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martes, 15 de febrero de 2011

Hacer o elaborar el duelo

Dr. Alberto Isaías Guilarte
Psicoterapeuta Estratégico

  




Cuando un familiar fallece el deudo pasa por un estado y proceso que se denomina duelo. También puede ocurrir al terminarse una relación sentimental.
   Es la reacción ante la ida física o pérdida de una persona, animal, objeto o evento significativo. Ocasiona un resultado de sufrimiento y congoja, cuando el lazo afectivo se corta.
   El duelo no solo tiene aspectos emocionales sino fisiológicos y sociales.
   El sujeto que lo experimenta, va a necesitar un tiempo para entender y aceptar esa pérdida, lo que le ocasiona apatía por su entorno social, laboral, estudiantil, etc., según sea el caso.
   Los comportamientos o conductas habituales después de la muerte de un ser querido son: llorar, suspirar, buscar y llamar al fallecido, querer estar solo, evitar a la gente, dormir poco o en exceso, distracciones, olvidos, falta de concentración, soñar o tener pesadillas, falta de interés por el sexo, no parar de hacer cosas o apatía.
   Las personas que están en duelo presentan los siguientes cambios:
      Sienten emociones fuertes como la tristeza y la ira.
      Tienen reacciones física, como falta de sueño o sensación de nausea.
       Se sienten decepcionados con su religión, al contrario de otros que fortalecen su fe
       y dicen que es más fuerte que nunca.
   Una persona también puede hacer duelo cuando termina una relación íntima o después de que uno de los padres, un hermano o un amigo se muda.
   Algunas personas se enfrentan al duelo cundo buscan el apoyo de otros y encuentran alivio en los buenos recuerdos.
  Otras tratan de mantenerse ocupadas para alejar su mente de la pérdida.
   Algunas personas se deprimen y se alejan de sus amigos o evitan los lugares o situaciones que les recuerdan a las personas fallecidas.
   En algunos casos, la gente para olvidarse de su dolor participa en actividades peligrosas y autodestructivas. Otras ingieren licor en exceso, se drogan o se cortan el cuerpo para escapar de la realidad de una pérdida, puede aplacar el dolor, pero la sensación es únicamente por momentos.
   La persona no está realmente enfrentando el dolor, simplemente lo está disfrazando, lo que hace que estos sentimientos se acumulen en el interior, prolongando el duelo.
   Si el dolor parece empeorar, si sientes deseos de lastimarte a ti mismo o tienes pensamientos suicidas busca ayuda profesional.
   La elaboración del duelo la vamos a definir como el período de tiempo desde que la pérdida se produce hasta que pueda superarla.
   Existen factores que coadyuvan a la elaboración del duelo en caso de una muerte señalaremos las siguientes: el tipo de relación afectiva con el fallecido, la duración de la enfermedad mortal y la agonía (en caso de haber pasado), el grado de parentesco, que tipo de muerte presentó el fallecido, el sexo del superviviente, la fe religiosa y si ha tenido experiencias de duelo.
   Anteriormente en nuestra cultura se llevaba luto, la viuda se vestía de negro por un tiempo, los familiares se ponían lazos de ese color; pero las costumbres han cambiado y cada vez pocas personas siguen esa tradición.
   El duelo lo expresan con llanto, rabia, ataques violentos, que son normales en esos momentos.
   Las personas en duelo pasan por etapas en las cuales consiga soportar paulatinamente el impacto.
   No creen lo que sucedió, niegan por horas, semanas, o meses el hecho.
   Están con sentimientos de tristeza y lloran frecuentemente.
   El hecho de ver el cuerpo del fallecido da pie a iniciar el duelo y lo que determina que es un hecho cierto cuando se produce el entierro.
   Pasan a otra etapa en la que tienen dolor por la ausencia del difunto, desapego de su entorno, a veces creen ver al familiar constantemente.
   Le cuesta romper las ataduras emocionales con el fallecido. Las actividades del doliente se reducen y no los motivan.
   Esta etapa se va reduciendo y como dice la gente:”el tiempo lo puede todo”.
   Puede durar 6 meses o más.
   En la etapa final ya el doliente elaboró el duelo, se integra a sus actividades laborales, estudiantiles, sociales, etc.
   Al acordarse del difunto siente afecto y melancolía, ya superó el dolor agudo de la ausencia y la nostalgia.
   Naturalmente se deben pasar por los siguientes hechos: debo aceptar la pérdida (el dolor es ausencia), se que el familiar murió, sentí todo el dolor y las emociones negativas (rabia y miedo).
   Me adapto al ambiente en el que no está mi familiar, el cual observé enterrar y “ya lo enterré en mi mente” y si es mi mascota igualmente debo hacerlo.
   Debo continuar mis actividades y tengo el apoyo de mi familia.
   Se cuenta de que una señora que se resistía a hacer el duelo por su esposo fallecido, se le acercó a Buda a que la ayudara. Le preguntó que como hacía ella para entender lo que le pasaba y dejar de sufrir por la muerte de su ser querido.
   Buda le dijo que fuera por la comarca con una bolsa grande de tela y preguntara en cada casa si allí no se había muerto ningún familiar. En la casa donde no hubiese ocurrido ningún fallecimiento de alguna persona, ella buscaba una piedrita y la metería en la bolsa de tela.
   Debería pasar un año haciendo eso y después lo buscaría para mostrarle la bolsa con todas las piedritas recolectadas.
   La señora le hizo caso y fue de casa en casa preguntando si allí no habían tenido familiares que no habían muerto, si le contestaban afirmativamente tendría que buscar la piedrita y meterla en la bolsa.
   Pasó el año y la señora buscó a Buda y no le entregó ninguna piedrita. La señora entendió la lección: todos morimos y con el tiempo superamos el dolor y entendemos la muerte de un ser querido.
   Estimados lectores pueden escribirme a mi correo: alberto.guilarte@gmail.com, dándome tus opiniones o comentarios, solicitándome artículos de mi especialidad. Hasta pronto.
   Bibliografía:
Alizade, A. M.(1996) Clínica con la muerte. Buenos Aires: Amorrotu.
Bayes, R, (2001) Psicología del sufrimiento y de la muerte. Barcelona: Martínez Roca.
Gómez Sancho, M (2004) La pérdida de un ser querido. El duelo y el luto. Madrid: Arán ediciones.



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