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jueves, 6 de enero de 2011

EL MURCIÉLAGO MIEDOSO

EL MURCIÉLAGO MIEDOSO
Por Dr. Alberto Isaías Guilarte

Había una vez una pareja de murciélagos llamados “ojeroso” y “arrugada”, que vivían en  una cueva profunda de la selva guayanesa. Tuvieron tres crías: “rapidín”, “oscurita” y “colmillúo”. Los tres hermanitos aprendieron a volar rápidamente, se colgaban a dormir con la cabeza para abajo y colgados de sus garras.
“Oscurita” y “colmillúo” volaban por la cueva, sin estar apegados a sus papis, mientras que “rapidín”, como era el más pequeño se acostumbró a estar con su mamá y no aprendió a ser libre e independiente de sus padres.
“Ojeroso” y “arrugada” trataban de enseñarlo a ir solo al final de la cueva, pero “rapidín”a pesar de ser el más rápido de sus hermanos, era muy inseguro y miedoso.
Había pasados los años y “rapidín” no quiso encontrar pareja y sus hermanos ya tenían 3 hijos cada uno. Un mediodía la cueva se estaba llenando de humo porque unos hombres habían incendiado el bosque, los padres en su desesperación se escaparon y él se desorientó, por el negro humo y para salvar su vida voló muy lejos de lo que era su hogar.
Al caer la noche encontró otra cueva y se introdujo en ella con la esperanza de reunirse con sus padres, encontrándose con 3 manadas de murciélagos más claros que él.
_ ¿Cómo te llamas? _ le preguntó un murciélago joven, más o menos de su edad.
_Yo soy “rapidín” y huí de mi cueva cuando incendiaron el bosque, mis papis se llaman “ojeroso” y “arrugada”, se me perdieron cuando se llenó de humo mi cueva. ¿ para acá no han venido? ¿Cómo te llamas tú?
_ Yo me llamo “livianito”. Y para esta cueva no han venido otros murciélagos extraños, porque “brutote” el jefe de la manada, no lo hubiera dejado entrar.
_ Muy bien “livianito”, deseo ser tu amigo y espero que me ayudes a encontrar a mis padres.
_ Yo también voy a ser tu amigo y quédate con nosotros, y te ayudaremos a encontrar a tus padres.
-Yo tengo mucho miedo y no te separes de mí y ayúdame a encontrar a mi mamá y a mi papá.
_ No tengas miedo “rapidín”, tu verás que pronto los encontraremos.
Con “livianito” poco a poco “rapidín” tomó más confianza en si mismo, ya que salían a explorar otras cuevas cercanas y volvían a su hogar antes de que amaneciera y los cegara los rayos del sol.
Un día se fueron solos a escudriñar cuevas y “rapidín” entró muy veloz a una gran cueva, donde viven los guácharos y otras especies, quedando atrapado en una tela de araña gigantesca, con sus chillidos agudos “rapidín” logró que su amigo lo ayudara a desprenderse de ese material pegajoso en el momento que una araña enorme se le acercaba para morderle y lograrlo inmovilizar con su veneno.
_ Gracias “livianito” te debo mi vida, estoy en deuda contigo.
_ No te preocupes “rapidín” somos como hermanos y debemos protegernos, hoy por ti y tu mañana por mi.
_ Así será “livianito”, cuenta conmigo.
Una noche salieron los amigos a explorar y de repente “livianito” se enredó en una gran maya, hecha de material plástico, que ponen los agricultores para proteger sus cosechas.
“Rapidín” se acercó a su amigo y después de examinar como había introducido sus alas por unos hoyos del tamaño de las mismas, con la cabeza en la parte posterior de la maya, se apoyó y empezó a  triturar con sus filosos dientes los cordeles plásticos, hasta que pudo liberar a su amigo.
Se alejaron con prisa del lugar y volaron y volaron hasta llegar a su cueva, casi al amanecer.
Cuando “livianito” les contó a s todas las manadas de la cueva que su amigo lo había salvado.
“Rapidín” contestaba: _ Hoy por ti mañana por mí, él me salvó una vez y ahora me tocó a mí pagar esa deuda.
Durante muchos meses los amigos inseparables volaban, volaban y volaban metiéndose con cuidado en todas las cuevas para ver  si encontraban a la familia de “rapidín”.
Una noche se metieron en una cueva del oeste de la selva y los padres del veloz murciélago, lo reconocieron por su forma de volar.
_ Hijo que bueno que nos encontramos. ¿Dónde estuviste? ¿Quién es ese amigo que te acompaña?
_ Mamá, papá que dicha tengo al encontrarnos.  Este es mi gran amigo “livianito”, me aceptó en su cueva, él me salvó la vida en una oportunidad y yo se la salvé a él.
_ Gracias “livianito” por ayudar y salvar a nuestro hijo.
“Rapidín” más nunca tuvo miedo y junto a sus padres vivieron muy felices.

1 comentario:

  1. Es un cuento muy lindo/ la lealtad, amistad y cariño estan siempre presentes...

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