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viernes, 16 de mayo de 2014

Capítulo X" El andariego feliz"de Alberto Isaías Guilarte

Demetrio Santos Cabeza luego de caminar por más de 4 horas, llega a una carretera principal y hace señas con el dedo pulgar y cerrando el puño, a los camiones y gandolas que pasan por la vía. Un conductor de gandolas con su cargamento de ganado, se detiene y le pregunta: _ Amigo ¿para donde vas? _ Para el centro del País. Si vas para allá te agradezco me des la cola_ le contesta Demetrio. _ Tú tienes suerte. Yo llevo esta carga para Maracay y te puedo llevar, así nos hacemos compañía y nos ayudamos mutuamente, mi ayudante no pudo venir. _ Señor si me hace esa caridad Dios y la Virgen se lo devolverán con favores. En el trayecto intercambian informaciones acerca de sus vidas y Demetrio le brinda el almuerzo, refrescos y café durante el trayecto. Al llegar al peaje de Maracay, Demetrio decide bajarse y agradecerle una vez más al camionero su gentileza de haberlo trasladado a esa ciudad, quien le deseó mucha suerte en su nueva vida. Demetrio se siente confundido, aturdido y desorientado, no sabe que hacer y a donde ir. Piensa:<< Ahora que hago, no conozco esta ciudad ni a nadie .Dormiré en las plazas o en los salientes de los edificios>>. << Dios mío y mi VIRGENCITA DEL VALLE, protéjanme de todo mal y peligro. Denme el valor para poder dormir en la calle y ayúdenme para que pueda conseguir comida todos los días>> Pregunta a un señor transeúnte cual es el autobús para trasladarse al centro de la ciudad y toma uno, al llegar a la Plaza Bolívar se baja y comienza a explorar por los alrededores. A una cuadra de la plaza, encuentra un edificio con una entrada techada y decide que será su sitio para dormir, llegará allí después de las 12 de la noche, dando tiempo a los residentes que penetren a sus apartamentos y para que no lo molesten, se despertaría muy temprano al amanecer. Camina muy despacio, deteniéndose para observar las vidrieras de los negocios y comercios, decide recorrer 5 cuadras hacia arriba y devolverse a la plaza para caminar cinco cuadras para abajo, cruza la calle al llegar a la quinta cuadra y explorar lo que no ha visto. Se introduce en los restaurantes y cafetines, para observar a los clientes. Se mete en dos iglesias y recorre sus naves, rogándoles a los santos que lo protejan, en la que está cercana a la plaza oye la misa de las 6 p. m. Sigue caminando y después de haber hecho el recorrido planificado, compra una arepa rellena de queso de mano y un café con leche grande, los consume lentamente. El tiempo lo apura más para él pasa muy lento. Vuelve a caminar hacia la Plaza Bolívar y las doce campanadas de la Catedral, le recuerdan debe ir a la entrada del edificio, donde decidió hacer su morada. Había recogido varios periódicos para acostarse sobre ellos, su maletín sería su almohada. Cuando estaba acomodando los periódicos, le dan un golpe por la espalda con un saco de harina cargado de diferentes objetos y lo tumban al suelo. _ Mira mamarracho este sitio yo lo encontré primero y aquí duermo yo. ! Que vaina es la que es!_ le gritó furioso “Piojoso”, mendigo de la zona. Demetrio, asustado, se levanta y le contesta: _ amigo, no sabía que tú te quedas a dormir aquí. Yo no tengo conocidos ni familia por aquí. Te agradezco me permitas quedarme a dormir aquí, aquí cabemos más de cuatro personas. Por favor hermano. _ Bueno está bien, quédate a dormir así me acompañas y al ver que somos dos nadie se mete con nosotros. _ Mucho gusto, gracias. Yo soy Demetrio y ¿cómo te llamas tú? _ A mi me llaman “el piojoso”, se me olvidó mi nombre, me mentaban Luis González. _ Por cierto. ¿A que hora te paras para no molestar a los que viven en este edificio? _ Está bueno el turuleque. Ya a las 5 de la mañana tengo que arrancá porqué si no el conserje me echa un balde de agua fría y eso es lo más desagradable que hay si uno está caliente y dormido y zuás te despiertan a juro, mira que hay que evitá las pulmonías. _ Bueno piojoso tu que estás acostumbrado, por favor me despiertas si me quedo dormido. _ Si va. Que duermas bien Simetrio _ respondió el indigente aceptándolo en ese sitio. Demetrio, a pesar de estar demasiado cansado, daba vueltas en el piso y no estaba acostumbrado a dormir en superficies duras. El cansancio lo venció y aún oscuro, piojoso lo estremeció y se levantó sobresaltado. _ A levantarse para evitar el remojón del conserje, recoge tu papelera y muérete que chao pescao. _ Gracias piojoso. Te voy a brindar un café cuando abran el cafetín que está en esta cuadra. _ Si va. Gracias Simetrio. _ Bueno si es más fácil llamarme Simetrio, llámame así. Al abrir el cafetín Demetrio le brindó el cafecito a su nuevo amigo y le preguntó que iba a hacer enseguida, piojoso lo invitó a acercarse al mercado municipal, donde podían encontrar frutas golpeadas que los vendedores botaban en unos pipotes, tomarían las mejores y ese sería su primera comida de la mañana. Así lo hicieron y las recogieron en unos sacos viejos, caminaron varias cuadras y en un parque comieron las frutas. Piojoso recomendó guardar algunas para el almuerzo. Demetrio no se separaba de Piojoso, quien le dijo: _Ahora nos vamos para la venta de cachapas más allá de la Plaza, allí tengo “un pana” que me guarda las que dejan los clientes y ese será nuestro almuerzo. Llegaron a “La cachapera Central” y piojoso saludó a su amigo, por detrás de la cocina. _ Y ese pana burda ¿cómo le baila el trompo? Te presento al pana Simetrio, recién llegao del oriente. Así que lo que ibas a botar para la comida de los cochinos, date allí resuelto que ahora somos dos. En unas bolsas el amigo les entregó los desperdicios de varias cachapas, quesos y restos de perniles. _ Ahora amigo te invito a almorzar en el parque infantil detrás de la Catedral, que a esta hora no va nadie. Aquí no hay necesidad de trabajar porque todo está resuelto, que bueno somos amigos y nos ayudaremos. _ Claro que si piojoso, pa' alante es que brinca el sapo_ le contestó Demetrio. Demetrio no se separaba de Piojoso, quien le dijo: _Ahora nos vamos para la venta de cachapas más allá de la Plaza, allí tengo “un pana” que me guarda las que dejan los clientes y ese será nuestro almuerzo. Llegaron a “La cachapera Central” y piojoso saludó a su amigo, por detrás de la cocina. _ Y ese pana burda ¿cómo le baila el trompo? Te presento al pana Simetrio, recién llegao del oriente. Así que lo que ibas a botar para la comida de los cochinos, date allí resuelto que ahora somos dos. En unas bolsas el amigo les entregó los desperdicios de varias cachapas, quesos y restos de perniles. _ Ahora amigo te invito a almorzar en el parque infantil detrás de la Catedral, que a esta hora no va nadie. Aquí no hay necesidad de trabajar porque todo está resuelto, que bueno somos amigos y nos ayudaremos. _ Claro que si piojoso, pa' alante es que brinca el sapo_ le contestó Demetrio. Al llegar al parque se repartieron los alimentos y Demetrio, se olvidó de sus escrúpulos de comer desperdicios de comidas, de pensar que se le pararon moscas y cucarachas, de tener ya otros sabores y que estuvieran en tobos de basura. Cuando se tiene hambre y necesidad, se obvian todos esos perjuicios y actitudes hacia la higiene y salubridad. _ ¡Esto si está sabroso!_ exclamó piojoso dándose un banquete con los desperdicios. _ ¡Claro que si piojoso!_ aseveró el nuevo indigente. También Demetrio pudo irse acostumbrando a dormir en el suelo sobre periódicos, a pasar la noche en la entrada de un edificio, en la calle, a no tenerle miedo a las ratas y ratones que les merodeaban y sobre todo a los transeúntes que pasaban por ese sitio, a dormir a partir de la medianoche y a levantarse muy temprano. Se bañaban con las aguas de las fuentes públicas y hacían sus necesidades detrás de los parques. Cuando un ser humano ve normal y natural estos hechos, va perdiendo su autoestima, y sus mecanismos de defensa los utiliza para sobrevivir. Agudiza su sistema de alertas y se vuelve inmune a las enfermedades, a pesar de que no tienen una buena asepsia, no se asean como es debido y se ajustan a un medio hostil y violento. La psicosis los va envolviendo como una telaraña, difícil de despegarse y cada vez los aleja de su conciencia y de la realidad. Sólo los diferenciamos de los animales porque piensan. Si son atacados reaccionan muy agresivamente y luchan por conservar “su territorio”. Demetrio tuvo suerte de lograr la aceptación del piojoso y se complementan para ayudarse a recolectar alimentos, a acompañarse y a defenderse de cualquiera que pudiera agredirlos. El piojoso le va enseñando “como martillar”, pedir una monedita para comer, el huir de la policía cuando hacen requicias y alcabalas, a hacerse amigo de los aseadores de los establecimientos de venta de alimentos, cafetines y vendedores de los mercados. A respetar los territorios de los “jefes de pandillas”, malandros y delincuentes. En esta selva de concreto, solo sobreviven los más aptos y los que adquieren esas habilidades y destrezas para domar, aplacar y calmar a los violentos. O dejarse “gobernar” por los poderosos de esas mafias. Los que viven en la calle son aventureros, que aman el peligro o lo ignoran, para sentirse libre de ataduras, el calor y el afecto de la familia. Van formando redes de interacción para su supervivencia y tal vez sus iguales forman parte de su nueva familia. No les preocupa el trabajo, la familia, los días de celebración patrios o festivos. Cada día y cada noche es igual… no hay esperanzas ni planes. Se vive por vivir. Apartan de si la fe, el optimismo, el entusiasmo y el amor a sus familiares. Luego de recorrer la avenida principal y devolverse, se sientan en los bancos de la Plaza Mariño, dando tiempo a esperar la medianoche para trasladarse a su lugar de dormir. El piojoso retiró unos cartones que había guardado sobre el techo de un kiosco cercano, los bajó y arrastrándolos los acomodó en el piso de la entrada del edificio. _ Simetrio toma este cartón grande para que te ablande el piso, yo duermo con los otros dos. Hoy vas a dormir como si tuvieras un colchón. _ Gracias piojoso, ya somos un equipo y seguiremos ayudándonos. Ante cualquier vaina cuenta conmigo que yo cuento ya contigo. Cuando se habían dormido, piojoso siente que lo despiertan zarandeándolo y grita: _ ! Coño que pasa ! Déjame dormir desgraciado. Es “Amolao”, guardaespaldas del “ Coqui”, malandro agresivo que domina la zona. De contextura fuerte, de color negro, con una cicatriz cercana a la comisura del labio superior y del lado derecho de la cara. _ Piojoso tú no sabes que a Coqui hay que informarle de todo lo que pasa por aquí porque este es su patio. ¿Por qué no le fuiste a contá que tienes un compa nuevo? _ Coño Amolao éste pana tiene dos días por aquí y no conoce a nadie y me pidió que le hiciera la segunda y está durmiendo aquí. Dile a Coqui que cuando reunamos un buen billete, se lo llevamos y contaremos con su protección. Lo copiaste pana Amolao. _ ¡Simetrio! ¡Simetrio! Despiértate para que conozcas a un pana. Es Amolao, de la pandilla de Coqui, el jefe de esta zona. Demetrio se para sobresaltado y responde: _ pana, aquí estamos y un día de estos conoceremos a tu jefe Coqui y me le das saludos. : _ ¡Que bolas tienes tú ¡Tú no me puedes dar órdenes a mi, los que damos las órdenes somos nosotros pendejo_ le gritó Amolao molesto. _ Bueno si así es la cosa. Así será _ contestó Demetrio. Amolao se retira manoseando su revolver calibre 38. A los sobresaltados les costó volver a conciliar el sueño. Con los primeros rayos del sol, piojoso llama a Demetrio y se levantan. Con su acostumbrado ritual, amarran los cartones de cajas grandes y los arrastra para guardarlos sobre el techo del kiosco. Se lavan la cara en una llave de agua, de la Palaza Bolívar. Demetrio no suelta su maletín donde tiene su ropa. Piojoso le dice: _ vamos para el mercado a ver que frutas y verduras conseguimos hoy. _ Vamos piojoso, tú eres el veterano. Le contesta Demetrio. _ Cuidado con una vaina, no me digas así que aquí llamamos veteranos a los mariquitos. _ Bueno te llamaré jefe_ le responde Demetrio riéndose. _ A vaina Simetrio llámame piojoso y punto

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