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viernes, 11 de octubre de 2013

Capítulo XXIII de la novela:"La motolita" de Alberto Isaías Guilarte

Lérida controló su embarazo con uno de los mejores obstetras de la ciudad, estuvo trabajando hasta los siete meses y cuando su vientre estuvo muy abultado. Manuel le prohibió asistir al Bufete, tomó sus casos y ella esperó en su apartamento la llegada de la bebé. Con anticipación su médico le había dicho el sexo de la niña, al hacerle un ecosonograma. Compraron ropita de niña, sus familiares y amigos le regalaron la cuna, coche y otros enseres necesarios. Encarnación se mudó al apartamento de su hija mientras ocurriera el parto y pudiese atender sola a la niña. La mimaba y la ayudaba en los oficios del hogar. Una madrugada Lérida sintió los dolores de parto muy fuertes y Manuel decidió llevarla urgentemente a la clínica. Encarnación no quiso quedarse sola en el apartamento y llamó a su casa para encontrarse todos para el momento del parto. Manuel por su parte avisó a su mamá y a la hermana. Al mediodía había nacido Fanny Josefina. La alegría y la euforia de todos los familiares era contagiante. Los abuelos muy “chochos” con la bella nieta, se disputaban los mimos y atenciones, cada uno quería tenerla en brazos y celaba a quien se la pedía para cargarla. María Andrade, tía de Lérida, llegó muy feliz a la habitación y abrazó y besó a la sobrina y a la niña. Enseguida le dijo a todos:_ yo no sé que van a hacer, yo seré la madrina principal de Fanny. _ Así será comadre. Manuel te quiere mucho ¿verdad mi amor estás de acuerdo? _ le contestó Lérida. _ Claro que si ¿Dónde voy a conseguir una comadre como ésta? _ le dijo Manuel. El viejo tiempo va arreando su carruaje y cada uno de los mortales lo percibimos va pasando muy aprisa si los acontecimientos son gratos y muy lentos si son trágicos. Cuando Fanny cumplió tres años nació Luis Enrique. Este niño con el tiempo era muy respetuoso, servicial, obediente y muy cariñoso. Los niños fueron creciendo y Lérida los dejaba al cuidado de su madre mientras ella trabajaba, al caer la tarde, los pasaba recogiendo y los llevaba al apartamento. Era la rutina generalizada de la mayoría de las madres trabajadoras. Los abuelos consienten a los nietos y entre las dos formaciones, los niños manipulan para conseguir sus propósitos. Lérida fue sobreprotegiendo a su hija y generalmente estaba en desacuerdo con Manuel en reprenderla, las salidas a la calle y otras decisiones que debían de tomar de común acuerdo. Si Manuel le prohibía ver algún programa de televisión, cuando él no estaba ella la dejaba verlo y así en muchas cosas. Fanny fue tomando el modelo de la motolita, hacer las cosas a escondidas y aparentar rectitud. Pasaron 10 años y Fanny asiste a un Liceo privado, estudia el séptimo grado. Tiene dos amigas: Magaly e Iris, ambas hijas de profesionales de la clase media. Todos sus padres las llevaron a un matinée que se realizaría en el liceo de 11:00 A. M. a 3: 00 P. M., las niñas disfrutaron de la fiesta y media hora antes de que finalizara tres compañeritos las invitaron a un apartamento cercano donde vivía uno de ellos, el cual había planificado el plan con sus otros dos amigos. Sus padres había viajado al interior del país para solucionar un problema urgente y a las 6:00 de la tarde, lo iba a acompañar la abuela, tendrían tiempo suficiente para estar solos con las tres chicas. Las motivaron a conocer la vivienda y regresar antes de la hora de culminación a la fiesta. Fanny entusiasmó a sus amiguitas y aceptaron la invitación. Las tres parejitas subieron y cada una se había “empatado” con el compañero respectivo. Cada pareja buscó un sitio para estar solos. Fanny correspondía los besos y las caricias de Marcos, quien al estar excitado la penetró y ella se mordió los labios para no gritar del dolor. Se limpiaron y luego de esperar a los otros compañeros, regresaron a la fiesta. El inicio de un ciclo amoroso en la vida de Fanny, también a temprana edad, va conformando el guión heredado de la madre. _ Mami me divertí mucho en la fiesta, bailé bastante con mis compañeritos y todos nos portamos muy bien_ le informó regocijada Fanny a su mamá. _ ¡Que bueno hija! Yo sé que tú serás una mujer triunfadora, segura de ti misma y te parecerás mucho a mí_ le dijo Lérida optimista. En otra oportunidad. Marcos al ser correspondido invitó a Fanny a jubilarse del Liceo y asistir otra vez a su apartamento, sus padres volvieron al interior e iban a estar solos, nadie los iba a molestar. Ella lo aceptó porque le gustaba Marcos y en su sangre le corría la pasión. Penetraron al apartamento, cuidándose de no ser vistos por algún vecino. Los preadolescentes se comieron a besos y las caricias desbordaron el muro del recato. Ella le aconsejó ponerse un perservativo. Él se acordó haber visto uno en la mesita de noche de sus padres, al encontrarlo se lo colocó y ambos disfrutaron al máximo este encuentro. Y como hija de gata estaba ya cazando ratones. En muchas oportunidades Lérida y Manuel discutieron el modo de criar a Fanny; Manuel le recriminaba su sobreprotección y el dejarla hacer muchas cosas que él le tenía prohibido. Al cumplir 15 años Fanny sus padres le organizaron una fiesta en el salón de festejos, asistieron la mayoría de sus compañeros de clases. Manuel se sintió por las nubes bailando el vals con su hija. Marcos estaba presente y también fue uno de los que bailó El vals con ella. Fanny estaba radiante con un vestido largo, de color azul claro, tenía un moño y su pelo trenzado. Los muchachos bailaron sin cesar los bailes de moda. Los adultos de vez en cuando salían a bailar, cuando la música era de su época. Marcos invitó a Fanny a ir al pent house, de esa manera se podían dar unos cuantos besos en el ascensor, así y lo hicieron y la abuela Encarnación le preguntó delante su mamá: _ Fanny ¿Dónde se metió usted con ese joven que hace rato no la veo en la fiesta? Mire tengo mucho cuidado que los muchachos de ahora son motolitos, tiran la piedra y esconden la mano_ _ Mamá te agradezco no le vuelvas a decir a mi hija motolita, ella nunca será así_ le contestó Lérida molesta. Esta acción marcó definitivamente el destino de Fanny, quien como toda buena motolita “quemaba el mundo escondiendo el tizón”. <> Pesó Fanny y se hizo propósito de investigar el significado de la palabra y si le convenía ser o no una motolita. Fanny aprueba el noveno grado, los profesores del liceo organizaron una fiesta vespertina y los jóvenes bailan todo tipo de música, pero especialmente las canciones en idioma inglés. Antonio García, un compañero de clases, ha bailado varias veces con Fanny y cuando suena un bolero le dice: _ Fanny durante todo el año tú me has atraído y me gustas muchísimo. Y tú ¿Qué sientes por mí?_ _ Antonio tú también me gustas_ le contestó emocionada Fanny. _ Entonces si nos queremos los dos, vamos a empatarnos_ emocionado le contestó Antonio. _ Claro que si, vamos a empatarnos_ le susurró Fanny. Se besaron disimuladamente en las mejillas y al salir al jardín, lo hicieron juntando sus labios intensamente. Antonio estaba muy emocionado y se acordó de la cantina, estaba cerrada, la puerta la habían abierto en algunas oportunidades con un carnet para robar golosinas, la convenció de ir al final de las canchas deportivas, donde estaba ubicada y después de cerciorarse de no ser vistos, introdujo el plástico y abrió la puerta. El sitio no era tan oscuro. Los besos y las caricias juveniles son el magma del volcán de los deseos, queman todo a su paso y no hay nada que lo apague sino la realización del acto amoroso. La parejita una vez complacida, volvieron a la fiesta, cada uno separado y volvieron a bailar, como si nada hubiera pasado, sin remordimientos, sin culpas. Todo lo hacen de manera natural y menos mal que nadie los vio penetrar en la cantina. Fanny encontró la definición de la palabra motolita y al disfrutar de sus amores desenfrenados en este estilo “a la sombra”, lo prohibido la excitaba más, le fascinaba romper las normas morales y los convencionalismos sociales. Había una fuerza en su interior que la inducía a aceptar invitaciones de sus pretendientes para compartir sexo. La vida es como una novela de la televisión y ella era la actriz principal., actuaba para seguir fingiendo era recatada, señorita, pura e inmaculada. Alguna vez un personaje de una película había dicho: lo importante es no ser el primer hombre en la vida de una mujer sino el último. Y ella practicaba ese principio diciendo: lo importante no es ser la primera ni la última mujer en la vida de un hombre sino ser su mujer. Lérida no propició otros encuentros sexuales con otros hombres, se había convencido de vivir una vida cristiana, de acuerdo a las enseñanzas bíblicas, a través de la iglesia donde acudía a misa con su familia, hacía obras de caridad. No solo con el propósito de sentirse muy útil y valiosa, lo hacía tal vez inconscientemente para lavar sus culpas y sus pecados. Era muy apreciada en su comunidad y profesionalmente ayudaba a los que no podían pagarle sus honorarios. Mientras que su hija Fanny en pleno ascenso a la plenitud de la vida, iba aspirando a encontrar momentos placenteros para disfrutarlos al máximo. Si tú eres una motolita recuerda que en nuestra doble moral que vivimos, alguna vez el boomerang de las culpas te llegará a tu mano y el destino cobrará las facturas que no pagaste.

1 comentario:

  1. Me quede de una pieza, se salio la madre y se quedo la hija Lêrida y Fanny ufff esta buenicima. Esta novela .

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