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jueves, 6 de febrero de 2014

Capítulo IV de la novela "LA MOTOLITA" de Alberto Isaías Guilarte

Ercilia Quintero, de 18 años, morena, de estatura mediana, grandes senos, la nariz achatada contrasta con sus bellos ojos negros saltones y con las pestañas largas. Tiene varios días alojada en el apartamento de Pedro Antunez, auxiliar de farmacia del Hospital Vargas. Su esposa Nélida Rodríguez de Antunez, ama de casa atiende a sus dos hijos, Carmen y Federico. Carmen de 23 años, es contabilista de un Banco importante y Federico de 14 años, estudia tercer año de Bachillerato en el Liceo “Fermín Toro” Ercilia vino de Barinas, a la casa de su paisana Nélida a efectuarse un chequeo médico, está padeciendo de dolores de vientre. Está unida a Juan Perdomo, tiene una hija de 2 años, la mantiene el marido. Es extrovertida, divertida y dicharachera. Una noche se quedó viendo televisión con Federico hasta medianoche, todos en la casa se habían acostado. Ella usaba una bata transparente, de color rosado y mostraba sus grandes senos, la pantaletica blanca, traslucía el pelambre frondoso de su pubis, a cada instante cruzaba la pierna y Federico al frente se deleitaba con sus bellos muslos. Lo interrogó si tenía novia, él le contestó haber estado de una compañera de clases pero no se sintió correspondido, luego en una fiesta bailando un bolero con una muchacha, le puso la boca y la besó, se vieron tres veces, se besaban a menudo y no pasó nada. <><> Ercilia lo invitó a sentarse en el sofá, muy cerca de ella, se le aproximó y él la besó, le abrió la bragueta y le agarró el miembro. Él le acariciaba los senos y sus partes íntimas. Sintieron que Pedro tosió y se asustaron. Él le dijo: _Mañana en la noche, cuando todos se duerman te voy a dejar la puerta de mi cuarto y allí nadie nos va a molestar. Le preguntó si estaba de acuerdo y ella jadeante de pasión respondió no poder esperar tanto, era mejor así por su condición de mujer con un marido y una hija, también por respeto a su amiga. Ercilia se acostó en la cama, y acariciándose poco a poco el clítoris se quedó dormida, Federico se acariciaba el miembro y se imaginaba el deleite y placer que le daría esa tremenda mujer, en su propia casa, claro nadie podía encontrarlos en ese momento de pasión, sería un error gravísimo, tendrían que actuar en absoluto silencio y guardándole el secreto a su primera mujer. No podía perder esa oportunidad, a lo mejor no volvería en otra ocasión a su casa. Ercilia se levantó muy temprano, tomó la coladora de café, le echó dos cucharadas rasas, calentó agua y la vertió en la bolsa, el humo esparcía su aromático olor mañanero por el apartamento. Luego abrió la bolsa de harina precocida, calentó el agua y fue amasando la masa y salieron diez arepas regulares. De la nevera cogió cuatro huevos, los batió, picó una cebolla, dos ajíes dulces, un tomate perita y los puso a sofreír en aceite hirviendo, le echó el batido de huevos, los mezcló y ya estaba listo el “perico”. Se sobresaltó con el <>. Le respondió <> Se bañó, se vistió, se maquilló y se dirigió a la parada de la camioneta, tomó una y llegó al hospital. Pidió un número en el Servicio de Ginecología, y a la hora y media, fue atendida por un médico joven, le llenó la historia, después de un severo interrogatorio, le invitó a acostarse en una camilla de obstetricia, antes se había quitado la pantaleta, se cubrió con una sabana blanca y al ser examinada por el médico sonreía pícaramente. El joven profesional hacía grandes esfuerzos por concentrarse, cuando le introdujo el dedo en la vagina con el guante plástico, ella le tomo la mano y le picó el ojo<< Señora vístase por favor. Ya la examiné. Debe seguir mis indicaciones al pie de la letra. Estoy seguro, muy pronto desaparecerá el dolor. Pida una cita y hasta pronto>>El médico estaba sonrojado y nervioso. Le dio las gracias al doctor y con un hasta luego insinuante, se retiró moviendo las caderas provocativamente. Realizó varias compras para ella, su hija y su marido. Visitó a una amiga, en esa casa almorzó y finalizando la tarde, llegó al apartamento de su amiga Nélida. Saludó a todos efusivamente y cuando besó en la mejilla derecha a Federico, muy despacito le susurró al oído<>. Federico sintió un corrientazo en su miembro, los latidos de su corazón, se aceleraron y se puso pálido. Para evitar ser descubierto se retiró enseguida a su habitación. Ercilia inició una larga conversación con su amiga Nélida, trataron de responderse sobre las vidas de sus familiares, de los paisanos, lo difícil que se ha puesto la vida, las actividades de Carmen y Federico. Luego encendieron la televisión y vieron varias películas. Hasta que Nélida se percató era la hora de hacer la cena y la invitó hacer unas arepas, frieron tajadas de plátano, guisaron carne molida y prepararon café con leche. Cuando llegaron Pedro y Carmen, pusieron los platos y los cubiertos. Fueron sirviendo la comida y las tazas de café con leche. Entre todos las conversaciones fueron fluidas, sobre el trabajo del jefe de familia, de los estudios de los muchachos y de la salud de Ercilia, quien destacó tener esperanza de curarse con este nuevo tratamiento médico, vendría y les facilitaría nuevamente alojamiento para el mes próximo, cuando vendría a la cita. Entre loas dos amigas, recogieron los platos, lavaron la olla, el sartén y todos los utensilios utilizados, los secaron y los fueron guardando en los gabinetes. Volvieron a la sala a ver televisión. A las 9:30 p. m. Federico, expresó tener sueño, besó a su mamá, le pidió la bendición y se despidió con un hasta mañana y que descansen. Luego media hora más tarde Carmen, realizó el mismo procedimiento. Ercilia se excusó de seguirlos acompañando y se dirigió a la habitación que compartía con Carmen. Esperó que todos estuvieron dormidos, se paró sigilosamente, abrió la puerta del cuarto de Federico, quien se mantenía despierto con la luz apagada, dando vueltas sobre su cama. Federico se levantó para meter el seguro de la puerta, ella se había acostado en la cama, Al acostarse a su lado, su cuerpo irradiaba el calor de la hembra en celo. Lo besó frenéticamente y se quitó la bata, quedando en bikini. Lo ayudó a desnudarse, besándose con furor. Él le quitó la minúscula prenda e inició el incesante acariciar con sus dedos el pubis de la fogosa mujer que lo devoraba en su deseo. Ella se montaba, luego él la ponía abajo y se frotaban con una fuerza fundiéndose en una sola materia. Al penetrarla en varias ocasiones, ella no le permitió más que lo sacara, como una tenaza lo retuvo y dio un grito inicial, el cual acalló tapándole la boca, al sentir el máximo placer. <> Ante el temor de ser descubiertos Federico, susurrándole al oído le indicó que se fuera a acostar en el cuarto de su hermana, ambos debían guardarse este secreto y que lo había hecho muy feliz. Ella le obedeció, se puso su bata, salió del cuarto cual gatita en la oscuridad, se dirigió al baño, se aseó y al acostarse cayó en un sueño profundo. Al día siguiente Nélida estremecía a Federico para despertarlo, se había quedado dormido y llegaría tarde a clases. Ercilia al levantarse temprano, había hecho café con leche, las arepas y había colocado las lajas de jamón y queso en un plato, para ser servidas en el desayuno. Como una buena motolita, se sentía muy satisfecha y en el transcurso de la mañana prepararía su maleta para regresar a su casa, para continuar su vida con su marido y su hija. Al despedirse de sus amigos, destaca le perdonen las molestias que ocasionó, también su casa está a la orden en Barinas, les desea éxitos a los muchachos y a los padres. Al besar la mejilla de Federico, le susurra al oído<> Cuando iba sentada en el asiento del autobús que la llevaba a su destino, se saboreaba los labios y rememoraba los momentos vividos la noche anterior. También como en una película rápida recordó cuando a los doce años, un vecinito de su misma edad, la penetró por primera vez. Ella le llevó a la mamá del chico unas arepas que le había enviado su mami, él estaba solo y le dijo que pasara, cerró la puerta y la haló hasta su cama, la convenció de jugar a “papá y a mamá”. Al montársele encima, le bajó la pantaletica y le dolió. El grito no le salió porque le tapó la boca. Juan la amenazó con contarle a sus padres, las frecuencias de los supuestos repetidos actos sexuales realizados y ante el temor de ser castigada por sus padres, ella guardó el secreto. Al año siguiente le dieron permiso para ir a una fiesta con unos primos, estuvieron bebiendo y al embriagarse cuando venían para su casa, todos los primos de común acuerdo decidieron tener relaciones, en un solar con bastante vegetación cercano a su casa. Le gustó mucho y no le dolió <> Tampoco podré olvidar a Pedro, el policía, a los 14 años. Emeterio, el fiscal de tránsito, a los 15 años. A Florencio, el profesor de deportes. A Macario, el profesor de castellano del 2° año del liceo. A Felipe, el caraqueño que conoció en la fiesta de 15 años de su amiga Florencia. A Eusebio, el boticario. A José Miguel, el pavo de la ferretería. Cuando se fugó con Juan José por dos días y dijo que había ido a visitar una amiga en Barinitas, antes había llamado por teléfono a Florencia para prepararla como complice y nadie nunca supo nada. Ella también le tapó una mentira cuando su amiga la necesitó. Motolita siempre ayuda a otra motolita. Al conocer a su actual marido, le había sido fiel hasta que conoció a Federico. Si los hombres tienen el privilegio de gozarse a una virgen, porque una también debía tener esa sensación. Yo no se que me pasó con ese muchacho, me gustó, la excitación por el peligro de ser descubierta, por ser yo la que lo tuve por primera vez. Bueno…bueno lo gocé y no me arrepiento. Fue divino. A lo mejor ahora si le seré fiel a mi hombre. Me le daré toda a toda hora y a todo momento. Veré en él…un hombre diferente cada día… Me imaginaré que él es mi amante distinto cuando esté conmigo…así será.

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