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lunes, 30 de septiembre de 2013

Capítulo XIV de la novela La motolita de Alberto Isaías Guilarte

Lérida inicia sus clases en la Escuela de Derecho de la Universidad “Santa Margarita”. Evalúa los diferentes profesores masculinos y en especial a Luis Eduardo Sierra, que le llamaba la atención, Sus clases eran muy amenas, echaba chistes y no seguía sus explicaciones hasta que la mayoría entendiera los conceptos legales. Ya el Profesor Sierra había interactuado mucho con ella y se atrevió a invitarla a tomar unos tragos. Pasaron veinte días y en ese tiempo la mente de Lérida era un torbellino, un gran tornado oscuro se paseaba por su imaginación. Se resistía a decirle al Profesor Luis Eduardo Sierra que ella deseaba salir con él y aceptaba su invitación a tomarse unos tragos, aunque ella no tomaba. Por otra parte quería aceptar su invitación y probarse que no era una mujer fatal, que a sus pretendientes no les iba a pasar nada, si tenían relaciones con ella. Le excitaba sentirse deseada por un hombre, no le importaba su edad, en las noches su vagina se lubricaba y soñaba con el profesor Luis Eduardo Sierra, se ponía de acuerdo en la Universidad y él la pasaba buscando por otro sitio, la llevaba un hotel y allí se entregaba a su pasión desenfrenada. Al despertarse se acordaba de sus sueños y se decía<< Coño Lérida tú no eres una putica que cualquier hombre te busca para poseerte así nomás. Date tu puesto. Tú eres una señorita que en estos momentos está dedicada a sus estudios. Acuérdate que prometiste respetarte, que te respetaran y el tiempo, tu destino, Dios te iba a proporcionar un hombre bueno, se conocerán, se casarían y tendrían hijos, bienes y prosperidad>> El anciano tiempo nos distorsiona la realidad y le pareció a Lérida hasta el momento de decidirse a salir con el profesor Sierra, verse montada en una altísima rueda de un parque de atracciones, dando dos vueltas, con la cabeza hacia abajo y sintiéndose el estómago pegado a la columna vertebral, con un pánico al vacío, hasta que llegó a la salida, mareada y dando tumbos. Al fin se le acercó al Profesor Sierra, cuando estuvo solo y al aproximarse le sonrió, dándose valor para expresarle: _ Buenos días profesor Sierra, después de mucho pensarlo y de analizar esta situación he decidido aceptar su invitación a salir. Como Usted sabe yo soy una señorita seria, de buena familia y usted no me ha visto pelando el diente a todo el que se me insinúa, aquí tengo fama de ser repelente como el mejor antimosquitos. El intercambio de ideas con un profesor respetuoso como Usted debe ser una experiencia formidable. Usted me dirá si podremos esta tarde a las 3:00 p. m., me puede pasar buscando al frente de la entrada del Ateneo de Caracas. _ Perfecto. Está muy bien, a esa hora y en el lugar indicado la pasaré buscando. Con respecto a mi le informo, soy un hombre serio, respetuoso de las damas como usted ha visto en toda ocasión. Conversar con una alumna agradable es un placer inmenso. Hasta la tarde. Lugo de almorzar Lérida, hizo una siesta de una hora, se bañó y se enjabonó tres veces, se lavó el pelo con champú y acondicionador. Se cepilló y efectuó gárgaras con un enjuague bucal. Observándose en el espejo desnuda, se fue aplicando con los dedos un perfume caro, que le había regalado su amiga Olga y lo usaba para ocasiones especiales. Se echó detrás del lóbulo de cada oreja, entre los senos, en la frente, en el ombligo, detrás de las axilas y detrás de la cintura. Parecía la diosa del amor preparándose para provocar a los hombres, incautos mortales, los que enloquecían con su belleza, por sus atributos y por no poder poseerla por ser una divinidad etérea. Se puso su bikini rosado, tipo hilo dental, el cual hacía juego con su sostén transparente y de finos encajes. La blusa anaranjada, le traslucía sus hermosos y bien formados senos. El pantalón blue jeans, con bordados los cuales bajaban a lo largo de la costura y a sus lados. Se había pintado las uñas de los píes y de las manos con un rojo intenso. El mocasín de cuero le protegían sus delicados píes. Se pasó el cepillo más de doscientas veces y se recogió el pelo con una cinta azul. Volvió a escudriñarse en el espejo, se maquilló la cara, se pintó las cejas y con un color rojo intenso los sensuales labios. Le informó a su mamá que iba a estudiar con Olga, anticipadamente le había pedido el favor a la amiga diciéndole:<> Llegó al sitio convenido a las 3:15 p. m. Al verla el Profesor Sierra le tocó la corneta de su camioneta de último modelo, de color azul claro. Se dirigieron a una famosa fuente de soda, al este de la ciudad, la cual tenía unos ”reservados”,cuartitos pequeños, separados por cortinajes. Antes de dejarlos solos el mesonero le llevaba el servicio de bebidas solicitado y no los molestaba más hasta que apretaran un timbre ubicado al lado de una lámpara con un bombillo rojo, para hacer el ambiente íntimo y provocador. _ Lérida que bueno que aceptaste mi invitación. Salud. Por nuestra amistad_ Luis Eduardo con un vaso de wisky en la mano la motivaba y ella tomó el vaso con un “fruit ponch”, lo chocó con el otro vaso y le contestó: _ Por nosotros y que seamos muy buenos amigos. Se lo quedó viendo y se rió a carcajadas, luego lo corrigió: _ Así no se brinda con la mano derecha, es con la izquierda, eso lo aprendí de mi compañera Olga Pietro. Dice es para que los brindis se repitan. _ Bueno así será y por nosotros_ expresó el hombre maduro riéndose por la picardía de la joven. Luis Eduardo la interrogaba sobre el momento que estaban pasando, si le parecía bien el lugar, si no estaba incómoda. Ella le informó sentirse muy bien porque se estaban conociendo, el sitio le parecía bien porque así nadie podía verlos, ni nadie los importunaba, era la primera vez que ella iba a un sitio como ese (y en verdad era así, ella había ido a hoteles), no se sentía incómoda porque hasta ese momento él se había portado como un caballero. Al oír sonar boleros, al invita a bailar y ella acepta. La aprisiona fuerte y siente su miembro entre su parte íntima, con las vueltas y con contorneos lo va frotando, excitándolo, él trata de besarla y ella lo evita diciéndole: _ Profesor por favor contrólese, pórtese bien y a lo mejor más adelante podrá ser. Mejor nos sentamos. Acuérdese que yo soy una señorita decente y si se va a dar esta amistad debe ser poco a poco, no violente las cosas. Tenga paciencia. Se sientan y le pregunta si desea otro trago, ella contesta afirmativamente y él toca el timbre, el mesonero pide permiso, corre la cortina y se pone a la orden. Él pide otro “fuit ponch” y dos vasos de wisky “ en las rocas ( solo con hielo). El mesonero toma la orden y vuelve a pedir permisos, corre la cortina, deja los tres vasos servidos y se lleva los otros dos vasos. Luis Eduardo se toma rápidamente uno de los vasos de Wisky para colmarse. Al oír las canciones de salsa de moda, ella lo toma de la mano y empiezan a bailar, se le pega y lo frota frecuentemente, él la abraza fuertemente, y la besa por las mejillas y el cuello. Ella no lo deja besar su boca y él le pregunta el porqué. Le contesta que ella besa a alguien si son novios, y por los momentos se están conociendo, se están haciendo amigos, que tenga paciencia, de su comportamiento hoy dependerá si volverán a salir. Luis Eduardo pensaba y analizaba la situación: <> Él le da vueltas, la frota y la suelta, la halaga apretándola, con su mano la pone a girar, la lanza hacia atrás y la atrae pegándole su cuerpo ardiente. Bailan y conversan durante dos horas. Ella pregunta la hora, él responde son las 5: 30 p. m. y ella se para de repente, invitándolo a llevarla cerca de su casa. Él no quiere irse y trataba de retenerla, pero antes de sus insistencias, aceptó. Tocó el timbre, le pidió la cuenta al mesonero, pagó dándole una buena propina y salieron hacia la entrada de la fuente de soda. Abordaron la camioneta y él le preguntó hacia donde la llevaba, ella le indicó, le dio varias referencias de negocios reconocidos, cercanos a su casa y al llegar antes de las tres cuadras de donde estaba ubicado el edificio, le pidió el favor de dejarla. Antes de bajarse le dio las gracias por los momentos felices que pasaron, se había portado bien y ella le expresaría cuando volverían a salir si él estaba de acuerdo. _ Gracias Lérida, también por esos gratos momentos que disfrutamos. Claro que quiero volver a pasar otras ocasiones contigo. Espero pues señorita que no pase mucho tiempo porque voy a estar esperando esa respuesta. No te preocupes que soy una tumba y nadie se va a enterar de lo nuestro. Cuando se vaya consolidando y se formaliza, se hará público. _ Cará profesor, no sea un avión y no vuele tan alto. No diga cosas negativas, de tumbas, muertos. Dios lo cuide y lo proteja. A mi eso me da miedo. No hay que contar los pollos antes de nacer. Y cuando se van a dar las cosas se darán. Chao Luis Eduardo hasta pronto _le contestó arrugando la cara y expresando temor, luego se sonrió, cerró la puerta con delicadeza y empezó a caminar lentamente. _ Chao Lérida. Cuídate. Nos vemos en la Universidad. La dejó caminar un buen trecho, para ver sus nalgas sólidas, su meneo un poco provocativo, luego aceleró para dirigirse a su apartamento, él era soltero y vivía con su anciana madre y una hermana divorciada. Al día siguiente se encontró con su amiga Olga, quien al verla inmediatamente le preguntó: _ Chama ¿Cómo te fue con el chico ayer? ¿Cómo la pasaron? _ Chama, muy bien. Tuve que ponerle frenos, se excitó y me quería besar en la boca, yo no me dejé y le hice saber iba muy rápido, me hizo caso y se controló_ le contestó riéndose. _ Pero ¿Yo lo conozco? ¿Es de la Universidad? Anda dime que yo te guardo el secreto…dime..dime…dime…no seas maluca conmigo y confía en mí, seré una tumba_ la aturdía en su interrogatorio y la halaba para que respondiera. _ Mira amiguita del alma. Métete con el santo pero no con la limosna. No me gusta identificarte a mis amigos. Más adelante es posible que puedas conocerlos. En este caso es solo un amigo y no vale la pena decirte quien es_ la regaño Lérida poniéndose brava. _ Chama, está bien pero no te molestes conmigo. Vamos a entrar a clases con el Profesor Luis Eduardo Sierra y en el receso vamos a comer algo en el cafetín. Oyó con mucha atención la clase y estaba tan concentrada que no escuchó cuando él le preguntó: _ Bachiller Gamarra ¿cómo diferencia Usted el derecho de la moral? _ y le volvió a formular la pregunta. Ella enseguida se acordó cuando estaban en el reservado él le había insistido, hablando de todo un poco de que “el derecho se refiere a la realización de valores colectivos mientras que la moral persigue la de valores personales”. _ Bueno Profesor: “el derecho se refiere a la realización de valores colectivos y la moral persigue valores personales”. _argumentó con una seguridad asombrosa. _Muy bien Señorita Gamarra. Tiene 20 puntos, en la evaluación continua. Queridos bachilleres, siga el ejemplo de esta excelente alumna, se ve que es muy aplicada y estudiosa. ¡Felicitaciones bachiller Gamarra! Ella se sintió que le ponía en un pedestal muy alto y el hecho de destacarla como modelo a sus compañeros, era para enaltecerla y para que estudiaran su materia, aunque él le había repetido como loro ese concepto y menos mal que se lo aprendió. Que pena hubiera sido si no se lo habría recordado, por algo él se lo enfatizaba y gracias a su memoria salió bien. Al terminar la clase, Olga la abraza y la felicita emocionada: _ Chama, eres un cerebrito y debo seguir tu ejemplo. Parece que te dan resultados estudiar por tus benditos esquemas_ _ Gracias chama, no merezco tantos elogios y felicitaciones. El secreto es oír bien cuando repites un concepto, tratar de memorizar lo más importante y mis esquemas no fallan_ se jactaba la presumida. En ese instante se le aproximó el Profesor Sierra, le extiende la mano, le quiñe el ojo izquierdo y la felicita diciéndole: _ la felicito Bachiller Gamarra, siga estudiando con ahínco que va muy bien en esta materia. Recuerde los acuerdos de las partes también genera derecho. _ Claro que si profe. En los contratos se estipula un tiempo y si las partes lo cumplen se está acatando la norma jurídica. Hasta pronto profe y que pase un feliz semana _ le expresó la complacida alumna. _ Hasta pronto Bachiller. Olga estaba tan sorprendida al oír hablar y responder a su mejor amiga y le dijo: _ chama ya estás hablendo como toda una profesional y de tú a tú como si ya estuvieras graduada, me sorprendes y te admiro mucho. Debe aprender de ti, tu soltura, tu seguridad y tu inteligencia. Lérida se reía complacida, pensando tomaba ventajas y sus compañeros pensaban que se lo había ganado por méritos propios, no sabiendo que para conquistarla ese profesor la alagaba y la hacía aparecer como una estudiante con muchos méritos propios.

2 comentarios:

  1. Y Lêrida , que sabia salomona jaja se las sabe toda. Lêrida oye consejos.

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  2. Y Lêrida , que sabia salomona jaja se las sabe toda. Lêrida oye consejos.

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