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jueves, 6 de febrero de 2014

Capítulo I de la Novela " LA MOTOLITA" de Alberto Isaías Guilarte

Pedro Gamarra Pérez, andino, de 30 años, de estatura fuerte, de ojos y pelo negro, nariz gruesa y boca ancha, se montó apresurado en el autobusete que manejaba para la línea Propatria-Chacaito. Encendió el motor y se dirigió velozmente hacia el Hospital de la Cruz Roja Venezolana. Al llegar, subió todos los vidrios del transporte, lo cerró y caminó rápido hacia la maternidad del hospital. Al llegar le preguntó a una enfermera: _Oras Señorita, tenga la amabilidad y gentileza de decirme ¿dónde puedo encontrar a mi esposa Encarnación Andrade de Gamarra? La trajeron urgente porque creo que vino a parir. _Con todo gusto. Su esposa ya dio a luz esta mañana, está en la habitación N° 12. Baje la escalera a la derecha y siga por el pasillo allí encontrará la N° 12. Le informó una uniformada de blanco, quien sutilmente le habló sonreída. _Gracias señorita. Buenos días. Siguió las instrucciones y encontró la habitación que compartía su esposa con otra parturienta. Tocó la puerta y entró, se aproximó a la cama clínica y Encarnación abrió lentamente sus ojos. _ Mi amor ¿tuviste varón o hembra? Interrogó Pedro y ansioso esperó la respuesta. _ Gua mi amor. Que va a sé lo que yo quería, una bella hembrita. Por cierto quiero si tu estás de acuerdo la vamos a mentá Lérida como mi abuela, que en paz descanse. _Te felicito mi amor. A mi también me gusta el nombre. Será una mujer de bien y de buenos principios. A los dos días le dieron de alta a Encarnación y a la niña. Pedro las llevó a la casa en su camioneta. En el vidrio se leía “El aventurero I”. María Andrade, hermana mayor de Encarnación por 5 años, gorda, de pelo negro, estatura mediana y muy extrovertida, llegó a la media hora y los felicitó abrazándolos fuertemente. _Hermana y cuña, yo voy a sé la madrina de esta carajita, que ya va a demostrar lo que va sé una “quema mundo”, tremenda, cuatriboliá y simpatiquísima como su tiíta. Les expresó la recién llegada, riéndose a carcajadas. _Déjense de esas pendejadas cuñada y no me venga a ir sonsacando a la niña, mire que yo soy un hombre muy serio y no me gustan esos “remilgios”, Le contestó Pedro con la expresión fruncida. _Bueno no vayan a estar discutiendo por tonterías antes de tiempo, miren que yo no me puedo molestar porque estoy recién paría. Les increpó Encarnación. _Hermana yo vine a quedarme unos días para ayudarte en todo mientras tu puedas defenderte sola. Le enfatizó María. _ Ésta es tu casa. Contestaron al unísono los esposos. _ Miren los ángeles digan amén, eso significa que van a ser mis compadres. María realizaba todos los oficios del hogar y ayudaba a asear a la parturienta. Cambiaba a la niña y gozosa estaba en todas las actividades. A la semana Encarnación pudo desempeñarse sola y despidió a su hermana diciéndole: _ gracias mi hermana por haberme ayudado con todos los oficios y con la niña. Regresa a tu casa y cualquier cosa yo te llamo por teléfono. _Mana yo siempre te atenderé en las buenas y en las malas. Hasta pronto. _Hasta pronto. 1 La niña se fue desarrollando muy sana, pícara y era la felicidad de toda la familia. A los 9 meses estaba caminando y pronunciaba suficientes palabras. Su niñez transcurrió con toda normalidad. Cuando tenía 7 años nació su hermano Jesús Enrique. Al principio lo celaba cuando sus padres le prodigaban todas las atenciones. Por recomendaciones de sus padres empezó a ayudarle a echarle talco, a cargarlo y a acariciarlo. Poco a poco los celos fueron desapareciendo y lo mimaba muchísimo. Lérida cursó hasta el tercer grado en una escuela pública que quedaba cerca de su casa. Vivían en la Urbanización “El Paraíso”. Viviana un a amiguita de Lérida, también de 10 años como ella, la invitó a jugar muñecas a su casa, a una cuadra de distancia, un día sábado. Obtuvo el permiso de sus padres y las niñas, reunieron varias barbis y otras muñecas más grandes, vestidos para cambiarlas, una casa de metal con varios ambientes, juegos de paltos y tazas de loza. Estuvieron jugando por espacio de media hora. Cuando llegaron Luis Enrique y Pedro, de 12 años, amigos de Viviana, quienes las convencieron de ir un rato al Parque El Pinar, que quedaba cerca. Se trasladaron al lugar y antes de llegar, les dijeron:_ vamos a recortar camino por esta veredita. Las niñas accedieron y al meterse por el paraje solitario, Luis Enrique propuso:_Vamos a jugar a papá y mamá, yo con Viviana y tu Pedro con ella. Viviana como lo había hecho antes, le dijo a Lérida: _ Es rico hazlo para que veas. Pedro y Lérida se escondieron más adelante, le bajó el blumer y sintió dolor, pero no pudo gritar porque el niño le besaba la boca. Se levantó apresurada y empujó a Pedro. Corrió hacia adonde estaba Viviana y les gritó: _ “Vámosnos”, “vámosnos”. Tú me dijiste que era rico mentirosa. Me dolió mucho. Viviana le contestó: _ No vayas a decir nada a nadie porque nos van a castigar fuerte. Luis Enrique les dijo:_ les vamos a brindar unos refrescos en la bodega de la esquina. Está bien. _ Bueno. Está bien _les contestaron las niñas. Se regresaron a la casa de Viviana, los muchachos se marcharon a la media hora. Lérida le dijo:_ bueno Viviana. Yo me voy y no le voy a decir nada a nadie. Ese es nuestro secreto. Hasta luego. Pasó un mes y medio, siguieron ambas niñas sus actividades normales y un sábado Viviana volvió a visitar a Lérida. Les pidió permiso a sus padres para jugar muñecas en su casa. Encarnación le recordó a su hija: _ bueno Lérida, ten mucho cuidado, mucho fundamento y pórtense bien. Mira que tu papá tiene un carácter muy bravo, está trabajando y no le gusta las guachafitas con muchachos. _ Mamá tú me conoces y yo me porto bien, en las casas de mis amigas. Si yo solo voy es a la casa de Viviana. Bendición mamá hasta ahora. _Dios me la bendiga y favorezca hija. Las niñas caminaron apresuradas y como una rutina sacaron las muñecas, sus vestidos y otros juguetes. Dicen que la ocasión la pintan calva y también visitan a Viviana, sus amigos Pedro y Luis Enrique. _ Hola muchachas, si ustedes están de acuerdo las invitamos a tomar unos refrescos en la bodega del otro día. Expresó muy cordial Luis Enrique. _ Lérida que bueno. A mi me parece bien. Di que si…di que si. Contestó Viviana muy contenta y dando saltos. _Bueno Viviana. Vamos solamente a tomar los refrescos. Expresó algo preocupada la niña. _ No te preocupes Lérida. En el camino acordamos algo. Le replicó Pedro. Salieron de la casa y lentamente se dirigieron al lugar señalado. Cuando Luis Enrique les propuso: _ verdad que después de jugar papá y mamá el refresco más sabroso ¿No creen ustedes? _ A mi me sabe sabroso. ¿Por qué no lo pruebas Lérida? Acuérdate que ese es nuestro secreto. _Bueno rapidito y si me va a dolé otra vez no lo hago. Dijo Lérida un poco asustada. _Ya no te va a dolé nada, porque ya pasó mucho tiempo. Le enfatizó Pedro. _ Bueno. ¡Vamos a probar si es verdad! Exclamó Lérida. Llegaron a la vereda donde habían estado anteriormente y cada pareja se escondió entre el follaje. Pedro poco a poco empieza a acariciarla y a besarla por el cuello y en los labios, se bajan sus ropas interiores y la penetración se facilita por la lubricación natural, poco a poco se frotan y Lérida exclama: _!Si es rico ! …!es rico!!...!es rico! ah…ah…ah…ah y Abraza fuertemente a Pedro. Cuando compran los refrescos, le pregunta Viviana a Lérida:¿verdad que ahora el refresco es más sabroso? _Si amiguita. Si es bien sabroso. Le enfatizó Lérida y se rió con una sonrisa pícara. Regresaron a la casa de Viviana, ordenaron los juguetes y Viviana acompañó a Lérida a su casa. _ Hija ¿cómo les fue y cómo se portaron? Interrogó Encarnación muy contenta. _ Nos portamos muy bien mamá y también nos fue muy bien. Como siempre jugamos con las muñecas. Expresó Lérida muy sonreída. _ Muy bien señora Encarnación. También respondió Viviana. _ Bueno yo me regreso a mi casa. Hasta pronto. Permiso señora Encarnación para hablar con mi amiguita. _ Es mala educación hablar en secreto delante de los mayores. Pueden hacerlo. Hasta pronto mija y gracias. Contestó la madre satisfecha. _Lérida ya sabes tenemos dos secretos. Cuidado tu hablas. _ Amiguita tu sabes que yo no soy sapa y jamás nadie sabrá nada. Hasta pronto. La amiguita sonsacadora regresó a su casa con una sonrisa pícara. Lérida continuó su rutina diaria, todos los días asistía a su escuela, en la tarde cuando volvía a su hogar realizaba las tareas escolares y luego encendía el televisor para ver “comiquitas” y películas. Cambiaba los canales con el control remoto, cuando pasaban comerciales. Cuando veía las escenas amorosas de las telenovelas, se acordaba de los besos y su relación con su “primer noviecito”. Una tarde en la escuela, cuando salió al recreo, dos compañeritos se le acercaron y veían hacia sus zapatos y se reían a carcajadas, ella se había dado cuenta que habían pegado un espejo pequeño en la punta del zapato y “cogían picón”, viéndole su pantaleta. Ella continúo conversando con una compañerita, como si nada estuviera sucediendo, cuando pasó una maestra y observó lo sucedido. _ A ver todos, los cuatro vengan acá. Niños los voy a reportar a su maestra. Eso no se hace. Hay que respetar a las niñas. Y ustedes niñas, ¿ o no se dan cuenta de lo que está pasando?¿O se hacen las inocentes? Entonces ¿Cuál es la guachafita?_ les reclamó Reina Urrutia, maestra del tercer grado. _Señorita yo estoy hablando con mi compañerita y no sé porqué se están riendo ellos_ contestó muy seria Lérida. _ A ti también te voy a reportar con tu maestra. ¿Niña en que grado y sección tu estudias?_ le enfatizó la maestra. _ Pero maestra yo no estaba haciendo nada. Ellos son los que están con el desorden. Pero si usted quiere saber mi grado. Yo estudio en el tercer “B”_ contestó Lérida sollozando. _ Vengan todos conmigo. Vamos primero al tercer “B” para reportar a esta motolita_ argumentó la educadora. _ No me ofenda Seño. Yo no soy una motolita. Se dirigieron al salón de clases y la maestra habló con su colega. Luego se dirigió con los niños al 2° grado “A” y reportó a los “vivos”. La maestra de Lérida envió una nota a su mamá, citándola para el día siguiente. Encarnación reprendió verbalmente a su hija, aduciéndole estar muy pequeña para portarse mal en la escuela y la niña llorando argumentaba no haber hecho nada y que lo más probable era “la maestra esa la tiene agarrada conmigo”. La madre acudió a la cita y la maestra le explicó lo sucedido, argumentándole que desde pequeña debía velar por la moral y las buenas costumbres, el dejarse respetar y no fomentar “guachafitas” y desordenes dentro o fuera del aula. Al llegar de la escuela Encarnación le argumentó con una perorata de más de media hora, ser una familia de una buena moral y con costumbres cristianas, ni ella ni su hermana cuando estudiaron las citaron por mala conducta. La niña lloraba y argumentaba “no haber hecho nada”. Al enterarse el padre también enfatizó en su perorata casi los mismos argumentos y entre ambos acordaron que no vería televisión por tres días y no recibiría visitas de su amiga. _ Papi y mami ¡yo no hice nada a esa maestrita_ gritaba sollozando la niña. Se fue rápidamente a su cuarto y se acostó en la cama llorando y gritando: ¡Yo no hice nada! ¡Yo no hice nada! A la hora de la cena, la niña no se había presentado a la mesa. Y Encarnación la fue a buscar y le replicó: _ Niña no se puede poné brava con la comida. ! Venga a comer cará! La niña a regañadientes comió algo y pidió permiso y se fue a acostar. Esa noche soñó con la maestra acusadora. La veía presidiendo con un grupo de maestros de la escuela, una especie de tribunal y con el dedo índice la acusaba: _ Motolita, no te la eches de inocente. Yo te conozco. Tu eres mala…mala…mala…! ERES MALA! La madre la despertó cuando la niña gritó: _ NO…No…no soy mala._ _ Lérida. Hija despierta…tienes una pesadilla. Yo se que no eres mala. Te voy a dar una taza de leche con azúcar y vas a dormir…mañana es otro día.

2 comentarios:

  1. Que buen primer capitulo, te quedas con las ganas de ver que sigue con la novela.

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  2. Hay caramba pero que bueno esta el primer capitulo , quiero seguir leyendo ,para mañana.

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