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martes, 11 de enero de 2011

El rabipelado inconsolable

El rabipelado inconsolable

Dr. Alberto Isaías Guilarte

   Había una vez un rabipelado llamado “Pepo”, el cual era muy amistoso y colaborador con todos los animales del bosque.
   Su familia estaba constituida por  “Rapo”, su papá, “Raca”, su mamá y sus hermanitos: “Sipo” y “Teca”.
   _ Señora “Raca” vengo a pedirle su permiso para que “Pepo” me ayude a tapar unos huecos de la madriguera_ le solicitó “Duna” la coneja.
   _ Si “Duna” con todo gusto, a “Pepo” le fascina trabajar para ayudar a otros. Y “Pepo” ayudó a tapar los huecos superiores de la cueva de sus amigos los conejos.
   _ Señora “Raca” me presta a Pepo para que le lleve el almuerzo a mi esposo el rabipelado “Osme”.
   _ Si “Chuca” al mediodía te lo mando.
   Y “Pepo” le llevó el almuerzo a  “Osme”, quien le regaló una  patilla y se la comió.
   Así transcurría la vida de “Pepo”, ayudando a los que podía en su entorno.
   “Raca” se despidió de su familia, porque iba a visitar a su amiga la Cuchicuchi “Narda”, quien vivía pasando el río y a dos horas de camino, cerca de la montaña.
   Cuando “Raca” estaba pasando el viejo tronco que servía de puente sobre el río, resbaló y cayó a las torrentosas aguas, la nerviosa rabipelada no sabía nadar y se ahogó tratando de llegar a la orilla. El río se llevó su cuerpo  y nunca lo encontraron.
   Pasaron las horas, pasaron las semanas y la familia de “Pepo” esperaba y esperaba que apareciera “Raca”.
   Y los hermanitos lloraban y lloraban, pero más lo hacía inconsolablemente “Pepo”.
Su papá lo llevó a la madriguera de su hermana “Tuña” para que lo cuidara y olvidara la desaparición de su mamá.
   “Pepo” soñaba con su mamá, creía verla en el bosque y se dedicaba a ayudar a otros, lloraba y lloraba inconsolablemente.
   “Tuña” ante el dolor de Pepo decidió buscar consejo ante “Esdras” el rabipelado sabio.
   _ Dile a “Pepo” que me traiga al año una bolsa llena de piedritas blancas, las cuales se las tienen que dar  los animales a quienes nunca se les haya muerto un ser querido _le recomendó Esdras.
_ Gracias sabio “Esdras” se lo diré a “Pepo”_ respondió “Tuña”.
Y así “Pepo” iba con su bolsa tratando de recolectar las piedritas blancas y llorando les decía: _ si nunca se te ha muerto algún ser querido dame una piedrita blanca.
La caimana “Ripa” le dijo: _ a mi se me murió mi marido “Coro” y mi abuelo “Zepo”, no te puedo dar la piedrita blanca.
El cachicamo “Vero” le contestó: _ a mi se me murió mi hijo “Chepo”, mi mamá “Pita” y mi tío “Boro”. No te puedo dar la piedrita blanca.
   Y así “Pepo” fue preguntando por todos los bosques a quienes nunca se les había muerto un ser querido y al año regresó sin las piedritas blancas.
   Cuando fue a la madriguera del sabio “Esdras”, le dijo: _gran sabio no he encontrado a ningún animal  a quien nunca se le haya muerto un ser querido, recorrí todos los bosques habidos y por haber, conocí muchos animales que ayudé y me ayudaron, ya a los tres meses dejé de llorar y acepté que sólo en el recuerdo tengo a mi mamá. ¿Que lección me quisiste dar “Esdras”?
_ Tú lo has dicho ya aprendiste la lección de la vida, todos nacimos, crecemos y morimos. Sólo el tiempo nos consuela y nos enseña a no sufrir tanto por los seres queridos que se van.
_ Gracias sabio “Esdras”, me ayudaste a crecer, a conocer más animales de otros bosques, a defenderme solo y a ser querido por todos a los que ayudé y yo a querer a todos los que me ayudaron.

  

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