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viernes, 16 de mayo de 2014

Capítulo VIII" El andariego feliz" de Alberto Isaías Guilarte

A Hermenegildo le gustaba ahorrar y en tres años logra reunir una suma cuantiosa de dinero para esa época: quinientos mil bolívares. A hora y media de carretera y cercana a la frontera con otro estado, logra comprar un terreno de 10 hectáreas en 50.000 Bs., muy fértil porque pasa un riachuelo por el centro del mismo. Progresivamente va comprando materiales de construcción, alambres de púas para hacer la cerca y otros enseres; y a los 6 meses construye una casita de tres habitaciones, sala, comedor y cocina. En el medio rural cavan un hoyo profundo, le colocan una tabla con su respectivo hueco y con enramadas hacen las paredes y el techo, lo denominan “excusado”, es allí donde hacen sus necesidades. Hermenegildo también lo mandó a hacer. El agua la almacenaba en los pipotes metálicos donde las petroleras envasaban el petróleo para sus exportaciones. Demetrio acompañó y ayudó a Hermenegildo en los trabajos realizados en la “majá” (finca) y sembraron árboles frutales, ya al año estaban recogiendo las cosechas de nísperos, mangos, guayabas, mamones, yucas, auyamas, plátanos, ocumos, etc. En ocasiones Demetrio, no decía para donde se dirigía”, “se desaparecía” y en muchas veces asustaba a Hermenegildo, porque lo encontraba durmiendo en la casa y lo reprendía por eso. _ ¡Hermano! ¡Que vaina es la que es! ¡Verga me diste un susto! Tienes que avisar cuando vengas para acá. No preocupas a todos porque te desapareces. Yo se que tienes la llave de la puerta, ésta es tu casa. ¡Pero coño! ¡No más sustos! _Perdona hermano. Está bien yo les avisaré cuando venga para acá. Ustedes saben me gusta estar solo y ya saben que aquí yo siembro y no molesto a nadie. La vida del campo me fascina por los amaneceres y atardeceres, los cantos de los pájaros, la belleza de las flores, el bañarme en el riachuelo. Cuando recojo lo que cultivo. Las frutas tan sabrosas y uno la puede coger de las matas. El aire puro, el azul del cielo y la lluvia cayendo en las tejas rojas y el olor a tierra mojada. Me gusta hacer arepas en el budare, asándose con las brasas de los palos secos_ le contestó Demetrio. _ ¡Bueno hermano! No es para tanto y me haga esa “retajila” que parece un poema campesino_ le replicó Hermenegildo_ Mañana temprano vamos a abrir más surcos para sembrar yuca, ñame, maíz, batatas y ocumo, por sectores. Antes tenemos que desmalezar, tu tomas un machete y yo el otro. ¡Cuidado que por aquí hay culebras!_ _ ¡Coño para que me lo dices! ¡A mi me asustan y paralizan esas bichas!_ le contestó Demetrio expresando en su cara miedo. _ ! ! ! ! Usted es un macho! Y si le sale alguna, la mata con el machete y punto_ le aconsejó Hermenegildo. Esa noche para Demetrio fue interminable, la sentía más oscura, oyendo los grillos como chirridos que le espantaban el sueño, se paraba a revisar el chinchorro para cerciorarse no se le montaran alguna culebra por los mecates. No pudo conciliar el sueño y esperó que se despertara su hermano para hacer café y colarlo en una media limpia. Entre los dos hicieron las arepas en el budare, sancocharon huevos y comieron mangos y guayabas. Cada quien tomó un machete y con un pedazo de rama, le servían de “garrapiño”, para retirar la maleza. Ya Demetrio había cortado y acumulado un cerro de maleza, cuando de repente dio un grito desgarrador, al sentir una culebra le pasó cerca de sus pies. _ ¡Coño hermano! ¡Una culebra! ¡Una culebra!!Una culebra! Y salió corriendo sin parar. ¡Cálmate! ! Esa culebra no es venenosa! ¡No es venenosa!_ le gritaba Hermenegildo para calmarlo. Demetrio siguió corriendo por entre la maleza y no volvió. A los tres días regresó a su casa y al preguntar por él, ninguno lo había visto, no se había reportado y lo dieron por desaparecido, al no encontrarlo en el campo ni en la ciudad. Se comunicaron con otros familiares y destacaban no haberlo visto. Todos los familiares lloraron su desaparición, sobre todo Tomás quien se preguntaba: << ¿Será que hay una tara en esa familia?, ¿Por qué tienen que desaparecerse?, ¿Cuándo empezó ese miedo por las culebras?, ¿Por qué yo no le enseñé a matar las culebras?, Si le gustaba vivir solo en el campo ¿Por qué no tenía porqué tenerles miedo?>> Pasó varios días ensimismado y deprimido hasta que Petra, armándose de valor le dijo: _ Mi amor, como madre te digo, que a él no le pasó ni le pasará nada malo y no le pasará porque lo protege JESÚS y la VIRGEN DEL VALLE. Mi corazón me dice que está vivo y que lo volveremos a ver. Está asustado y se fue para otra ciudad, confío en mi intuición ¿si mi amor? _ Si mi amor, el corazón de una madre no la engaña y como yo tengo fe en la VIRGEN confío que lo protege y pronto sabremos de él_ contestó Tomás más tranquilo.

1 comentario:

  1. Jajajaja pobre Demetrio ,no pude aguantar la risa cuando salio corriendo por la culebra. me gusta este blog.

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