Lérida: _ Es rico hazlo para que veas. Pedro y Lérida se escondieron más adelante, le bajó el blumer y sintió dolor, pero no pudo gritar porque el niño le besaba la boca. Se levantó apresurada y empujó a Pedro. Corrió hacia adonde estaba Viviana y les gritó: _ “Vámosnos”, “vámosnos”. Tú me dijiste que era rico mentirosa. Me dolió mucho. Viviana le contestó: _ No vayas a decir nada a nadie porque nos van a castigar fuerte. Luis Enrique les dijo:_ les vamos a brindar unos refrescos en la bodega de la esquina. Está bien. _ Bueno. Está bien _les contestaron las niñas. Se regresaron a la casa de Viviana, los muchachos se marcharon a la media hora. Lérida le dijo:_ bueno Viviana. Yo me voy y no le voy a decir nada a nadie. Ese es nuestro secreto. Hasta luego. Pasó un mes y medio, siguieron ambas niñas sus actividades normales y un sábado Viviana volvió a visitar a Lérida. Les pidió permiso a sus padres para jugar muñecas en su casa. Encarnación le recordó a su hija: _ bueno Lérida, ten mucho cuidado, mucho fundamento y pórtense bien. Mira que tu papá tiene un carácter muy bravo, está trabajando y no le gusta las guachafitas con muchachos. _ Mamá tú me conoces y yo me porto bien, en las casas de mis amigas. Si yo solo voy es a la casa de Viviana. Bendición mamá hasta ahora. _Dios me la bendiga y favorezca hija. Las niñas caminaron apresuradas y como una rutina sacaron las muñecas, sus vestidos y otros juguetes. Dicen que la ocasión la pintan calva y también visitan a Viviana, sus amigos Pedro y Luis Enrique. _ Hola muchachas, si ustedes están de acuerdo las invitamos a tomar unos refrescos en la bodega del otro día. Expresó muy cordial Luis Enrique. _ Lérida que bueno. A mi me parece bien. Di que si…di que si. Contestó Viviana muy contenta y dando saltos. _Bueno Viviana. Vamos solamente a tomar los refrescos. Expresó algo preocupada la niña. _ No te preocupes Lérida. En el camino acordamos algo. Le replicó Pedro. Salieron de la casa y lentamente se dirigieron al lugar señalado. Cuando Luis Enrique les propuso: _ verdad que después de jugar papá y mamá el refresco más sabroso ¿No creen ustedes? _ A mi me sabe sabroso. ¿Por qué no lo pruebas Lérida? Acuérdate que ese es nuestro secreto. _Bueno rapidito y si me va a dolé otra vez no lo hago. Dijo Lérida un poco asustada. _Ya no te va a dolé nada, porque ya pasó mucho tiempo. Le enfatizó Pedro. _ Bueno. ¡Vamos a probar si es verdad! Exclamó Lérida. Llegaron a la vereda donde habían estado anteriormente y cada pareja se escondió entre el follaje. Pedro poco a poco empieza a acariciarla y a besarla por el cuello y en los labios, se bajan sus ropas interiores y la penetración se facilita por la lubricación natural, poco a poco se frotan y Lérida exclama: _!Si es rico ! …!es rico!!...!es rico! ah…ah…ah…ah y Abraza fuertemente a Pedro. Cuando compran los refrescos, le pregunta Viviana a Lérida:¿verdad que ahora el refresco es más sabroso? _Si amiguita. Si es bien sabroso. Le enfatizó Lérida y se rió con una sonrisa pícara. Regresaron a la casa de Viviana, ordenaron los juguetes y Viviana acompañó a Lérida a su casa. _ Hija ¿cómo les fue y cómo se portaron? Interrogó Encarnación muy contenta. _ Nos portamos muy bien mamá y también nos fue muy bien. Como siempre jugamos con las muñecas. Expresó Lérida muy sonreída. _ Muy bien señora Encarnación. También respondió Viviana. _ Bueno yo me regreso a mi casa. Hasta pronto. Permiso señora Encarnación para hablar con mi amiguita. _ Es mala educación hablar en secreto delante de los mayores. Pueden hacerlo. Hasta pronto mija y gracias. Contestó la madre satisfecha. _Lérida ya sabes tenemos dos secretos. Cuidado tu hablas. _ Amiguita tu sabes que yo no soy sapa y jamás nadie sabrá nada. Hasta pronto. La amiguita sonsacadora regresó a su casa con una sonrisa pícara. Lérida continuó su rutina diaria, todos los días asistía a su escuela, en la tarde cuando volvía a su hogar realizaba las tareas escolares y luego encendía el televisor para ver “comiquitas” y películas. Cambiaba los canales con el control remoto, cuando pasaban comerciales. Cuando veía las escenas amorosas de las telenovelas, se acordaba de los besos y su relación con su “primer noviecito”. Una tarde en la escuela, cuando salió al recreo, dos compañeritos se le acercaron y veían hacia sus zapatos y se reían a carcajadas, ella se había dado cuenta que habían pegado un espejo pequeño en la punta del zapato y “cogían picón”, viéndole su pantaleta. Ella continúo conversando con una compañerita, como si nada estuviera sucediendo, cuando pasó una maestra y observó lo sucedido. _ A ver todos, los cuatro vengan acá. Niños los voy a reportar a su maestra. Eso no se hace. Hay que respetar a las niñas. Y ustedes niñas, ¿ o no se dan cuenta de lo que está pasando?¿O se hacen las inocentes? Entonces ¿Cuál es la guachafita?_ les reclamó Reina Urrutia, maestra del tercer grado. _Señorita yo estoy hablando con mi compañerita y no sé porqué se están riendo ellos_ contestó muy seria Lérida. _ A ti también te voy a reportar con tu maestra. ¿Niña en que grado y sección tu estudias?_ le enfatizó la maestra. _ Pero maestra yo no estaba haciendo nada. Ellos son los que están con el desorden. Pero si usted quiere saber mi grado. Yo estudio en el tercer “B”_ contestó Lérida sollozando. _ Vengan todos conmigo. Vamos primero al tercer “B” para reportar a esta motolita_ argumentó la educadora. _ No me ofenda Seño. Yo no soy una motolita. Se dirigieron al salón de clases y la maestra habló con su colega. Luego se dirigió con los niños al 2° grado “A” y reportó a los “vivos”. La maestra de Lérida envió una nota a su mamá, citándola para el día siguiente. Encarnación reprendió verbalmente a su hija, aduciéndole estar muy pequeña para portarse mal en la escuela y la niña llorando argumentaba no haber hecho nada y que lo más probable era “la maestra esa la tiene agarrada conmigo”. La madre acudió a la cita y la maestra le explicó lo sucedido, argumentándole que desde pequeña debía velar por la moral y las buenas costumbres, el dejarse respetar y no fomentar “guachafitas” y desordenes dentro o fuera del aula. Al llegar de la escuela Encarnación le argumentó con una perorata de más de media hora, ser una familia de una buena moral y con costumbres cristianas, ni ella ni su hermana cuando estudiaron las citaron por mala conducta. La niña lloraba y argumentaba “no haber hecho nada”. Al enterarse el padre también enfatizó en su perorata casi los mismos argumentos y entre ambos acordaron que no vería televisión por tres días y no recibiría visitas de su amiga. _ Papi y mami ¡yo no hice nada a esa maestrita_ gritaba sollozando la niña. Se fue rápidamente a su cuarto y se acostó en la cama llorando y gritando: ¡Yo no hice nada! ¡Yo no hice nada! A la hora de la cena, la niña no se había presentado a la mesa. Y Encarnación la fue a buscar y le replicó: _ Niña no se puede poné brava con la comida. ! Venga a comer cará! La niña a regañadientes comió algo y pidió permiso y se fue a acostar. Esa noche soñó con la maestra acusadora. La veía presidiendo con un grupo de maestros de la escuela, una especie de tribunal y con el dedo índice la acusaba: _ Motolita, no te la eches de inocente. Yo te conozco. Tu eres mala…mala…mala…! ERES MALA! La madre la despertó cuando la niña gritó: _ NO…No…no soy mala._ _ Lérida. Hija despierta…tienes una pesadilla. Yo se que no eres mala. Te voy a dar una taza de leche con azúcar y vas a dormir…mañana es otro día.

EL HOMBRE Y EL MUNDO

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención. De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa del mundo ¡Justo lo que precisaba!. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie". Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. "Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo". Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? -Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo? -Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre... Así que dí vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.