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lunes, 30 de septiembre de 2013

Capítulo XVI de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

Después de trasladarse en una camioneta a la estación del Metro de Plaza Venezuela, también apretujada y como sardinas en lata, llegó a la estación de Petare, caminó varias cuadras y luego de hacer una fila abordó el autobusete para dirigirse a la universidad. Las acostumbradas colas de vehículos en la vía hacia su destino, no la perturbaban, seguía canturreando las canciones de moda que oía a todo volumen en las cornetas del equipo de sonido de la “chatarra”. Lérida se baja junto con la mayoría de los estudiantes y empieza a subir por la caminaría, hasta el edificio 6, de la escuela de Derecho. Siente que las miradas de los estudiantes la tocan, sobre todo cuando voltean para ver su taconeo y su pompi. Los más osados le dicen todo tipo de piropos, no le contesta a ninguno y su ego siempre está inflado como un gigantesco globo, tripulado por su vanidad y jactancia. Asiste a la primera hora a la clase con el profesor Luis Eduardo Sierra, quien trata de coincidir en la mirada, pero ella lo ve como un bulto y águila al fin, su mirada escudriña el gran salón, a sus compañeros y se mantiene mucho tiempo fija en los apuntes que toma, haciendo sus acostumbrados esquemas. Luego del receso, acudió al cafetín, pidió un cafecito con leche pequeño y una empanada de queso. Estaba acompañada de su amiga Olga e intercambiaban ideas, chistes y algunos que otros chismes. Acercándose la hora del mediodía, estaba muy complacida y disfrutaba la forma de dar su materia, pero en el fondo le atraía el Profesor Raúl Manrique, era un pavo más, a todos le gustaba su manera suelta y “salía” de sus exposiciones, a la hora de decir las cosas por su nombre las decía, sus groserías las utilizaba para darle énfasis al modo de hablar popular. Sonó el timbre y él se acercó para conversar con ella, su corazón le latía más aprisa y sus manos le sudaban copiosamente. _ Señorita Gamarra ¿Alguien la viene a buscar? Si no es así podría bajarla hasta donde pueda tomar el Metro_ la interrogó el apuesto profesor muy sonreído. _ Bueno…Profesor. Déjeme decirle a mi amiga Olga que voy a aceptar su cola y para mí es un honor el que usted me hace, al querer conversar conmigo. Por favor, espéreme un momento y enseguida me voy con usted. Llamó aparte a su amiga y se excusó en no irse hoy con ella, ya que el Profesor Manrique, quería conversar con ella y se había ofrecido amablemente en llevarla a donde pudiese tomar el Metro. << Chama, me disculpas con tu mami, no se que me pasa que los profesores quieren hablar conmigo, será que me estoy haciendo famosa. Hasta mañana. No te preocupes que te tengo al tanto de lo que pase>> Siguió al profesor Manrique hasta el estacionamiento de profesores y el le abrió la puerta de un corolla verde, de un modelo no tan reciente pero bien conservado, pulido y bien mantenido. _ Señorita Gamarra tu tienes un halo o una condición de ser tan diferente a tus compañeras, yo como investigador social soy mas “salio” que una gaveta de abastos de portugués y hoy me propuse dialogar contigo, así también recibo el fedd back de como estoy dando mi materia, ¿Esta bien y estas de acuerdo? _ Claro profe, yo me siento afortunada porque usted tiene un magnetismo que a una no se puede desprender y cualquiera de mis compañeras quisiera compartir con usted, sintiéndose muy alagada con su gesto. A mi no me importa tanto el que dirán y vamos a conversar_ aseveró con firmeza y ocultando el temor de sus prejuicios sociales. Al interrogarla sobre su estilo de dar las clases, le informó no solo a ella le parecía fabuloso sino a la mayoría de sus compañeros, le permitía ponerlos en contacto con realidad nacional muy natural, sin “meriñaques” o frases rebuscadas y así lo podían entender mejor. Cuando él le dijo que rea una mujer sin tabúes, ella le devolvió la pregunta para devolverle la pregunta diciéndole: _ Profe, ¿En qué se basa usted para opinar soy una mujer sin prejuicios sexuales?_ de esa manera lo retaba a conocerla en forma muy íntima. _ Bueno querida alumna, como decimos algunos profesionales, tenemos “ojo clínico” y cada quien se proyecta de acuerdo a como es y nuestros radares captan esas señales y las interpretamos. Tú tienes un algo, una atracción envolvente y misteriosa_ le puntualizó Raúl. _ Gracias profe, eso me hace sentir bien y me empalaga_ le enfatizó, sacándole fiestas y moviendo sus senos en forma de zigzag. _ A mi me gustaría ir a ronchar un día de éstos conmigo muñeca_ le lanzó esta línea directa, y volteando para mirarla fijamente. _ Ay profe ¡Mejor es que se concentre en el manejo porque puede chocar! Bueno a mi también me fascinaría bailar con usted, yo le diría el día y la hora en que lo haríamos ¿Está bien?_ le contestó algo asustada y aceptando la invitación regocijada. _ Claro que está bien. Requete bien. Espero que me des la cita, bomboncito de miel. Acordaron la dejaría en la estación del Metro de Plaza Venezuela. Las colas de vehículos del mediodía, demoraron el recorrido hasta el lugar indicado. Y antes de bajarse, ella se despidió dándole un beso, casi en la comisura de los labios y retirando su boca velozmente. _Hasta pronto mi príncipe encantado_ lo piropeó riéndose a carcajadas. _ Hasta pronto mi Blanca Nieves, ojalá conozcas a uno de mis enanos que no es tan enano_ se burló con doble sentido y le lanzó un beso, uniendo sus dedos de la mano derecha, besándolos y luego tiró la mano como un lanzamiento de un pitcher. Ella caminó provocativamente, meneando su pompi y batiendo su cabellera. Los ojos de Raúl, se deleitaban con la palmera ondulante y saboreándose la lengua no le quitaba su mirada de las provocativas nalgas. <> Continuó su marcha zigzagueando el vehículo entre las filas de los otros, el tráfico se convertía en un ajedrez, debía saber mover su pieza para evitar choques. A esa hora “pico”, la agresividad de los conductores está en su máxima expresión y de repente, se le atraviesan los motorizados o algún carro pequeño a alta velocidad. Explora con la mirada para adelante, al espejo retrovisor y a los de las puertas. El flujo en esta zona es muy lento por la aglomeración de tantos vehículos, si cada conductor siguiera por su canal fluyera el tránsito con más velocidad, pero los conductores de autobusetes dejan bajar pasajeros antes de la parada establecida, la mayoría va cambiando de canal y estas acciones “trancan” el torrente vehicular. Pasaron tres días y al mediodía, a su salida de la clase Lérida se encuentra con el profesor Raúl Manrique que venía bajando por una caminería y se alegra muchísimo y muy zalamero le pregunta: _ Señorita Gamarra dichosos los ojos que la “aguaitan” como dicen los llaneros y ¿ No habrá un mensaje para este personaje medieval? Ella también se sorprende y se ríe a carcajadas, le pica el ojo a Olga y le responde: _ Mi estimado educador dicen que la ocasión la pinta calva y no hay que perder las oportunidades. Si usted es tan gentil le podré dar la información que quedó inconclusa la vez pasada, acepto su cola y mi amiga va a entenderlo muy bien. _Lérida si el Profesor desea conversar nuevamente contigo me parece muy bien que te de la cola. A mi me pasa buscando mi mamá dentro de un rato. Chao amiga. Hasta mañana. Hasta pronto Profe _ intervino Olga para favorecer el encuentro. _ Chao amiga. Saludos a tu mami. Hasta mañana_ le dijo Lérida muy contenta y la besó en la mejilla. _ Adios mi querida alumna la paz y el amor te acompañen para que vengan la salud, el dinero y la prosperidad de manos de un sifrinito rico. _ Ay profe usted si inventa cosas_ dijo Olga con timidez. Siguió a Raúl hasta encontrar el vehículo, le abrió la puerta y él muy contento le manifestó: _ Por esta tarde estás secuestrada mi bella princesa. ¡ Vamos a gozar una y parte de la otra! _ Secuéstrame villano y a bailar se ha dicho_ las fuertes carcajadas se hicieron en la montaña y no dejaban de reír por este hecho. Le preguntó si le provocaba comer pollo a la brasa, al tener su consentimiento, acudieron a un restaurante muy conocido, almorzaron y luego se trasladaron a una discoteca del este. La música a todo volumen, propiciaba los saltos y figuras de baile de las pocas parejas que se encontraban en la pista. Los reflectores de colores parecían relámpagos en la oscuridad del local. Él pidió un wisky y ella su acostumbrado fruit ponch. Cuando sonó una canción de moda, él la sacó a bailar. Ambos movían los brazos y todo el cuerpo, sueltos, libres y tratando de llevar el ritmo en forma irregular, cada uno a su manera. Luego de dos set de música rápida, el disjocky cambia a música suave, él la abraza y bailan muy pegados. Él toma la iniciativa y la va besando por la mejilla, cerca de las orejas y hasta se besan apasionadamente. Ella se deja llevar por su deseo, le empuja el sexo, frotándolo con pasión y le corresponde dándoselo, centrándolo y para controlarse le pide ir a sentarse. _ Lérida mi amor ¿si tu quieres nos vamos a otro sitio más íntimo?_ le propuso él. _Claro que si mi amor para que me apagues este volcán que me quema por dentro. Vamos rápido. Él llama al mesonero y paga la cuenta. Salen escandilados de la discoteca y abordan el vehículo. Se dirigen velozmente a un hotel, con entrada muy disimulada y con gran estacionamiento. La habitación tiene un jacuzzi, en el televisor al cambiar de canales pasan escenas pornográficas. Se besan con intensidad y él la acaricia por todo el cuerpo. Ambos encuentran la satisfacción compartida. Descansan durante una hora y él vuelve a buscarla, su juventud le permite volver a alcanzar otro orgasmo. Se oyen gemidos de satisfacción, risas y expresiones de amor. Ha sido una fiesta patronal, con toros coleados, retretas y fuegos artificiales. Los amantes se contemplan satisfechos, se acurrucan y los besos interminables adormecen los labios. _ Mira mi príncipe no encantado, yo se que usted es un caballero y guardará nuestro secreto_ le puntualizó Lérida. _ ¡Caramba, carambita, carambola! Señorita Gamarra, me extraña araña tenga esta aclaratoria disimulada de la letra chiquita de este contrato. Tú no me has visto en la universidad o no has oído comentarios donde cuentan acerca de mis conquistas amorosas, así que no me gustó esta recordatoria_ contestó molesto y arrugando la cara. _ No te pongas bravo mi “puchungo”, perdóname por decirte eso, que yo se está demás y tenía que ponerla en la salida. Ven para poner grandote a mi enanito bello _le hacía cosquillas y lo besaba por el cuello y los labios. _ Bueno está bien. Aclaradas las divergencias se da por cerrado el caso, ven para bañarnos juntitos _la tomó por la mano derecha y caminaron hacia el baño, abrió las llaves de la regadera y recibieron el chorro de agua sobre sus cuerpos calientes. Él la enjabona y va disfrutando pasar su mano por todo el cuerpo de la chica y ella se ríe a carcajadas por las cosquillas que le hace su amante. Se secan con las toallas, él se dirige al aposento, se viste y se peina frente a un espejo, espera que ella se maquille y se peine su cabellera. Al preguntarle hacia donde la va a llevar, ella le informa es conveniente dejarla cerca de su casa, ya está oscureciendo y debe llegar antes que su padre. _ Mi amor me hiciste muy feliz en esos momentos maravillosos que pasmos juntos_ le expresó Lérida dándole un beso en la mejilla y se bajó del vehículo. _Igualmente mi vida la tarde más inolvidable de toda mi existencia, tú eres fenomenal_ le dijo él devolviéndole el beso en la mejilla. Ella caminó las cuadras acostumbradas para llegar al apartamento, le pidió la bendición a su mamá, informándole le había ido muy bien en la universidad, no había venido a almorzar porque comieron con unos compañeros de estudios. Se puso a ver la televisión y recordando los gratos momentos, su alama estaba extasiada y se sentía volar entre las nubes.

3 comentarios:

  1. Motolita esta requete buena .felicidades Don Alberto Guilarte.

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  2. Motolita esta requete buena .felicidades Don Alberto Guilarte.

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