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viernes, 16 de mayo de 2014

Capítulo I "El andariego feliz" de Alberto Isaías guilarte

El sol incandescente calienta las calles de tierra, las casas de bahareque y de techos de tejas, o las de palma, la vegetación y a todo lo que se mueve. Por el camino principal pasan los jóvenes “arreadores” conduciendo al rebaño a los potreros a las afueras del pueblo de Achaguas. Los pozos de agua, bebederos del ganado, casi ebullen por la inclemencia del clima. Las casas del pueblo son herméticas como sus pobladores, de paredes de bahareques gruesas y ramas, techos de tejas rojas a dos aguas y con grandes patios, con árboles frutales de mango, naranjas y ciruelas rojas y anaranjadas. Algunos habitantes las dividían con cardones y los que podían con cercas de alambres de púas. La pequeña plaza con un busto de Simón Bolívar, orientado al norte pareciera que escudriña el frente de la iglesia, pequeña con dos naves, la central con la imagen de la patrona del pueblo, la Virgen del Carmen y la anexa con la imagen de la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela. La topografía de Achaguas, sigue el modelo español y en las cuatro esquinas encontramos, la Botica ”Animas de Taguapire”, en la otra la bodega” La Cruz del Llano”, el bar “El benemérito” y la oficina de Correos. Una árbol grande y frondoso de mamón, daba cobijo a los vecinos que conversan al caer la tarde, sentados en sillas de cuero de ganado. Aquí los jinetes amarran sus caballos y burros, de unos troncos de madera transversales. Las calles alrededor de la Plaza Bolívar, la habían empedrado y no se levantaba polvoreda como en el resto de las otras calles. A una cuadra de la plaza, funciona la escuela que dirige la señorita Filomena Travieso, a pesar de acercarse a los ochenta años, no quiere dejar de trabajar y la regaña el jefe civil pero ella le echa cuatro carajos y le dice: _ Antonio María, tu no me vas a mandar a mi acuérdese que yo lo hice a usted un hombre de bien cuando le di clases del primero al tercero. Yo soy maestra hasta que el cuerpo aguante caracha. Era la más respetada del pueblo, había educado a tres generaciones. Empezó cuando tenía veinte años, siempre conservó su belleza y no le hizo caso a ningún pretendiente. El cura Juan Cisco, ya había cumplido 70 años y hablaba salpicando las eses y saliva a los feligreses, quienes lo trataban de que se adaptara a hablar como ellos y lo llamaban a sus espaldas “el españoleto”. Epifanio Chacón Gonzáles es el dueño del bar “El benemérito”, capitán que había servido con el General Juan Vicente Gómez, es andino, blanco, gordo y de bigotes gruesos, es odiado por los nativos por su mal carácter y agresividad. Las mesoneras que trabajan para él, Margarita Sarniento, de 30 años, gorda con senos y nalgas abundantes, es morena y simpática. Para obtener el empleo fue la amante de Epifanio, por tres meses. Permite a los clientes que la rocen y le hagan chistes groseros. Zoraida Tapia, de 20 años, andina, delgada, dicharachera y agresiva cuando alguno se sobrepasa con ella. También aceptó ser la mujer de Epifanio, para que le diera el empleo, pero lo hizo jurar que nadie debía saber ese secreto, porque era capaz de matarlo. “Alcaravancito” cuida los caballos y burros amarrados bajo la frondosa mata de mamón, tiene 30 años, delgado, moreno y fue criado por la Señorita Filomena, cuando se lo dejaron a la puerta de su casa, recién nacido, en un mapire de sisal. De pequeño sufría ataques de epilepsia y es “el loquito del pueblo”, no “entendía las clases de ma Filo”, su retardo lo induce a no hablar mucho y a aceptar un centavo o una locha por cuidar cada cabalgadura amarrada. También le hace los mandados a “su mamá” y limpia su patio. El Bachiller Tomás Cabeza ya tiene tres años residenciado en el pueblo, dicen que es oriundo de Anaco, Estado Anzoátegui, vive alquilado en la casa de doña Petra Morales. Su habitación es pequeña, posee un catre, una sabana para cubrirse contra los zancudos y en una cuerda cuelga, un liqui liqui, tres camisas y dos pantalones de kaki. Vive a expensas de redactar cartas a los lugareños, se ha hecho famoso porque recita sus décimas en las fiestas, le pagan con tres bolívares por cada sarao y una botella de aguardiente. Es un poco más alto que la mayoría de los hombres del pueblo, de color blanco, ojos amielados y nariz aguileña. Su facilidad de expresión verbal y escrita, más el tener un mayor nivel cultural que la mayoría de sus vecinos, lo hacen ser muy codiciado por las mujeres. Cuando baila en las fiestas tiene un ritmo diferente y fascina a sus parejas. Desde que llegó a Achaguas procuró hacerse amigo de Juan Elías Perdomo, también bachiller de la República y Secretario del jefe civil, fiel servidor y adulador del gobierno del General Juan Vicente Gómez y por supuesto, hombre de confianza del Presidente del Estado Apure, el General José Bernardino Bracamonte. Tomás durante la semana se acercaba al despacho de su amigo y después de tomarse el cafecito mañanero, iniciaban una tertulia para alabar la gran obra del Benemérito Gómez, criticar y condenar a los que se oponían a este régimen opresivo y a buscar ser invitado a las fiestas más importantes de los influyentes no solo del pueblo sino de las regiones cercanas. _ Colega Perdomo Venezuela se está enrumbado a pasos agigantados por la senda del progreso y la paz social con nuestro querido Benemérito el General Juan Vicente Gómez, hombres como usted que interpretan el sentir y los deseos del jefe, son los necesarios para hacer progresar estos pueblos ignorantes, menos mal que existimos gente culta y preparada para encaminar a esos iletrados. Por cierto me lleno de satisfacción el escarmiento reciente que mi General dio a los bachillercitos alzados de la Universidad Central de Venezuela. ¡Bien hecho que a esos carajos los tengan en la chirona en la Rotunda y en el Castillo Libertador, en Puerto Cabello! Contra mi General Gómez ningún patiquincito de esos va a lograr su cometido. _ ¡Claro que no! Coño a este gobierno se respeta y el que se rebela tiene que ir preso y a construir carreteras, no joda. Menos mal que contamos con el apoyo y la sapiencia de hombres ilustres como usted colega que le hacen un servicio desinteresado a la Patria y a sus instituciones. Por cierto no se que tienes tu colega que pareces un avispero con esa cantidad de mocitas tras de ti, dame la receta para ver si yo también tengo mi enjambre. Tomás se sonríe y se hace el modesto cuando le contesta: _ Colega usted está exagerando, eso no es así, su excelente discurso me aventaja y sus cualidades varoniles le dan pie a superarme, claro su modestia lo hace resaltar cosas que no son reales. A usted también lo admiran y muchas me lo han dicho. _ Pero tiene que decirme quienes son para arrimarme a la candela. Contesto el funcionario, condicionado por la hábil maniobra de Tomás. El poeta se entero de las próximas fiestas en el pueblo, en San Fernando y en Camaguán, a las cuales asistiría en compañía de su amigo.

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